También lo hemos probado con bebidas, helados o roscones de Reyes
Como una golosina normal, pero más sabrosa y con una textura crujiente. Similar a la corteza de un torrezno o a los míticos ‘Gusanitos’. Así son, en pocas palabras, las chuches liofilizadas, un negocio recién instaurado en España que parece no tener límites. Al menos, para Samuel y Miguel, dos veinteañeros que se unieron en el instituto y dirigen hoy la propuesta más exitosa de nuestro país. “A la gente le hemos caído bien por ser dos chavales naturales que pelean por un sueño”, dice Samuel. Lo que comenzó siendo un ensayo casero para probar los dulces por cuenta propia, ha terminado siendo un proyecto de éxito con más de 400.000 seguidores en la plataforma TikTok. “Nunca nos hemos enfocado en las ventas. Nuestra idea es ir cubriendo la demanda, ya que de vez en cuando rompemos stock, como ha pasado en Navidad”, añade. Pese a vender mayoritariamente a través de su página web, Frezzyks, nombre de la marca, también están presentes en puntos de venta físicos como la Belros o Sweetland con fines principalmente experimentales.
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Leoneses de nacimiento, los socios fundadores y amigos “de toda la vida”, siempre quisieron emprender juntos. Y, aunque lo hicieron a través de pequeñas sociedades, ansiaban pasar al siguiente nivel: “Ahorrábamos todo lo que ganábamos y lo invertimos en abrir esta empresa, que nadie conocía en nuestro país. Quisimos adaptarlo al mercado español con nuestras propias chuches”. Siguiendo el ejemplo de Estados Unidos o Australia, donde inició la tendencia, ellos pasaron varios meses “a base de prueba y error”. No fue hasta el 22 de diciembre de 2023 cuando las puertas se abrieron y la pareja publicó un vídeo contando su historia que alcanzó cifras estratosféricas y les permitió darse a conocer. Desde entonces las ganancias no han dejado de crecer, entre un 400 y un 900%, al igual que lo ha hecho la plantilla. Ya no están solos, sino que han podido formar un equipo de trabajo para así poder centrarse en sus estudios. Sin embargo, mantienen los pies en la tierra, conscientes de la naturaleza efímera de las redes sociales: “Que seamos virales ahora, no significa que la gente se vaya a acordar de nosotros”.
[–>12 horas deshidratadas
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Extrañas para muchos, la liofilización de chuches divide al público nacional. Lo que es una aberración para unos, se ha convertido en una delicia -un tanto exclusiva- para otros. En palabras de su creador, son “golosinas de toda la vida que han sido deshidratadas unas 12 horas, eliminando así el agua. Ellas se expanden y solo queda el sabor, concentrado, que explota en tu boca”. Él mismo aclara que, pese a ser más grandes y saciar más que las gomitas originales, tienen el mismo número de calorías o azúcares: “El sabor es más intenso y se percibe mucho más rápido”. No obstante, la textura cambia radicalmente tras la congelación. Todo depende de la composición original de la chuchería: algunas, como los míticos huevos fritos, se asemejan a la tiza o azúcar compactado. Otras, como las cerezas o los pulpos, son más parecidos a los snacks crujientes. “Cada una tiene sus tiempos para que quede perfecta, y nosotros los respetamos. Queremos que sean las mejores y nos podemos permitir indagar por nuestra cuenta”, relata Samuel.
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Autoproclamados “los más fuertes de España”, aseguran que de esta forma consiguen posicionarse en un mercado altamente competitivo. Pese a ser pioneros, a día de hoy están obligados a competir contra otras marcas que también se han ganado un hueco en el sector. “Cuando algo funciona, es lógico que la gente intente replicarlo. No lo han hecho a nuestro nivel, ya que no tienen el comodín de ser los primeros. Se ve la inspiración galáctica. Ellos están dando a conocer las chuches y eso nos beneficia”, señala el leonés. Una de ellas en Albacete, sin ir más lejos. Allí nació Mono Banano, otra de las compañías que busca un lugar para la liofilización de dulces en nuestro país. “Todo comenzó como una idea familiar con el fin de llenar una tienda de caramelos vacía”, cuenta Marco, su fundador. Apasionado del marketing y la gestión empresarial, siempre tuvo claro que su futuro era emprendedor. A día de hoy, dirige varios proyectos con un enfoque innovador y sostenible: “Diseñamos un espacio con temática selva industrial repleta de neones. El éxito fue instantáneo y eso nos ayudó a vender online”. A diferencia de los primeros, el manchego ofrece igualmente algunos productos a granel.
