8M ASTURIAS | Crónica del 8M asturiano en Gijón: un movimiento muy diverso cerró filas, las transfeministas pasearon una polémica imagen de La Santina y una vecina de 85 años se estrenó en la marcha

La plaza del Humedal se quedó pequeña para acoger a las nueve mil personas que acudieron ayer a la manifestación del 8M organizada en Gijón por Asturies Feminista. «Esta movilización demuestra la potencia del movimiento feminista unitario asturiano», celebraba la organización mientras la cola de la marcha todavía estaba en la avenida de la Costa. «Avanzamos imparables, no vamos a dar ni un paso atrás ante las amenazas de involución y los avances de la derecha y la extrema derecha en gobiernos de todo el mundo», proclamaban las convocantes al final del acto. Un mensaje en el que insistieron repetidamente a lo largo de una jornada en la que se mezclaron reivindicación, protesta y fiesta.
La manifestación kilométrica arrancó con puntualidad británica al mediodía de las inmediaciones de la plaza de Toros y cuando los sones de las pandereteras y de la batucada pusieron el broche final las agujas del reloj se aproximaban a las tres menos cuarto de la tarde, Más de 160 minutos de «visibilización» para el movimiento feminista, que concurrió bajo la proclama de una unidad utópica en otros puntos del país, con el respeto a la diversidad como consigna de partida. «Estamos orgullosas de esta participación y de la unidad, que llevamos trabajando todo el año en asambleas muy abiertas, algunas muy masivas. Esto que vemos aquí exige mucha planificación», aseguraba Melissa Cicchetti, la profesora e investigadora universitaria que ayer asumió la portavocía de Asturies Feminista.
Todas cabían y sumaban, desde mujeres y hombres con banderas y gritos de apoyo a la causa palestina, tales como «hermana palestina, desde Asturias damos tira», a integrantes de la Plataforma de Mujeres Progresistas de Asturias, que encabezadas por su presidenta, María José Suárez, recordaban a las víctimas del machismo, mediante un cordón en un cuyo interior no había nada, era la imagen de «las ausentes». Cerca una pancarta rezaba: «Ensin agresores nun hay víctimes. Feminismo para ser libres». Las mujeres romanís también se hicieron notar en la carroza que abría la marcha.
Una asistencia masiva bien valía hacer concesiones a posturas enfrentadas del feminismo que en ciudades como Madrid son irreconciliables, hasta el punto de dar lugar a manifestaciones por separado. Así cohabitaron proclamas a favor del abolicionismo de la prostitución, como «Puteros al caldero», con otras favorables al colectivo «Queer». Y hubo recados a los partidos políticos, alguno presente en la parte trasera de la manifestación, y para la jerarquía de la iglesia católica. El colectivo «Queer», que defiende los derechos de las personas transgénero, reprochó al PSOE su falta de compromiso con esta causa, y fue uno de los que mas se hizo notar , pese a ir en la parte trasera de la manifestación.
«¿Dónde están, no se ven, las que abortan del PP? Se van a Londres», gritaron otros grupos con el soniquete de «I Will Survive» de Gloria Gaynor a lo largo de la protesta que atravesó Gijón. «¡Vamos a quemar la Conferencia Episcopal por machista y patriarcal!» y «si el Papa estuviera preñao, el aborto sería sagrao» fueron dos de las soflamas que se pudieron oír a lo largo de casi dos kilómetros de marcha, y de las que tampoco se libró Vox. Las causas de reivindicación se revelaron tan amplias como los acuerdos para orillar las diferencias, en pos de una asistencia multitudinaria.
La Policía Nacional dio una horquilla de entre siete mil y diez mil participantes mientras que la organización habló de nueve mil asistentes. Un dato objetivo: al paso por el cruce de la avenida de la Costa con la calle Ramón y Cajal había una separación de 70 minutos entre la cabeza y la cola de la manifestación. Pandereteras y batucadas intercaladas daban ritmo y animaban una marcha tan heterogénea y diversa en sus convicciones como en las edades de la concurrencia, la mayoría mujeres, pero también con amplísima presencia de jóvenes.
«Nos quieren quitar los derechos que nuestras abuelas consiguieron», decía una de las pancartas. «Quiero que todas las niñas sepan que su voz puede cambiar el mundo», exhibía el cartel de confección casera de la joven mierense Mónica Perdiguer. «Es muy importante estar hoy aquí», decía convencida, mientras buscaba a una amigas con la que había quedado para sumarse al 8M asturiano. «No es una fiesta, es una protesta», gritaban otras participantes. A ambos lados de la Avenida de la Costa podía verse la emoción de mujeres como Carmen Mosquera, hermana de Cristina, histórica militante comunista ya fallecida y una de las primera voces que ya reivindicaba el feminismo en los años de la Transición.
