REAL SPORTING DE GIJÓN QUINTA GUAJES DEL TAXI MAREO
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La ruta se inicia en Cangas del Narcea, continúa en Tineo, sigue por Láneo (Salas) y hace una última parada en Grado para continuar hasta Mareo. Más de una hora en carretera, algo más de cien kilómetros de recorrido (y otros tantos de vuelta) para ir a entrenarse, de lunes a jueves, con el Sporting. Los días de partido, más de lo mismo. Jairo, Manu Pérez, Tiziano, Gabarri y Diego forman la quinta del taxi, el medio desde el que llegan a las instalaciones rojiblancas tras cruzar media Asturias desde el Occidente. «Es un orgullo jugar en el Sporting», aseguran, a LA NUEVA ESPAÑA, sobre el esfuerzo que supone para ellos y su familia. Lo hacen porque «nuestro sueño es llegar algún día a jugar en El Molinón». Nadie en el club hace más kilómetros que ellos para conseguirlo.
«Ese sí sería un buen final de viaje», comenta, tímidamente, en relación a llegar algún día a debutar en El Molinón, Jairo Fernández. Jugador del infantil B, el tinetense es de todos el que más años lleva en Mareo. «Es mi cuarta temporada», cuenta quien, durante los primeros dos años, venía a Mareo gracias a Antonio, su padre, un albañil que cuadraba sus horarios con los entrenamientos del crío para ir y venir a Gijón, en este caso, desde Tineo. «Durante los últimos dos años el club nos ha puesto transporte. Estamos muy agradecidos», apostilla Jairo, un mediocentro al que le gustaría llegar a ser como «Nacho Martín u Olaetxea». Los toca de cerca. «Soy recogepelotas en El Molinón y también en algún partido del filial en Mareo», añade con notable satisfacción. En resumen, vive casi en las instalaciones rojiblancas. «Más o menos», dice al escucharlo.
Tres años lleva en el Sporting Guillermo Gabarri, vecino de Grado y mediocentro del cadete A que pasó por el Mosconia y el Juventud Estadio antes de recalar en Mareo. Es el que «se encarga de contar chistes entre viaje a viaje», deslizan sus compañeros. Esta semana no saltará al césped. «Estoy lesionado en un tobillo. Aunque no podamos entrenar, venimos igual a tratarnos y hacer otras cosas», explica. Su compañero Diego Suárez es el único miembro de la «quinta del taxi» que falta. Se quedó en casa por un proceso febril que le ha obligado a guardar cama. Es la única razón que parece apartarles del casi diario viaje a Mareo.
El que se estrena esta campaña de rojiblanco es Manu Pérez, también mediocentro que pasó por el Mosconia, aunque en su caso es vecino de Salas. Coge el taxi en Láneo. «Solo me he encontrado una persona que me ha preguntado cómo era capaz de hacer tantos kilómetros por jugar en el Sporting. Y la verdad, no sé por qué lo dice», sentencia sobre su firme apuesta por triunfar de rojiblanco y «convertir» a parte de su familia al sportinguismo. «Sí, es que hay algunos del Oviedo, pero mi padre siempre me dice: ‘Tranquilo, yo voy a ser siempre del equipo donde tú juegues’», confiesa, con media sonrisa, el jugador del cadete B.
Toma la palabra Tiziano Carbonari, del cadete A. Él es el primero en iniciar el viaje de ida y el último en completar el de vuelta. «En total es como hora y tres cuartos o así de viaje de ida, y otro tanto de vuelta», detalla este prometedor central zurdo que también puede actuar como lateral izquierdo. Y no todo lo hace en taxi. Natural de Cangas de Narcea, Leandro, su padre, se encarga de acercarle en coche a Tineo. «Allí es donde inicia la ruta el taxi para ir luego recogiendo uno a uno a todos los compañeros», detalla Alfonso Tranche, director de entrenamientos y desarrollo de talento de las categorías inferiores del Sporting, quien se acerca a saludar a cada uno de ellos.
En Mareo el tráfico se intensifica por momentos. A los vehículos particulares de los que van bajando jugadores de la cantera, se suman varios autocares vinculados a las rutas habilitadas por el club para el traslado de jugadores. Uno llega desde Oviedo, otro desde Avilés, hay uno para jugadores de Gijón y otra furgoneta habilitada para los que vienen desde la otra ala de Asturias, el Oriente. «Tenemos un grupo de seis jugadores que vienen desde Llanes», confirman en la entidad. Son los que más distancia recorren después de la quinta del taxi. El Taxi Tineo, nombre de la cooperativa contratada para los jugadores del Occidente, se queda estacionado durante toda la tarde.
«Hacemos guardia hasta que acaban todos de entrenarse e iniciamos vuelta. Son neños tranquilos. Van con el móvil y a lo suyo. Casi no me entero de que llevo gente», cuenta Manolo Menéndez, el conductor de un taxi de cinco plazas «en esta ocasión, porque vamos rotando entre varios compañeros». Jairo, Manu, Tiziano y Gabarri se despiden mientras enfocan la cuesta que dirige a los campos de Mareo. Un día más para la quinta del taxi en la difícil y estimulante tarea de conquistar el sueño de ser futbolista del Sporting. Ganas no faltan. n
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