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Él lo tiene claro. Estas golosinas representan una revolución en el mercado. “Combinan la innovación con una experiencia única que continúa generando curiosidad a más personas y convirtiéndolo en un producto premium, casi exclusivo”, defiende. Sin embargo, los altos costes de la maquinaria, un pilar tecnológico clave, hacen de la rentabilidad algo dificultoso. “Cada máquina está valorada en miles de euros”, expone. Samuel, por su parte, relata que el precio depende del país y la capacidad, si bien las más baratas no bajan de los 5.000: “Pueden incluso llegar al millón de euros”. Dar con unas buenas herramientas es complicado, ya que no todas son aptas para deshidratar alimentos y algunas están enfocadas al ámbito farmacéutico. Eso explica que, junto a Miguel, estuviesen más de 15 meses sin cobrar un sueldo. “Es como lanzarte a una piscina vacía. Tuvimos que ganarnos a los clientes, aunque en León nos sentimos muy apoyados”, admite. Al ser una ciudad pequeña, la dupla empezó a asistir a eventos donde conocieron a otros empresarios locales: “Nos apoyaron en cuanto vieron que lo estábamos dando todo por una idea que nos hacía ilusión”.
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Una clientela femenina
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Las chuches están pensadas para todo el mundo, aunque, por ahora, permanecen ocultas para algunas generaciones. Si bien ambos empresarios creen que las ganancias se estabilizarán en los próximos tiempos, coinciden en que todavía quedan muchos colectivos por descubrirlas. “Nos encantaría que la gente las consuma como hábito y las diferencie de las convencionales”, dicen desde Frezzyks. Según confiesan, esperaban encajar con un público de su edad, universitarios de entre 18 y 25. No obstante, su cliente potencial son las mujeres de 30 años. “Nos ha sorprendido. También los niños y adolescentes que conocen la marca o las familias que las compran para probarlas en casa con sus hijos”, revela. De la misma forma, Marco ha notado una mayor presencia de ‘foodies’ o aficionados a la comida y de amantes de las redes sociales, donde el interés “ha crecido exponencialmente”, explica. Desde Albacete, distribuyen a compradores nacionales e internacionales con el fin de llegar a nuevos mercados. Y, pese a los altos costes, el modelo de negocio Mono Banano ha logrado ser beneficioso hoy en día.
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[–>[–>[–>“El futuro es prometedor”, vaticina el albaceteño, seguro de que la novedad siempre encuentra un hueco en el mercado. De momento, los jóvenes leoneses ya han tenido que descartar alguna propuesta de colaboración: “Queremos hacerlo todo bien y sin equivocarnos”. Una parte fundamental, que requiere paciencia y organización, son los controles de calidad, imprescindibles para sacar adelante un proyecto así. Ellos los han encontrado más fáciles de lo que imaginaban: “Las golosinas no las fabricamos nosotros, por lo que vienen con un control hecho. Tenemos que cumplir con unas medidas básicas de higiene y contaminación cruzada, además de tener un número de registro sanitario”. Una vez que los proyectos han alcanzado una continuidad, estos tres jóvenes se han podido permitir experimentar con otros productos, como líquidos, helados o roscones de Reyes. “Quedan resultados muy curiosos. El roscón en concreto, ya que el pan quedó muy crujiente y la crema se expandió y adquirió la textura compacta que caracteriza a las chuches”, reconoce Samuel. “Todavía necesitamos ajustar algunos aspectos según el producto que queramos”, añade Marco. Por ahora es únicamente una prueba, pero quién sabe si próximamente, la sopa, el entrecot o los yogures estarán liofilizados.
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