DÍA MUNDIAL DEL AHORRO | Invertir en futuro: ¿por qué el ahorro inteligente es clave?
El cambio en el funcionamiento de las pensiones ofrecerá a los ahorradores más libertad para gestionar sus fondos. / JORDI COTRINA
En los últimos 25 años, el paisaje financiero de las familias españolas ha experimentado una transformación profunda, marcada por fluctuaciones en su capacidad y hábitos de ahorro. Analizar este periodo nos permite entender no solo la evolución de la riqueza neta, sino también la creciente necesidad de una planificación financiera a largo plazo en un entorno de desafíos demográficos y económicos.
[–>[–>[–>Según datos del Banco de España y el Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de ahorro de los hogares españoles ha mostrado una notable volatilidad, condicionada por los ciclos económicos y episodios de incertidumbre, pero en promedio se ha mantenido en torno al 8-9% de la renta disponible, con picos excepcionales durante la pandemia y mínimos históricos en los años de crisis financiera dada la estrecha relación inversa entre ahorro y consumo.
[–> [–>[–>Esta oscilación refleja la sensibilidad de los hogares españoles ante los cambios macroeconómicos, pero también una resiliencia que ha permitido mantener el ahorro como un pilar fundamental de la estabilidad financiera familiar.
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Sin embargo, no solo ha cambiado cuánto ahorran las familias, sino también cómo lo hacen. En la última década, se ha producido un desplazamiento significativo desde los depósitos tradicionales hacia vehículos de inversión colectiva, especialmente fondos de inversión. En 2013, estos fondos representaban apenas el 7% del ahorro financiero de los hogares, mientras que en 2024 han alcanzado el 16,4%, según Inverco.
[–>[–>[–>Este fenómeno responde tanto a la búsqueda de rentabilidades superiores en un entorno de tipos bajos como a una mayor cultura financiera y a la necesidad de proteger el poder adquisitivo frente a la inflación. La canalización del ahorro hacia instrumentos más diversificados y eficientes es, sin duda, una tendencia positiva, aunque plantea nuevos retos en términos de educación financiera y gestión del riesgo.
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Esta tendencia es particularmente relevante si consideramos el desafío demográfico más apremiante de España: el envejecimiento de la población. Con una esperanza de vida en aumento y una tasa de natalidad en descenso, el peso de la población mayor de 65 años sobre la población activa se incrementa.
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[–>Este fenómeno demográfico tiene un impacto directo sobre la tasa de ahorro, ya que los mayores tienden a ahorrar más y a consumir menos, lo que eleva la tasa de ahorro agregada en el corto plazo; pero, por otro lado, a largo plazo, la reducción de la población activa y el aumento del gasto en pensiones y sanidad presionan a la baja el ahorro y el crecimiento económico.
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Y es que el vínculo entre ahorro, consumo y crecimiento económico es básico en la teoría y la práctica macroeconómica. El ahorro es crucial para la sostenibilidad del crecimiento económico. El capital acumulado por el ahorro familiar es la fuente principal de financiación de la inversión empresarial, lo que a su vez impulsa la innovación, la productividad y el empleo.
[–>[–>[–>En este contexto, promover la educación financiera y fomentar la planificación a largo plazo no es solo una cuestión de responsabilidad individual, sino una estrategia de vital importancia para el futuro socioeconómico de España. Ignorar la importancia del ahorro y la inversión es hipotecar la capacidad de las generaciones futuras para navegar los desafíos que se avecinan.
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