Volodímir Zelenski, el cómico heroico
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Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania.
Zelenski no habla habitualmente ucraniano. Para hacerlo tiene que estar relajado, lo cual no es habitual en su vida durante los últimos tres años. Que cientos de miles de ucranianos hablen poco o deficientemente el ucraniano y se expresen mejor en ruso (oralmente y por escrito) es un triunfo histórico de Moscú.
Stalin despreciaba a Ucrania. En el Gran Hambre de los años treinta del siglo XX que dejó a la joven Unión Soviética –nunca mejor dicho– en los huesos, Ucrania sufrió especialmente. Stalin ordenó que todos los campos ucranianos fueran peinados hasta el último metro en busca de cereales. No dejó un grano. Casi cuatro millones de ucranianos murieron de hambre, desnutrición, pelagra. Por supuesto no lo han olvidado. Es una atrocidad que se suma a otras canalladas de Moscú, como la deportación de los tártaros durante la II Guerra Mundial. Pero Rusia lleva muchos años en Crimea. Desde 1783. El país fue sometido a varios procesos de rusificación, tan brutales bajo los zares como bajo los comunistas.
Supone un dogma de fe ruso que Crimea es una país integrado en la Madre Rusia que solo la debilidad del Estado en la transición hacia el capitalismo clientelar permitió independizarse. Putin se ha empecinado en corregir esta situación. Comenzó en la región del Donbás, donde los rusófilos, en varios distritos, son mayoría. Y en vista de que el Donbás no ha servido como bomba interna, ha procedido a una invasión militar.
Es harto improbable que Zelenski –nacido en 1978– se soñara político en su adolescencia. En realidad estudió Derecho para satisfacer a sus padres pero lo que le tiraba era el mundo de la interpretación, las compañías teatrales y casi enseguida la televisión. Todos sabemos ya que Zelenski interpretó en una serie de televisión titulada Servidor del pueblo al presidente de Ucrania. Años después ese fue el nombre del partido con el que concurrió a las elecciones de abril de 2019. Pero antes Zelenski se convirtió en el que quizás fue el mayor productor de televisión en Ucrania. Su productora, Kvartal 95, realizó películas, muchas de ellas protagonizadas por el propio Zelenski, y a menudo éxitos de taquilla, no solo en Ucrania, sino en otros países de la antigua órbita soviética. El actor y sus socios incluso llegaron adquirir la mayoría accionarial de un canal de televisión mientras diversificaban su producción, dedicándose a películas de dibujos animados a la organización de conciertos musicales y grandes espectáculos.
¿Por qué un actor popular y un empresario exitoso se mete en política? Es difícil entenderlo. La situación del país ya era preocupante en la primavera de 2019 y una vez en la presidencia los negocios de Zelenski no han prosperado, sino más bien lo contrario. Un arlequín oportunista hubiera escapado a toda velocidad hace tres años o se hubiera rendido al Kremlin. Zelenski no lo ha hecho. No ha convocado elecciones porque según la Constitución ucraniana no puede hacerlo en caso de guerra y duerme cada 24 o 48 horas en un lugar distinto. Tal vez las respuestas más simples son, en ocasiones, las más veraces, y Zelenski decidió arriesgarse en la Presidencia por patriotismo. Por sentido del deber.
Al parecer, bajo las bombas, el presidente hace chistes. Cada vez más negros. «¿Qué hace un ruso tirando bombas sobre Ucrania? Asegurarse una sepultura». Ahora, el trumpismo renacido y el autoritarismo ruso parecen dispuestos a llegar a una paz que no incluya la opinión del pueblo ucraniano. En realidad para repartirse territorio, cereales y tierras raras a través de un infecto gobierno títere. Si existe consenso, uno de los primeros objetivos es la eliminación política y, si es necesario, física, de Zelenski y de su círculo de máxima confianza, incluidos sus generales. El actor no va a retroceder. Es terrible lo que ha ocurrido en la criminal invasión de Ucrania por parte de Rusia, pero lo peor podría estar por llegar.
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