Milei está convencido de que habla con Dios y es su enviado en la tierra
Javier Milei ha dejado de ser una anomalía argentina. Es un problema global que se sostiene en lo que Juan Luis González, su primer e impactante biógrafo, presenta como un Gobierno de con aristas teocráticas. El autor de El loco, el libro que en 2023 le contó al mundo quién era el tertuliano televisivo que aspiraba al principal cargo electivo de este país, y que en España se conoció con el subtítulo de El hombre que obedece a su perro, acaba de publicar Las fuerzas del cielo. Secretos, confesiones y peligros de la primera presidencia mesiánica. González conoció a Milei cuando era apenas un personaje pintoresco y accedió a fuentes que le confirmaron hasta qué punto el anarcocapitalista estaba convencido de sus poderes sobrenaturales que le permitieron ser testigo de la resurrección de Jesucristo. Un año y medio después de su llegada al poder, el economista que en su juventud era blanco de azotes paternos y burlas despiadadas de sus compañeros, vive en soledad en la residencia destinada a los mandatarios en la periferia bonaerense, convencido que la cohabita con un perro muerto, Conan, mientras, a tono con su fantasía profética, habla con el Altísimo y considera a su hermana, Karina, una nueva Moisés. González sostiene que la sociedad argentina se acostumbró a que las categorías «política» y «religión» corran por andariveles distintos, en caminos que no se cruzan. El nuevo libro busca unir lo separado y lanza una pregunta inquietante sobre la compatibilidad de Conan y la democracia.
¿Cuánto de la vida privada explica la vida pública y política de Milei?
Estoy convencido de que esta es muy importante para atender y entender a su Gobierno. El famoso «triángulo de hierro» que el presidente integra con su hermana y el «asesor» Santiago Caputo, que controla los servicios de inteligencia, tiene algo en común: conocer la psicología y las biografías de ellos es central si se quiere explicar este presente. Pero la figura central es, por supuesto, el presidente. ¿Por qué Milei, que odió toda la vida la política, que la esquivó en la universidad y todo el tiempo aseguraba que nunca debería incursionarla da un giro de 180 grados? Bueno, ahí está el mesianismo, ¿no? Su éxito mediático primero y político después está muy cruzado con quién es esta persona.
Usted ha buceado en fuentes que relataron la manera en la que se presentaba Milei a sus amigos cuando afloraba cierta confianza: como un gladiador romano en una vida pasada que tuvo su primer encuentro con el difunto mastín Conan cuando, en aquel Coliseo imperial, era un león. Abundan numerosos hechos de esa naturaleza en el libro. ¿Le ha costado aceptar como verdades situaciones tan inverosímiles?
A estas alturas estoy un poco acostumbrado a esos relatos, pero en su momento me ha costado creerlo. Desde ya, Milei es una persona muy particular. En 2023 me entero que Conan, que estaba muerto, no había sido clonado cinco veces sino cuatro. Con el tiempo empecé a digerir mejor estos relatos sobre vidas pasadas, hechiceros, médiums, charlas con ángeles. Lo notable de esto es que en la Argentina actual unos detectan solo locura o delirio místico mientras que hay millones que desean y necesitan ver una posibilidad real de salvación.
¿Cuál es, después de años de inmersión en el mundo Milei y acostumbrarse a los relatos insólitos, la escena que le han contado que todavía le sorprende?
Es difícil elegir una sola pero quizá la que abre el libro: tiene 11 años, vuelve del colegio donde le hacían la vida imposible. Entra a su casa, abre el refrigerador y en eso llega su padre, Norberto, un chófer de buses, que estalla delante del niño y comienza una paliza. Lo arrastra y persigue a los gritos. Lo califica de inservible. El brazo paterno se prepara para dar su último golpe y la hermana se interpone entre ambos. Lo que hizo que ese instante de peligro se convirtiera en memorable para el actual presidente es aquello que dijo experimentar: un rayo de luz que iluminó a Karina y le dio el arrojo para frenar los golpes al punto de hacer retroceder al padre. La interpretación posterior es que bajó del cielo una fuerza y los había elegido. Debería también seleccionar otro episodio revelado por el economista Mariano Fernández, a quien el Milei adulto le cuenta los roles que tienen sus perros en la misma gobernanza, una suerte de gabinete paralelo.
