Japón se mete en el charco taiwanés y provoca la ira de China: medio millón de vuelos cancelados, conciertos suspendidos y veto al marisco
Una reunión «insatisfactoria», sentenció China. Tokio había enviado el lunes a Pekín a su encargado de asuntos asiáticos, Masaaki Tanai, para arreglar el último desaguisado bilateral, y acabó lamentando que China divulgara las imágenes de su salida. Su interlocutor, Liu Jinsong, escucha displicente con las manos en los bolsillos, sin atender ni siquiera al amago de reverencia algo humillante del japonés. Eligió para la cita un traje ajeno a los usos diplomáticos: gris, con cinco botones y sin cuello. En la memoria nacional está asociado a la revuelta estudiantil de 1919 contra el imperialismo japonés.
[–>[–>[–>No había dudas de que la convivencia sinojaponesa sería árida con Sanae Takaichi pero han sorprendido las prisas de la nueva primera ministra para torpedearla. Apenas suma un mes en el cargo y sólo dos semanas atrás se había comprometido con Xi Jinping, presidente chino, a trabajar por unas relaciones cordiales. Y entonces, sin más dilación, se metió en el charco taiwanés. Aclaró que un ataque chino a la isla sería una «situación de amenaza a la supervivencia nacional«. Esa es la gatera constitucional que faculta la intervención militar japonesa. Y desde entonces, el arrebato. La ha castigado China desde todos los frentes y amenazado con cortar los canales económicos, diplomáticos y militares.
[–> [–>[–>A Japón no le va a salir barata la fiesta. China es su principal socio comercial, con intercambios de 308.000 millones de dólares el pasado año, y un mercado indispensable para las industrias de servicios como la educación, el entretenimiento y el turismo. Y Pekín ya ha decretado la coerción económica sin mesura. Desaconsejó viajar a Japón y en apenas tres días fueron cancelados más de medio millón de billetes. Casi uno de cada tres turistas en Japón son chinos y, además, son los que más gastan. Muchas de las conexiones han sido canceladas y el turismo, que supone el 7% del PIB nacional, va a sufrir la ausencia de sus vecinos. El anuncio chino generó las inmediatas caídas en la bolsa de aerolíneas, centros comerciales e incluso fabricantes de cosméticos.
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Turismo, pesca, entretenimiento
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También ha suspendido China las importaciones de pescado y marisco japonés. La medida es otra bofetada al sufrido sector japonés: apenas unos meses atrás había levantado China la prohibición motivada por el vertido de agua de Fukushima al océano. Intentó justificar Pekín la nueva suspensión en la falta de los documentos prometidos por Tokio y acabó admitiendo que su pescado «carecía de mercado» en China por el clima político. La ofensiva se extiende a la cultura. Las distribuidoras chinas han retrasado el estreno de dos películas japonesas y retirado otra que había visto su recaudación derrumbarse en los días fragorosos. Una docena de conciertos de artistas japoneses han sido cancelados en las principales ciudades chinas, a veces con visitas policiales y escasa antelación.
[–>[–>[–>El turismo, la pesca, el entretenimiento… y en las cíclicas crisis no es extraño que caigan también las ventas de automóviles o cámaras fotográficas. El desastre explica que Tokio enviara el lunes a aquel emisario. Aún fue afortunado por ser recibido. Pekín ha cancelado en los últimos días cumbres trilaterales (junto a Corea del Sur) y desdeñado la oferta japonesa de que su primera ministra se reúna con su homólogo chino, Li Qiang, en la cumbre del G-20 en Sudáfrica.
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La línea roja más gruesa
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Ha aclarado ya Pekín que no quiere explicaciones ni matizaciones a aquellas declaraciones de Takaichi sobre Taiwán. Exige que se retracte y se disculpe. Es debatible si la reacción china es o no desmesurada; no es debatible que era la esperada. Taiwán, como le recordó Xi a Takaichi en la cumbre del APEC, es la línea roja más gruesa de la política internacional china. Su inmediata traición a un compromiso personal no es un asunto que los chinos olviden pronto.
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[–>Takaichi fue elegida en las primarias del Partido Democrático Liberal por su línea dura, en contraste con sus dos tibios predecesores. Su órdago a China le ha brindado un apoyo popular del 80%, infrecuente en su país, pero a cambio le ha generado un fenomenal conflicto de difícil solución. Esas disculpas que le exige Pekín arruinarían su reputación y probablemente su carrera política tras un mes escaso en el puesto. Y no parece que Japón pueda resistir durante mucho tiempo los embates de un país que ya arrodilló en su guerra comercial a Estados Unidos. También Japón necesita, sin ir más lejos, las tierras raras chinas para que funcione su industria.
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