La reforma de las pensiones apoyada por PSOE y PP agrieta de nuevo el bloque de investidura
La reforma de las pensiones del Gobierno saldrá adelante gracias al PP, pero dejando una nueva factura política a su izquierda. El acuerdo firmado con patronal y sindicatos tiene garantizado el apoyo de los dos grandes partidos, después de que Alberto Núñez Feijóo confirmara su voto favorable, pero abre una nueva grieta en el bloque de investidura, donde vuelve a quebrarse la mayoría que hizo presidente a Pedro Sánchez, con los socios habituales del Gobierno votando una vez más contra el PSOE. Una fractura, esta vez por la izquierda, después que PNV y Junts, de corte más liberal, se unieran al PP en varias votaciones en diciembre.
[–>[–>[–>[–>Los aliados habituales de Sánchez en el ala izquierda del tablero han cargado duramente contra la propuesta de pensiones, que incluye entre otras cosas la posibilidad de cobrar parte de la pensión a los jubilados que continúen trabajando, en una manera de incentivar el retraso en la jubilación. El decreto, aprobado en el último Consejo de Ministros del año, se debatirá en un pleno extraordinario el próximo miércoles 22 de enero en el Congreso, y prevé que los jubilados puedan cobrar hasta el 100% del importe de su pensión, que se compatibilizará con el salario, a partir del quinto año en que sigan trabajando una vez llegada la edad de jubilación. Una propuesta que, una vez refrendada en el Parlamento, entraría en vigor en abril.
[–>[–>[–>[–>La crítica es compartida entre los distintos partidos de izquierdas, que azuzan el miedo a retrasar aún más la edad de jubilación, ahora situada en 67 años. Además, creen que los colectivos más vulnerables pueden verse perjudicados por esta reforma, al verse empujados a continuar trabajando para mejorar su situación económica. La reforma, además de incentivar el retraso en la jubilación, también facilita la jubilación parcial y regula el retiro anticipado para los trabajadores en profesiones de riesgo.
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El rechazo de las fuerzas de izquierda amenaza con distanciar aún más al principal partido de Gobierno de sus socios parlamentarios, más aún cuando los votos del PSOE se unirán a los del PP, que mostró favorable a la medida si se rechazaban los cambios propuestos por el resto de socios de Gobierno, y que este lunes confirmó que la apoyaría. Esta alianza también genera recelos en el ala más progresista del tablero, donde ven el acercamiento bipartidista como una amenaza a las políticas de izquierdas. Mientras tanto, es previsible que la semana que viene vuelva a producirse una fractura en la mayoría de investidura, donde PNV ha mostrado su apoyo a la medida, frente al rechazo de ERC, Bildu, Podemos o BNG. En materia económica, tanto nacionalistas vascos como Junts se han posicionado con el PP en las últimas semanas, agrietando el bloque de investidura; una de las últimas muestras fue en varias votaciones de la agónica reforma fiscal que se aprobó el pasado noviembre. Aunque a día de hoy Junts no ha desvelado todavía su posición.
[–>[–>[–>[–>El ala izquierda se descuelga
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A mediados de septiembre, el Gobierno firmó con CCOO, UGT y CEOE el acuerdo para la reforma de las pensiones, y ya entonces algunas de estas fuerzas anunciaron que votarían ‘no’, a menos que hubiera cambios en la norma. ERC, EH Bildu y BNG fueron los primeros en afear al Ejecutivo la «falta de diálogo» con los partidos para un acuerdo que se había alcanzado íntegramente en la mesa social.
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«No nos sentimos concernidos por el acuerdo, ni en el contenido ni las formas. El diálogo social no puede sustituir al poder legislativo», defendió entonces el diputado de EH Bildu Iñaki Ruiz de Pinedo, que aprovechó la comparecencia en septiembre de la ministra de Seguridad Social, Elma Saiz, para criticar cómo se había gestado la reforma de las pensiones y reprochando que el pacto con los sindicatos no atendía a la realidad sindical vasca. Además, criticó que la propuesta «impulsa la edad de jubilación posterior a los 67 años, abriendo la puerta a extender la edad de jubilación sin límite«.
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[–>[–>[–>La crítica es compartida entre los distintos partidos de izquierdas, que azuzan el miedo a retrasar aún más la edad de jubilación, ahora situada en 67 años. Además, creen que los colectivos más vulnerables pueden verse perjudicados por esta reforma, al verse empujados a continuar trabajando para mejorar su situación económica.
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La reforma, además de incentivar el retraso en la jubilación, facilita la jubilación parcial y también regula el retiro anticipado para los trabajadores en profesiones de riesgo. Otro de los asuntos que más polémica suscita es que deriva a las mutuas la realización de pruebas y tratamientos en las bajas traumatológicas de los trabajadores. El objetivo es evitar retrasos derivados de las listas de espera en el sistema público, que seguirá siendo quien determine la baja y el alta de los pacientes. Una fórmula que también ha sido criticada por los habituales socios de Gobierno del ala izquierda, que creen que es una manera de promover la privatización de servicios en detrimento de la sanidad pública.
[–>[–>[–>[–>El último en pronunciarse ha sido Podemos, que en la misma línea que el resto de socios de Gobierno, ha cargado contra la reforma de pensiones por «alargar la edad de jubilación de forma encubierta», y por «forzar» a los trabajadores más vulnerables a continuar en sus puestos de trabajo para mejorar su condición económica. La formación, que tiene cuatro diputados, pidió al Gobierno la retirada de la medida, pero con los votos en la mano y una mayoría que le dará luz verde, no hay previsión alguna de que los planes vayan a torcerse.
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No ha habido reacciones desde Sumar, socio minoritario del Gobierno, que ha evitado pronunciarse sobre la reforma de las pensiones en las últimas horas, pese al apoyo cerrado que dio Yolanda Díaz a la propuesta en un primer momento: «Es una reforma que tiene medidas muy positivas para el conjunto de los trabajadores y trabajadoras del conjunto del país y que sirve para ganar derechos», defendió la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo tras la firma del acuerdo, que situó como un «ejemplo» de diálogo social.
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