¿El mesianismo es para Milei la fuente de legitimidad de su política?
Para él la política es un medio. El fin es religioso. Así se comunica con el Uno, como lo llama, que le dice al presidente que tiene que derrotar al maligno, que era el papa Francisco. Milei piensa que la legitimidad última no es la ley de los hombres, sino que es la ley Dios. Ya en el Gobierno plantea que esta es una pelea de la luz contra la oscuridad, de los argentinos del bien contra los argentinos del mal. Ellos o nosotros, algo típico de todos los populismos que, en su caso, está teñido de una religiosidad que debe conectarse con el pensamiento mágico de una parte de la sociedad.
El nuevo libro sobre Javier Milei: las fuerzas del cielo / Editorial Planeta
¿Milei habla también de esa manera con su círculo político íntimo? ¿Hay alguien de la élite que se toma en serio estos relatos o se le sigue la corriente?
Para ser parte de ese círculo es condición al menos creer que es un mesías, o creer que es un mesías o tratarlo como tal. El ministro de Economía y ejecutor del ajuste, Luis Caputo, se negaba a aceptar ese cargo. La había pasado mal como funcionario clave del presidente Mauricio Macri. Milei le pide cenar en privado. Va con Karina. Caputo lo recibe con su esposa, Ximena Ruiz Hanglin. El mandatario electo le explica por qué debe asumir la responsabilidad: se lo pide como el mismo enviado de Dios, su interlocutor. Y Caputo se transforma, lo mismo que su esposa. Toma el mando de la economía y llena al ministerio de imágenes de la Virgen. Desde ya, si alguien te dice que habla con Dios te llamaría al menos la atención. En este caso hablamos del hombre más poderoso de la Argentina. Me da la sensación de que la gente que lo quiere apoyar o que está haciendo un negocio mete este tipo de cosas debajo de la alfombra, las minimiza, creo que es una especie de autoengaño. Otras ni siquiera lo consideran. El libro viene a intentar al menos llenar ese agujero y demostrar por qué es medular.
La condición de enviado celestial le permite justificar sus decisiones.
Milei no estuvo en desacuerdo con el mercado de niños o la venta de órganos. Ha dicho que si un pueblo quiere hacer un camino para ir a un hospital, lo tienen que hacer los privados. Esta idea tan dura que marca su política está íntimamente relacionada con la rotura personal que tiene. Karina, que es la secretaria general de la Presidencia, y que se hacía conocer como «terapeuta holística, especializada en canalización angelical» y, además, en la comunicación con los animales, le manejó toda la vida las cuentas y su agenda como a un niño, le cortaba la comida. Nunca se ha desarrollado emocionalmente. Y esta absoluta falta de empatía que tiene respecto del mundo se potencia. Las palizas del padre, el bullying en el colegio, la falta de amor y parejas de un hombre que cree que el amor se puede explicar con una fórmula matemática, la ausencia de amigos, el querer que un perro lo guie desde el más allá lo habilita y estructura para ignorar el dolor social que produce.
El pudor o la inhibición son imposibles…
El politólogo norteamericano Joseph Overton había tomado la imagen de una ventana por la que pasan las opiniones que se expresan en el espacio público sin que sean directamente descalificadas. Esa ventana se corre constantemente en Argentina. Lo que en un momento sorprendía o escandalizaba se instaura como legítimo. Hace más de una década Donald Trump pudo decir que Barack Obama no era estadounidense. Fue una barbaridad, pero eso generó atención, polémica, muchos corrieron detrás. Ese es el estilo de la nueva derecha. Claro, a Trump le llevó casi 15 temporadas de su reality show, El aprendiz. Primero, una construcción mediática es la que corre el límite de lo que se puede hacer y decir en una sociedad. Entonces, todo lo que nos puede parecer patologías, y probablemente lo sean, funcionan favorablemente al menos para Milei. Lo hace de dos maneras: concita interés y legitima sus ideas, pero a la vez, esa inestabilidad, la de alguien que viste raro, sucio o mal, que no se peina, es todavía observada por mucha gente como en espejo. Dicen: bueno, se parece a mí, está tan roto y rebajado como yo, por lo tanto, lo voto. La rotura se convirtió en un activo electoral.
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