Una prestigiosa consultora de EEUU se desvincula del controvertido mecanismo israelí para la ‘ayuda’ en Gaza
El nuevo mecanismo militarizado para la distribución de la ayuda humanitaria en Gaza, creado por Israel con el respaldo de Estados Unidos para circunvalar a Naciones Unidas, sigue haciendo aguas. En solo ocho días de funcionamiento ha visto cómo su principal responsable dimitía, cómo el caos y la ineficiencia caracterizaban sus actividades y cómo 102 palestinos eran asesinados por los militares israelíes mientras trataban de recoger la ayuda, según los testimonios que llegan de la Franja. Pero no acaban ahí sus problemas. Este martes se ha desvinculado del controvertido proyecto el Boston Consulting Group, una de las mayores consultoras mundiales, contratada a finales del año pasado para ayudar a diseñar el mecanismo y gestionar sus operaciones. Una desbandada que arroja muchas dudas sobre la continuidad del proyecto, que solo está sirviendo para agudizar la hambruna manufacturada por el régimen de Binyamín Netanyahu.
La consultora no ha comunicado oficialmente los motivos que han precipitado la rescisión de su contrato con la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), la fundación opaca encargada de financiar y gestionar la iniciativa, que se apoya también en una compañía de mercenarios estadounidenses para manejar su día a día. Pero fuentes citadas por ‘The Washington Post’, aseguran que será difícil para la fundación mantener sus actividades sin los consultores que ayudaron a crearla. Boston Consulting, además, ha puesto en baja administrativa –el paso previo al cese—a uno de sus consultores al frente del proyecto y ha anunciado una investigación, según el diario estadounidense.
De momento, sin embargo, el proyecto israelí sigue adelante, pese al rechazo frontal de la ONU y las oenegés internacionales a cooperar con su organigrama o las críticas que ha recibido de numerosos gobiernos extranjeros. Este martes se ha conocido también el nombre del nuevo jefe de la GHF, designado para reemplazar al exmarine Jake Wood, quien dimitió hace una semana al frente de la fundación al considerar que no será capaz de cumplir con los principios de humanidad, imparcialidad y neutralidad que rigen la labor humanitaria. Será reemplazado por Johnnie Moore, un pastor evangélico y empresario de las relaciones públicas, cercano al presidente Donald Trump y conocido por su ferviente sionismo.
«Trampa mortal»
Moore, de hecho, ha respaldado públicamente los planes de Trump para vaciar Gaza de palestinos y convertir el enclave en un lujoso destino vacacional. «EEUU asumirá la responsabilidad total sobre el futuro de Gaza, dándole a cada uno esperanza y futuro», escribió en febrero en sus redes sociales tras celebrar la propuesta del republicano. Su nombramiento, por tanto, servirá para dar peso a todos aquellos que han descrito el nuevo mecanismo como «un arma política» para forzar a toda la población de Gaza a concentrarse en el sur y utilizar el hambre como herramienta de coerción. De los 400 puntos de distribución de ayuda humanitaria que había en Gaza cuando la ONU y las oenegés gestionaban el sistema, se ha pasado a solo cuatro. Con el añadido de que, entre medio, Israel mantuvo completamente cerradas las fronteras durante 11 interminables semanas.
Cada día, además, decenas de palestinos son asesinados por las fuerzas israelíes mientras tratan de recibir la ayuda. Este martes fueron 27. Una dinámica que ha vuelto a ser criticada por Naciones Unidas. «Es una trampa mortal«, ha dicho su portavoz, Stéphane Dujarric, refiriéndose al nuevo mecanismo. «Este sistema de canalizar a la gente entre alambradas, forzándoles a caminar entre contratistas armados que no se sabe de dónde salen o a quién responden… Es todo una invitación al desastre, y eso es exactamente lo que está pasando», ha añadido Dujarric.
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