Estamos vivos gracias a ellos
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«Estamos vivos gracias a ellos, no tengo ninguna duda». Rocío Estepa aún tiene el susto en el cuerpo, pero no exagera cuando arma el relato. El pasado sábado ella, su marido, Aitor Suero, y dos de los hijos de la pareja, (Dora, de 23 años, y Antón, de 15) estuvieron a punto de no contarlo el pasado sábado, cuando un incendio sorprendió de madrugada, mientras dormían, a esta familia de Laviana en la casa rural de Ribadeo en la que se alojaban. El humo ya poblaba toda la casa (Rocío tuvo que recibir oxígeno posteriormente como consecuencia de la intoxicación) y las llamas comenzaban a ganar terreno por el falso techo hasta que los ladridos desesperados de «Togo» y «Alfa», los dos perros que «también son parte de la familia», consiguieron arrancar a Rocío del sueño y de una muerte segura.
La familia, que regenta la sidrería «Vientu del Norte», había recalado en Ribadeo a la vuelta de un viaje por Sevilla. La idea era reunirse allí con la hija mediaNa, Nela, de 21 años, que estudia Ciencias del Mar en Vigo y que finalmente no pudo acudir. Fue el colofón de un viaje familiar que casi acaba en tragedia. La que evitaron «Togo», un pastor australiano de cuatro años, y «Alfa’, un husky de dos.
Según relata la propia Rocío, que preside la Asociación de autónomos de Laviana (Aulav), ella había sido la última en irse a la cama, sobre las 00.30 horas y el resto de la familia ya dormía profundamente. «De repente, me despertó ‘Alfa’ llorando, pero se calló y seguí dormitando. Acto seguido fueron los dos, ‘Togo’ y ‘Alfa’, arañando y rascando la puerta de nuestra habitación como poseídos…», explica esta hostelera lavianesa para añadir que «me costó mucho despertarme, como si estuviera en una especie de sueño. Ya debíamos estar intoxicados por el humo, por eso lo llaman la muerte dulce».
Rocío Estepa con «Togo». / LNE
Cuando se incorporó a ver qué les pasaba a los perros y abrió la puerta que daba al salón «me encontré en infierno. Un muro de humo me golpeó el rostro y a partir de ahí ya son todo fogonazos en mi cabeza, con lenguas de fuego por el techo». Abrió la puerta de la calle y despertó «a voces» a su marido y a sus hijos. «También les costó reaccionar algún tiempo, imagino que por la intoxicación». Llamaron al 112 y mientras la propia Rocío y Dora cargaban baldes de agua y toallas mojadas, Aitor trataba de sofocar las llamas del techo. «Al parecer el fuego estaba quemando el tubo de la chimenea, que estaba tapado por el falso techo».
El operador del 112 les dijo que salieran de la casa inmediatamente, pero lograron refrigerar parcialmente el techo, lo que ayudó a que el incendio no se propagara a la casa vecina. «Estamos muy agradecidos porque la ambulancia llegó en siete minutos, los bomberos en diez y la Policía Local también muy pronto». Pese a la inhalación de humo sufrida por toda la familia, la única que requirió asistencia médica fue Rocío, a la que se le suministró oxígeno durante unos cuarenta minutos. Fue atendida en el centro de salud y se descartó su traslado al hospital de Burela.
«Togo» y «Alfa» / LNE
«Junto a la casa se quedaron mi marido, Dora y Antón, y nuestros ángeles de la guarda, ‘Togo’ y ‘Alfa’. Desde allí me llamaron para decirme que los bomberos habían sofocado el fuego y que nos daban permiso para recoger nuestras cosas. Así que me recogieron en el centro de salud de Ribadeo y nos fuimos de frente para casa. Llegamos a Laviana agotados, oliendo a humo, rondando las cinco de la mañana, pero todos vivos. Y estamos vivos gracias a ‘Togo’ y ‘Alfa’. Si esos dos ángeles, no hubieran estado con nosotros, seríamos portada de periódicos y abriríamos telediarios. Así que, al próximo humano que me diga ‘solo son perros’, que sepa que le retiraré la palabra de por vida. No se trata de humanizar a los animales, sino de tratarlos con cariño y respeto. Son compañeros de vida y han salvado a nuestra».
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