La Iglesia ortodoxa, una herramienta más para la difusión de propaganda rusa en el Reino Unido
Los vínculos entre los máximos representantes de la Iglesia ortodoxa rusa en el Reino Unido y el régimen de Vladímir Putin están despertando preocupación en la esfera política británica. Varios miembros de la Cámara de los Comunes se han hecho eco en las últimas semanas del último informe del centro de pensamiento Forum for Foreign Relations, que advierte de que la deriva política del líder de la Iglesia ortodoxa en Moscú, el patriarca Cirilo I, se está extendiendo al Reino Unido y reclama la apertura de una investigación para monitorizar las actividades de todas las organizaciones benéficas vinculadas a la institución en el país. Algo que, según el informe, es necesario para verificar su independencia y para proteger la seguridad nacional.
El documento destaca que las relaciones entre el patriarcado de Moscú y la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero (ROCOR, en sus siglas en inglés) van más allá de la orientación espiritual y se extiende a los “ámbitos de la influencia política y de la propaganda”, en particular en lo que respecta a las acciones militares de Rusia en Ucrania. El líder ortodoxo en el Reino Unido, el obispo Irenei, ha evitado señalar a Rusia como el agresor en el conflicto, creando una “falsa equivalencia moral”, al mismo tiempo que ha omitido los crímenes de guerra cometidos por el Ejército ruso y el contexto en el que se ha producido la invasión de Ucrania, la cual comenzó hace una década con la anexión de Crimea.
Vínculos con el patriarca
Las declaraciones de Irenei siguen la misma línea que las del patriarca Cirilo I, quien fue sancionado por el Gobierno británico pocos meses después del inicio de la invasión. “Todas las decisiones que afectan a la Iglesia ortodoxa en el Reino Unido están refrendadas por el patriarca. Si él da el visto bueno, siguen adelante, y si no, no lo hacen”, explica a EL PERIÓDICO Stepan Stepanenko, director de investigación y estrategia de Forum for Foreign Relations, quien recuerda que Cirilo I se refirió al conflicto como una guerra “sagrada” y aseguró que cualquier hombre joven que muera en la batalla será perdonado por sus pecados.
Más allá de la retórica propagandística utilizada por los líderes espirituales de la Iglesia ortodoxa, el informe señala que las organizaciones sin ánimo de lucro vinculadas con la institución en el Reino Unido siguen operando a pesar de su adscripción política. Algo que va en contra de las normas fijadas por la Charity Commission, la comisión reguladora de estas entidades benéficas en el país. “A pesar de que no figure en sus documentos, estas organizaciones están controladas de forma efectiva por un individuo que está en Moscú, que está sancionado por el Gobierno británico y que tiene la última palabra en sus decisiones”, asegura Stepanenko.
Investigación necesaria
El informe recomienda a la Charity Commission la apertura de una investigación para comprobar si las organizaciones vinculadas a la Iglesia ortodoxa rusa cumplen con la normativa vigente, al mismo tiempo que pide que se indaguen los posibles vínculos entre los patronos de estas organizaciones y el Kremlin. Stepanenko también urge al organismo regulador británico a aclarar el origen de las donaciones recibidas por estas entidades y recuerda que ya se han demostrado casos de espionaje por parte de clérigos en Ucrania, una situación que también podría producirse en el Reino Unido a través de organizaciones benéficas encubiertas.
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Por ahora la Charity Commission no se ha pronunciado al respecto, algo que Stepanenko descarta atribuir a una falta de voluntad por iniciar la investigación sino más bien a la limitada financiación del organismo regulador. El informe también ha recibido el apoyo de varios miembros de la Cámara de los Comunes, entre ellos el diputado laborista Fred Thomas, quien participó en su presentación en el Parlamento británico a mediados de diciembre con el objetivo de poner el foco en las actividades de las organizaciones vinculadas al Kremlin en el Reino Unido y su potencial capacidad para desestabilizar el país.
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