Incidente en el Humedal
La concentración en la plaza del Humedal estaba concebida a modo de traca final, con lectura del manifiesto coral para dar visibilidad a todas las causas presentes. Pero fue empezar los discursos y producirse un conato de incidente, que no llegó a mayores, según uno de los agentes intervinientes. «Tenían opiniones diferentes», aseguró un policía, que confirmó que no se practicó ninguna detención.
Aunque hubo pancartas y proclamas relativas a que «el feminismo no es transfobia» y la organización defendió que «todas son mujeres, sin excepción», al reivindicar la causa «Queer» y el transfeminismo ante la posición del Gobierno socialista, el incidente tuvo su origen en un enfrentamiento entre simpatizantes del movimiento trans y componentes del bloque Abolicionista Asturies. El bloque Abolicionista denunció los hechos y lamentó que «una manifestación por y para las mujeres no sea un espacio seguro para ellas». La lluvia asomó tímidamente en la concentración en la plaza del Humedal pero no deslució las intervenciones de las profesionales de la Ayuda a Domicilio (SAD) y de las mujeres pensionistas, ni el ruido final de las pandereteras, que reivindicaron la oficialidad del asturiano, antes de oírse la proclama final: «¡A resistir compañeras, apoyándonos todas!».
Una polémica «Santina Queer» en el grupo transfeminista
La polémica en la manifestación del 8M de Gijón se la llevó un palio con «La Santina de Queervadonga», como así tituló su obra la asociación «Ama Asturies», perteneciente al bloque «transfeminista». Con pasamontañas rojo, varias de las integrantes de este colectivo desfilaron con una imagen inspirada en la Virgen de Covadonga, customizada de forma «sui géneris», con manto malva y gafas de sol… En el palio se podía leer la inscripción: «Contra el fascismo, ella nos guía». La imagen, que acompañaba uno de los últimos bloques de la manifestación, justo delante de sindicatos y partidos políticos, fue una de las más aplaudidas a su llegada a la plaza del Humedal. La «Santina de Queervadonga» fue saludada también entre los participantes con proclamas como «Ista, ista, ista, la Santina es feminista/ transfeminista».
El éxito en la manifestación se tradujo muy rápidamente en polémica en la arena política y en las redes sociales. El concejal de Tráfico de Gijón, Pelayo Barcia (Foro), expresó su completo rechazo. «Pedir respeto faltándolo», escribió en sus redes sociales. Mucho más dura fue Sara Álvarez Rouco, diputada de Vox y portavoz del grupo municipal en Gijón. «La dignidad de las mujeres ha caído en manos de sinvergüenzas que practican el terrorismo feminazi», escribió.
En las redes, la fotografía de «La Santina Queer» generó diversidad de opiniones y mucha polémica, con protestas por el uso de un símbolo de Asturias y la burla a los católicos. Cuentas oficiales como la del sindiciato CCOO se hicieron eco de la foto apoyándola con un «Así ye: En Asturies ella nos guía», mensaje que recibió gran cantidad de críticas.
La imagen de «La Santina Queer» también llegó hasta la asociación Abogados Cristianos, que, explicó ayer a este periódico, estudiará emprender acciones legales ante lo que califican como un «ataque hacia una parte muy importante de las mujeres que no se sienten identificadas. «Es una fiesta antimujeres», expresó Polonia Castellanos, presidenta de la Fundación. «Estudiaremos el tema e igual ponemos una denuncia», confirmó, para rechazar, a renglón seguido, el mensaje que transmite la figura. «Se nos está atacando y humillando por parte de chiringuitos que pagamos entre todos».
Amparo Suárez con su madre, Aguado Love. / Cedida a LNE
La primera vez en el 8M con 85 años
Nunca es tarde para probar algo nuevo, y Amor Aguado, a sus 85 años, lo vivió ayer en sus carnes con su primera vez en la manifestación del 8M, a la que acudió en Gijón junto a su hija Amparo Suárez y su nieta. «Sabía que iba mucha gente, pero no esperaba encontrarme esto. Todo el mundo cantando y sacando fotografías. Ha estado muy bien y la gente iba muy guapa», celebraba Aguado.
Originaria de Villameca (León), pero afincada en Gijón sabe lo que es defender sus derechos desde bien pronto. «Siempre trabajé, desde joven, ahí estaba para apoyar y ahora también de mayor». Como recordaba Aguado, antes eran otros tiempos en los que no se realizaban estos encuentros feministas tan multitudinarios, pero sí contaban con el carácter reivindicativo a través de diversas asociaciones a las que perteneció.
El estreno ha sido inmejorable, afirma, y «si la salud me respeta», explica ilusionada, confía en repetir el año siguiente en la concentración donde también ha estado acompañada por amigas y miembros de la Vocalía de la Mujer de La Calzada, donde su hija Amparo Suárez ejerce la presidencia. Aguado también ha querido mandar un mensaje de fuerza al colectivo, ya que, añade, además de disfrutar también hay que reivindicar. «Ni un paso atrás, ni las mayores, ni las jóvenes».
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