El día que Fernando Alonso estuvo más cerca que nunca del tercer campeonato en Brasil
La Fórmula 1 regresa este fin de semana a Interlagos, escenario de emociones extremas, curvas imposibles y finales de campeonato que han pasado a la historia. Pero entre todas las ediciones del Gran Premio de Brasil hay una que los aficionados españoles nunca olvidarán. Se remonta a 2012, el día en que Fernando Alonso estuvo más cerca que nunca de conquistar su tercer título mundial.
El 25 de noviembre el asturiano llegó a São Paulo con una misión casi imposible. El rival a batir era el entonces piloto de Red Bull Sebastian Vettel, que lideraba el campeonato con 13 puntos. Sin embargo, la temporada había sido un carrusel. Alonso, al volante de un Ferrari F2012, lejos de ser el mejor coche de la parrilla, había tejido una campaña casi milagrosa, impulsado por la perseverancia, el talento y una fe inquebrantable.
Antes de las vacaciones de verano, Alonso dominó el campeonato por 40 puntos, gracias a las victorias en Malasia, Valencia y Alemania. Mientras tanto, Vettel sólo había conseguido una victoria y parecía que no tenía opciones reales. Pero el verano lo cambió todo. Red Bull da un gran salto técnico y el alemán suma cuatro victorias consecutivas (Singapur, Japón, Corea e India) lo puso nuevamente a la cabeza. El título se decidiría en Brasil, en una carrera que se convirtió en un thriller con lluvia, accidentes, remontadas y drama.
El drama en Brasil
La clasificación no fue buena para Ferrari. Alonso salió octavo, aunque un penalti a Pastor Maldonado le permitió salir séptimo. Vettel, por su parte, fue cuarto, detrás de los McLaren de Hamilton y Button, y de su compañero Mark Webber. En teoría, todo funcionó a favor de los alemanes. Sólo necesitaba terminar cuarto para asegurar su tercer campeonato consecutivo.
Sin embargo, la lluvia, siempre impredecible en Interlagos, decidió tomar protagonismo. La pista estaba resbaladiza, pero no lo suficiente como para montar neumáticos intermedios. Cuando se apagó el semáforo, estalló el caos. Los Red Bull tuvieron un mal comienzo y Felipe Massa los adelantó a ambos desde la quinta posición. Vettel, atrapado en el tráfico, fue atropellado en la curva 4, hizo un trompo y quedó último, con daños visibles en su coche.
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Mientras tanto, Alonso volaba. En sólo una vuelta superó a Webber y Massa y quedó tercero. En aquel momento, el asturiano era prácticamente campeón del mundo. En el muro de Ferrari, los ingenieros contuvieron la respiración; En Red Bull, Adrian Newey estaba estudiando fotografías del RB8 para evaluar si el daño del escape permitiría a Vettel seguir compitiendo.
Contra todo pronóstico, los alemanes sobrevivieron. Al verse herido el coche, inició una subida silenciosa, adelantando uno a uno a sus rivales bajo la lluvia. Al final de la novena vuelta ya era sexto. Alonso, por su parte, se mantuvo en la pelea, aunque un pequeño error le hizo perder una posición frente a Nico Hülkenberg, el héroe inesperado del día con su Force India.
La lluvia iba y venía, obligando a los pilotos a un juego de estrategia impredecible. Alonso y Vettel montaron neumáticos intermedios demasiado pronto, tuvieron que volver a montar neumáticos lisos y el coche de seguridad neutralizó la carrera tras los primeros incidentes. En ese momento, Vettel era sexto, justo detrás de Alonso, lo que matemáticamente le daba el título, a pesar de que su coche todavía estaba dañado y su radio ya no funcionaba.
La reanudación trajo más tensión. Kobayashi y Massa adelantaron al Red Bull, relegando a Vettel al octavo puesto, pero el alemán aguantó. Cada decisión contaba, cada parada podía ser la última. Cuando volvió la lluvia faltando 18 vueltas, Red Bull no pudo detenerse. Los neumáticos intermedios no estaban listos y Vettel perdió otros diez segundos en boxes. Parecía ser el golpe de suerte que necesitaba Alonso.
Pero el destino tenía otros planes. A medida que el agua subió, los incidentes aumentaron. Hülkenberg, que lideraba junto a Hamilton, se adelantó al británico, dejando atrás al McLaren y abriendo camino a Jenson Button. Alonso ascendió a la segunda posición, tras un adelantamiento simbólico a su compañero Massa, que le cedió el paso en un gesto de equipo.
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Con Vettel séptimo y Alonso segundo, la diferencia era mínima. Un solo abandono o un error de Button habría cambiado la historia del campeonato. Incluso Michael Schumacher, en su última carrera, ayudó a su compatriota dejándole adelantar sin oposición a seis vueltas del final, garantizándole así el margen que necesitaba para ser campeón.
El resultado fue cruel. A tres vueltas del final, Paul di Resta perdió el control de su coche y cayó en la recta principal. El coche de seguridad entró en pista y la carrera acabó neutralizada. Alonso cruzó la meta segundo; Vettel, sexto. Tres puntos separaron al español de su tercer título mundial.
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