Una crisis bursátil inédita

Si antes del mundial de Naranjito de 1982, usted hubiera invertido un millón de pesetas en un fondo indexado al S&P 500, que engloba a las empresas más capitalizadas de EEUU, tendría hoy 15 millones de pesetas. Lo que es lo mismo, hubiera pasado de 6.010 a 92.000 euros actuales. Teniendo en cuenta la inflación, hay que descontar 28.500 euros, la revalorización en Bolsa neta (63.500 euros) se hubiera multiplicado por más de diez.
En junio de 1982 se puso fin a trece años considerados bajistas en los mercados de renta variable. La bolsa se consideraba un mal asunto para invertir. Fueron las medidas liberales, de apertura económica y comercial, más las rebajas impositivas, impulsadas por Ronald Reagan y Margaret Thatcher en Estados Unidos y Reino Unido que abrió la puerta a un cambio revolucionario del sistema financiero. La creación y desarrollo de nuevos instrumentos de deuda y capital, inició una nueva era del capitalismo: la de la ingeniería financiera para buscar un crecimiento constante de las economías y las empresas. El fin del bloque soviético, el desarrollo de la Un ión Europea y el acceso de China al sistema fue la guinda del pastel liberalizador.
En el transcurso de estos 43 años ha habido cuatro grandes correcciones globales en los mercados financieros.Tres de ellas fueron debidas a una mezcla de excesos de endeudamiento que pinchan cuando empiezan a subir los tipos de interés, a la euforia desmedida en las expectativas de crecimiento de empresas en sectores concretos y a la permisividad regulatoria en el negocio financiero. La primera ocurrió en octubre de 1987; la segunda, a partir de marzo del 2000 con el estallido de la burbuja puntocom agravada por los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001; la tercera, se extendió duramente tras varios meses de in certidumbres con la quiebra de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008 que obligó al rescate del sistema financiero por parte de los Estados. La cuarta crisis bursátil se produjo con el estallido de la pandemia, que tuvo su epílogo y breve crisis con la invasión rusa de Ucrania.
A pesar de estas crisis puntuales, la tasa de crecimiento anual compuesto del MSCI World, que engloba a todos los índices mundiales ha sido del 10,53% desde el inicio de los años ochenta. Los últimos dos años han superado la media. En 2023 ganó un 19,5% y en 2024 un 26,2% impulsado por el control de la inflación gracias a las medidas adecuadas tomadas por los bancos centrales y por el empuje de las siete grandes empresas tecnológicas estadounidenses, tractoras del crecimiento mundial. Los recórds históricos iban cayendo. Hasta en España, el Ibex 35 -cuyo récord sigue anclado en el 8 de noviembre de 2007 con 15.945 puntos- logró superar los 13.000 puntos, registro que no alcanzaba desde junio de 2008.
Las consecuencias que tendrá sobre los mercados bursátiles el botón arancelario apretado por Donald Trump son impredecibles. Los más pesimistas comparan esta situación con los efectos que tuvo en las economías mundiales los aumentos de tarifas realizados durante la presidencia de Herbert Hoover en 1930. Los más optimistas consideran que la Casa Blanca irá gestionando las políticas comerciales, negociando caso a caso, rectificando siempre que considere necesario. Más allá de los efectos internacionales de esas medidas, Trump sabe que dos terceras partes de los ciudadanos estadounidenses que tienen sus ahorros invertidos en los mercados no están hoy especialmente satisfechos por lo que observan en los mercados.
Quienes invirtieron en las siete grandes empresas tecnológicas (ver cuadro) han visto pérdidas de entre un 23% y un 53% en valor bursátil desde máximos históricos obtenidos hace menos de un año en la mayoría de los casos. Tesla, el fabricante de coches eléctricos controlado por Elon Musk con un 13% del capital, vale ya menos de la mitad que en octubre de 2024. Los aplaudidores y amigos de Trump ya no lo son tanto. Son los primeros afectados por las decisiones de su presidente.
La guerra comercial puede acabar generando estanflación (recesión más inflación) en EEUU y contagiar al resto del mundo, afectando incluso la estabilidad geopolítica más de lo que está. Ni la UE ni China se están quedando quietas frente a las decisiones de Trump.China ya está usando la maquinaria de sus fondos estatales para inyectar dinero en las empresas; Europa está midiendo todo tipo de respuestas. Entre ellas: limitar la expansión en el control de datos por parte de los oligopolios tecnológicos.’
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