Zelenski araña apenas un compromiso verbal para su «irreversible» camino a la OTAN en la cumbre de La Haya
Ucrania tuvo una presencia más que discreta en La Haya, ante una cumbre de la OTAN volcada en el cometido de no enojar a Donald Trump ni reclamarle sanciones o presiones sobre Moscú. Su presidente, Volodímir Zelenski, obtuvo apenas la garantía algo ritualizada de que la alianza mantendrá su apoyo a Kiev. «Nuesto mensaje a Ucrania es que seguirá contando con nuestro apoyo duradero. El objetivo es lograr que siga siendo capaz de defenderse. Su camino hacia la OTAN es irreversible«, resumió el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Era un compromiso plasmado en lo verbal, pero ausente en la declaración suscrita por los 32 miembros de la Alianza.
A efectos prácticos, Zelenski obtuvo algún éxito bilateral, de la mano de quien ha sido una de sus grandes aliadas frente a Rusia, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen. Dinamarca será el primer país que producirá fuera de las fronteras ucranianas drones y misiles destinados a Kiev. Destinará a ello 1.200 millones de euros este mismo año, explicó Zelenski al término de su encuentro bilateral.
A escala de la OTAN, no hubo apoyos concretados en cifras, sencillamente porque «no podía esperarse de esta cita decisiones en esta dirección», explicó el canciller alemán, Friedrich Merz, otro de los líderes que mantuvo una bilateral con Zelenski. Alemania ha sido desde 2022 el primer contribuyente de la UE al apoyo a Kiev. Parte del compromiso de Berlín de aumentar su gasto militar al 3,5% del PIB para 2029 procede precisamente de esa ayuda. Pero ni siquiera por parte de Merz hubo novedades o anuncios.
La atención de La Haya, en lo que a Zelenski se refiere, estaba en un mediatizado encuentro con Donald Trump. Zelenski había coincidido ya con el presidente de EEUU en la cena de gala ofrecida la víspera por los reyes Guillermo Alejandro y Máxima. A la bilateral posterior entre Trump y Zelenski se le dio rango de espaldarazo al líder ucraniano. Su anterior encuentro fue en el funeral del papa Francisco en Italia. Mantuvieron ahí un diálogo calificado de «bueno», con el que Zelenski se lavó un poco las heridas dejadas por su paso por la Casa Blanca, donde Trump le humilló en directo y ante las cámaras.
La vorágine entre Irán e Israel desplaza a Kiev
El conflicto ucraniano estaba condenado a ocupar un lugar secundario en la cumbre, desplazado por los ataques de Israel a Irán, primero, las respuestas de Teherán después y finalmente la intervención de Estados Unidos contra las instalaciones atómicas iraníes. Por parte europea, los esfuerzos estaban concentrados en evitar desplantes del imprevisible Trump, quien acudió a La Haya aparentemente de buen humor y hasta dispuesto a aliviar algunos temores, a cambio de que los europeos suscribieran su dogma del aumento del gastos en defensa.
Trump garantizó ante Rutte que su país se ceñirá «hasta el final» al Artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte. Con ello ahuyentó las alarmas generadas por anteriores declaraciones suyas, de viaje a La Haya, cuando afirmó que había «muchas definiciones» posibles sobre ese artículo. Para el flanco este de la OTAN, ello avivaba el temor al abandono a su suerte de EEUU.
El Tratado, firmado en 1949, fija el compromiso de «salvaguardar la libertad, la herencia común y la civilización de los pueblos» y de «promover la estabilidad y el bienestar» de sus países miembros. Su Artículo 5 establece cómo actuar ante un ataque y señala que una agresión contra uno de sus estados miembros será considerada como «un ataque dirigido contra» todos los integrantes de la organización.
El 0,25% que pide Kiev
Zelenski se plantó en La Haya con una petición muy concreta a los líderes de la OTAN: que dediquen un 0,25% de su PIB a apoyar a Kiev en su lucha contra Rusia. «Si todos los países europeos se comprometen a destinar al menos el 0,25% de su PIB a apoyar a Ucrania, aumentarán las posibilidades de una paz», afirmó.
Zelenski asistía a La Haya en calidad de invitado, pero no participó en las reuniones de sus líderes ya que no pertenece a la organización. Frente a los países comprometidos con la ayuda a Kiev, con Polonia y los estados bálticos a la cabeza, otros estados miembros, como Hungría, se oponen a su ingreso. En las antípodas de la irreversabilidad prometida por Rutte se sitúa Budapest: «Ucrania no tiene nada que hacer en la OTAN», aseguró el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, el más poderoso aliado de Vladímir Putin a escala europea.
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