un 26% más de matrículas en la última década
En 2016, cuando la serie Merlí atracó en la parrilla de TV3 y el prime time televisivo se llenó de citas a Platón, Aristóteles, Sócrates y Epicuro, las universidades catalanas vieron cómo, de pronto, el interés por los estudios de filosofía se multiplicaba casi como por arte de ensalmo. La demanda de matriculaciones, por ejemplo, subió un 25% y solo en la Universitat de Barcelona se pasó de 180 a 214 estudiantes inscritos en primer curso de Filosofía.
Casi una década después de tan insólita relación causa-efecto, el nuevo furor grecolatino y el esplendor estoico que ha hecho fortuna en las librerías invita a volver de nuevo la vista a la academia para comprobar si también ahora existe una causalidad tan directa. ¿Se mantiene el interés por la cultura y el pensamiento clásico a pesar del sistemático maltrato que arrastra durante la educación secundaria? ¿Hay partido en la universidad?
«La cifra no solo no retrocede, sino que va en aumento en los últimos años», constata Mariona Vernet, coordinadora del Grado en Filología Clásica de la UB. Se refiere Vernet al número de matriculados para estudiar, entre otras asignaturas, Introducción al griego, Latín, Literatura latina de época republicana o Épica y Lírica. «Es bastante admirable que en una sociedad dominada por las nuevas tecnologías y por el deseo de ganar dinero a toda costa aún haya gente que quiera estudiar griego y latín. Sobre todo teniendo en cuenta cómo han ido desapareciendo progresivamente de la educación secundaria», apunta.
En el caso concreto de la UB, explica, el número de matriculados en primero de carrera ha pasado en cuatro años de 68 a 74. Unos números modestos que, sin embargo, apuntan tendencia: según datos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, en la última década el interés por los Estudios Clásicos no ha hecho más que crecer y el número de matriculados llegó a sumar en 2024 a 540 personas, un 26% más que en 2014. «Es sorprendente no solo que no baje el número de matrículas sino que incluso suba. Es muy notable», subraya Vernet.
Modernas y útiles
Este interés por lenguas aparentemente muertas y culturas milenarias contrasta, además, con cierto declive de las filologías digamos que modernas y útiles: desde 2014 y en el mismo periodo en que los alumnos de Clásicas han crecido un 26%, los matriculados en filologías inglesa, francesa, alemana y árabe han decaído entre un 25% y un 45%.
El profesor y divulgador Emilio del Río, doctor en Filología Latina por la Universidad Complutense y responsable del pódcast Locos por los clásicos, confirma el fenómeno («yo lo conté en la radio, porque me lo iban contando colegas de diferentes universidades», explica) y lo contrapone al retroceso, cuando no deceso, de las Humanidades en la educación secundaria. «Es casi como una reacción; en secundaria desaparece y en la universidad sube. En España hay un esplendor de lo clásico en la cultura y en la edición pero, en cambio, esto no se refleja en el sistema educativo”, ilustra.
Su propia experiencia impartiendo clases en otros países le permite afinar aún más el diagnóstico. «En el modelo anglosajón, la gente estudia una carrera y algo de Humanidades. Por ejemplo, clásicas con Business, con Empresariales o con Derecho. Y esos son los que están mejor preparados. En Estados Unidos, en muchos másters hay siempre una asignatura de Mundo Clásico. Ayuda incluso a tomar decisiones empresariales. Roma era Roma S.A., era un imperio logístico. Amazon es una copia del modelo logístico y de distribución de Roma», explica
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí