La sociedad civil euromediterránea reclama un papel protagonista 30 años después del Proceso de Barcelona
En 1995, el Proceso de Barcelona abordó los retos y objetivos que las regiones del Mediterráneo tenían por delante. Ahora, 30 años después, la situación en esta área del planeta vive un contexto muy difícil, planteando infinidad de desafíos cada vez más complicados de afrontar. Retos como los movimientos migratorios o la guerra en Palestina siguen presentes, y otros como el cambio climático o el auge de los extremismos, obligan a las instituciones y a la sociedad civil a dar un nuevo paso adelante.
[–>[–>[–>Bajo este panorama, el Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMed) y la Unión por el Mediterráneo (UpM), de la mano de la Generalitat de Catalunya y la Comisión Europea por el Mediterráneo, han organizado este jueves un encuentro de actores de esta sociedad civil con un objetivo muy claro: darle a la sociedad civil un papel protagonista en la toma de decisiones. Esta jornada, celebrada en el Palau Macaya de Barcelona, ha contado con la participación de cerca de un centenar de organizaciones académicas, profesionales y actores económicos del área del Mediterráneo. Todos ellos de más de una treintena de países de los 45 que componen la UpM.
[–> [–>[–>Un actor relevante
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El encuentro ha servido, según Ana Dorangricchia, responsable de Programa de Igualdad de Género en la División de Asuntos Sociales y Civiles de la UpM, para confirmar que los mismos actores que hace 30 años «estaban comprometidos con trabajar en un sistema de gobernanza», siguen dispuestos a hacerlo de manera conjuntar para poner en marcha soluciones a los retos del pasado y los del futuro. Sin embargo, la idea sobre la que ha girado gran parte de la conversación ha sido el rol que debe tomar la sociedad civil, que, según han coincidido la gran mayoría de los participantes, debe dar un paso adelante y reclamar su puesto como un actor relevante más allá de la mera consulta.
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A su juicio, los gobiernos y demás entes responsables de la toma de decisiones deben apostar por el «diseño colectivo» de estrategias, teniendo en cuenta a estas organizaciones que habitualmente trabajan más cerca de los problemas reales de ciudadanía, e integrándolas en todos los procesos. Tomándolas, según Gemma Aubarell, directora del departamento de Cultura, Género y Sociedad Civil del IEMed, no solo como «un espacio de consulta», sino como un actor que participe «de forma activa» en los procesos de decisión y en el control posterior de los gobiernos.
[–>[–>[–>Confianza y transparencia
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El problema, sin embargo, radica en que la sociedad civil debe construir primero una relación de confianza con las administraciones. «Si queremos que la sociedad civil esté en la mesa de decisión, hay que fiarse uno del otro, y para eso, algo fundamental es la transparencia«, ha reclamado Jéremie Fosse, cofundador y presidente de EcoUnion. Se trataría de conocer no solo los datos que se usan para tomar una u otra decisión, sino también de dónde provienen esos datos. «Necesitamos más transparencia para poder hacer desde la sociedad civil un control a los gobiernos«, ha añadido.
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Para ello, reclaman la necesidad de poner en marcha un «sistema de responsabilidad compartida» que permita a la sociedad civil, las comunidades locales y otros actores del conocimiento, como los ‘think tank’, trabajar juntos para hacer propuestas que sean viables. «Aquí la sociedad civil debe tener el coraje de hacerse una crítica a sí misma. Nuestro papel no tiene que ser solo el de protestar, sino también el de estar sentados en la mesa para tomar decisiones. Hay que encontrar un equilibrio entre estas dos perspectivas”, asevera Dorangricchia.
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[–>En esta línea, y entre las conclusiones alcanzadas en este encuentro, Aubarell destaca otro gran reto: el de la gobernanza, no vista como la administración o de política, sino «de cómo trabajar mejor mediante las alianzas, y la colaboración», sobre todo en el marco de la colaboración Norte-Sur «sin censuras ni limitaciones». Porque, aunque en el Sur «es evidente que la situación no es fácil, en el Norte tampoco es fácil para estas instituciones que quieren cooperar». Especialmente, en un contexto cada vez más volátil marcado por el auge «de la extrema derecha y el radicalismo».
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