Tu ADN dice mucho de ti, incluso si te gusta el brócoli
¿Qué es realmente el ADN? ¿Sabías que compartimos casi el 99% de nuestra información genética con otros humanos, pero también con chimpancés y bonobos? ¿Pero sabes cuál es su papel en los humanos? Se refieren a él como nuestro “manual de instrucciones”. … En términos científicos, se explica como una molécula formada por dos cadenas complementarias, en forma de doble hélice, que contiene de forma codificada la información genética necesaria para el desarrollo, funcionamiento y reproducción del ser humano y de la mayoría de los seres vivos.
Y según explica la doctora Carmen Ayuso, una de las genetistas más reconocidas de España y directora del Departamento de Genética del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid, además de directora científica del Instituto de Investigaciones Sanitarias – Fundación Jiménez Díaz (UAM), el genoma humano contiene aproximadamente entre 20.000 y 25.000 genes codificantes, y otros 22.000 -aproximadamente- genes no codificantes, es decir, aquellos que no producen proteínas, aunque son importantes para Regulación de las funciones del ADN.
«Los genes tienen funciones específicas relacionadas con la síntesis de las proteínas que codifican y que, a su vez, están implicadas en el metabolismo y la fisiología, así como en rasgos fenotípicos. Actualmente, se conoce con gran detalle la función de muchas proteínas codificadas por genes. Sin embargo, salvo algunas excepciones (genes implicados en enfermedades monogénicas o raras, o genes que impulsan el proceso oncológico), los genes y sus proteínas pueden participar de forma compleja e interactiva en multitud de procesos», subraya la doctora Ayuso.
¿El ADN cambia a lo largo de la vida?
Precisamente, una de las dudas más extendidas sobre el ADN que aclara este experto del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz es qué puede alterar el ADN y si puede cambiar a lo largo de la vida. En primer lugar, la doctora Ayuso señala que, efectivamente, el estado funcional del ADN cambia fisiológica o patológicamente a lo largo de la vida: “No todos los genes se transcriben a lo largo de la vida, ni en todos los órganos y tipos de células.. Sin que cambie la química o la secuencia del ADN, su estado funcional puede modificarse mediante mecanismos epigenéticos o reguladores, y podemos medir este estado funcional estudiando el ARN y realizando estudios transcriptómicos.
Pero también dice que la propia molécula de ADN cambia a lo largo de la vida, por errores en las constantes divisiones celulares o por efecto de agentes ambientales. «Lo hace desde el momento de nuestra concepción. Incluso antes de nacer, sufrimos nuevas mutaciones. La mayoría de ellas ocurren en regiones de nuestro genoma que no son funcionalmente relevantes, pero si afectaran la región codificante de un gen clave, podría surgir una enfermedad (por ejemplo, un proceso oncológico o neurodegenerativo). Los tejidos con una alta tasa de división celular (piel, epitelio bronquial o digestivo, o médula ósea) son los más vulnerables a estas mutaciones que afectan a una célula y, posteriormente, el conjunto de células que descienden de él”, subraya este experto del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.
Además de los errores innatos durante la división celular (errores de reparación del ADN), factores externos, como la radiación solar ultravioleta, el humo del tabaco, sustancias químicas presentes en los alimentos ultraprocesados o alteraciones inmunológicas desencadenan o favorecen estas mutaciones, como explica la doctora Ayuso.
Compartimos nuestro ADN con otros seres vivos, incluso con los plátanos.
Pero quizás uno de los aspectos más incomprendidos de la población es que todos los seres vivos tienen un origen ancestral común y conservan un cierto porcentaje de identidad genética, que es menor cuanto más distante evolutivamente uno de otra especie.
Dra. Carmen Ayuso
«Los humanos modernos somos muy similares genéticamente a otros primates, como las especies conespecíficas de Pan (chimpancé y bonobo) y Pongo (orangutanes). En concreto, los valores de identidad genética con el homo sapiens más aceptados en la literatura actual son que compartimos un 98-99% con chimpancés y bonobos; mientras que con gorilas un 97-98%; y con los orangutanes un 96-97%», explica.
Además, la doctora Carmen Ayuso señala que “si quisiéramos estimar la similitud con los genomas del perro o del gato, podríamos estimarla en torno al 84 y el 90% respectivamente, mientras que con otros seres vivos genéticamente más distantes, como el plátano, la similitud ronda el 60%.
¿Qué rasgos curiosos están influenciados por la genética?
Pero el ADN también es un factor determinante en la preferencia o aversión hacia determinados alimentos. La doctora Ayuso señala que entre los más estudiados se encuentran la preferencia por los sabores amargos, dulces, grasos y umami.
«Por ejemplo, variantes de genes receptores del gusto, como TAS2R38, determinan la sensibilidad al sabor amargoy las personas muy sensibles o supercatadores pueden tener una marcada aversión a los alimentos vegetales como el brócoli y el repollo; Mientras tanto, los genes TAS1R2 y TAS1R3, que codifican receptores de sabor dulce, modulan la preferencia por los alimentos dulces. De manera similar, los polimorfismos del receptor CD36 se asocian con diferencias en la percepción y preferencia por los alimentos grasos”, añade.
Otros rasgos heredados son, por ejemplo, la capacidad de mover la lengua, el color del pelo rojo y el daltonismo, según este reconocido genetista.
Asimismo, destaca que existe una predisposición genética, pero no de forma tan directa o puramente genética, ya que también influyen otros muchos factores externos (ambientales, educativos o sociales), como la altura, el índice de masa corporal o la predisposición a las adicciones, etc.
Conoce nuestra predisposición genética
Finalmente, la doctora Carmen Ayuso destaca que conocer nuestra predisposición genética a determinadas patologías nos permite tomar medidas preventivas, ajustar tratamientos y tomar decisiones en materia de reproducción o planificación de nuestra vida personal.
«Pero también puede generar ansiedad si no se gestiona bien. Es importante considerar que los estudios genéticos predictivos permiten conocer de antemano el riesgo de enfermedades graves que pueden o no ser susceptibles de tratamiento o prevención. Por eso, antes de someter a una persona a este tipo de pruebas, es importante saber a qué tipo de información y enfermedad nos enfrentamos, y que la persona elija, de forma voluntaria e informada, conocer esa información o no», subraya la doctora Ayuso.
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