Hizbulá deja de combatir en Líbano tras dos meses de bombardeos israelíes
El nuevo Ministro de Defensa, Israel Katz, lo dejó claro: las Fuerzas de Defensa de Israel sólo decretarán el fin de las hostilidades en el Líbano cuando se produzca la «capitulación» de Hezbolá. A juzgar por la ideología y la historia de la milicia chiita libanesa, cuya razón de ser no es otra que la «resistencia» contra «la entidad sionista», no parece nada fácil que sus nuevos comandantes -a la cabeza el veterano Naim Qassem tras el asesinato de Hasan Nasrallah- están dispuestos a izar la bandera blanca un mes y medio después de que las tropas israelíes comenzaran sus incursiones terrestres en el sur del Líbano. Sin embargo, más de ocho semanas de intensas ofensivas aéreas contra los bastiones de Hezbollah en todo el país han cobrado un duro precio en el potencial militar de la organización pro-Irán.
No en vano, fuentes consultadas por LA RAZÓN aseguran que en estos momentos «ya no hay combates terrestres entre Hezbolá y tropas israelíes en muchas localidades cercanas a la frontera». «Israel ha extendido su sistema antimisiles al sur del Líbano para proteger a su población y controlar el territorio sin tener que llevar a cabo una invasión terrestre», señala la misma fuente. «Como evitan utilizar dispositivos de comunicación interna y teléfonos móviles para evitar ser detectados, muchos combatientes de Hezbolá luchan sin recibir instrucciones de sus comandantes ni saber los daños que están sufriendo», añade.
Mientras tanto, Israel ha intensificado en los últimos días sus bombardeos tanto en Dahiyeh, el tradicional bastión de Hezbollah en el sur de Beirut, como en otras partes del país con la esperanza de forzar la rendición de la organización apéndice de Irán en el país. Levantino. El objetivo inmediato de Israel es el regreso de las decenas de miles de personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares en el norte del país a consecuencia del fuego de Hezbolá, algo que, en opinión del Gobierno de Netanyahu, pasa no sólo por la retirada de la milicia de la franja entre el río Litani y la línea azul, según lo establecido Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU de 2006 a cambio de que Tel Aviv se abstuviera de violar la soberanía libanesa, sino del desmantelamiento de la milicia.
Lo cierto es que, un mes y medio desde que Tel Aviv anunciara oficialmente el inicio de lo que inicialmente se definieron como «operaciones limitadas» en suelo libanés, el escenario apocalíptico para los intereses israelíes que algunos analistas vaticinaban no se ha producido. La explicación no es otra que el cambio de estrategia del Ejército israelí –con la defenestración Yoav Gallante a la cabeza – en relación con el adoptado, por ejemplo, en el verano de 2006, cuando tuvo lugar la última incursión terrestre de los Tsahal en el país de los cedros. «Con mejor tecnología que hace 18 años, están realizando una operación más prudente, con incursiones limitadas y tratando de reducir al máximo el número de víctimas», explica a este medio un politólogo que prefiere no ser identificado. La milicia chií puede haber perdido el 70% de su arsenal de misiles y cohetes tras la ofensiva israelí. Los oficiales militares israelíes afirman haber neutralizado ya la infraestructura de Hezbolá en el terreno para la producción de misiles. Por otro lado, desde hace varios días las FDI han ampliado sus operaciones contra la milicia a suelo sirio: el régimen de Bashar al Assad es aliado de Teherán y Hezbollah. Damasco es la base de operaciones de los líderes de la Guardia Revolucionaria iraní y de la milicia libanesa. Y otras milicias afiliadas a Irán y aliadas de Hezbollah operan en el país vecino y también están siendo atacadas por las fuerzas israelíes.
La falta de información sobre la realidad sobre el terreno aconseja cautela a la hora de sacar conclusiones. «Hay desinformación por ambos lados. Es imposible saber qué está pasando en la zona”, dice a LA RAZÓN el exprofesor de la Universidad de Oxford e investigador del think tank Chatham House. Nadim Shehadi. «Aunque no soy un experto en temas militares, mi opinión es que si Israel ya hubiera logrado sus objetivos militares estaríamos viendo el comienzo del regreso de los habitantes de las ciudades y asentamientos israelíes en el norte de Galilea. Y no es así», concluye.
A nadie se le escapa que, con un Hezbollah completamente decapitado en un tiempo récord, la decisión final de reconocer la derrota tendrá que tomarla el régimen iraní, del que depende directamente. Mientras tanto, la última vez que Naim Qassem se refirió a la situación fue el 6 de noviembre, cuando el nuevo secretario general de Hezbolá condicionó «el camino de las negociaciones» con Israel a que «el enemigo decidiera poner fin a la agresión».
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