Somos un puñado de polvo que sueña en un universo que pasa de nosotros
La reconocida poeta Ángeles Carbajal Roza (Argüelles, Siero, 1959) presenta hoy, a las 19.00 horas, en la sede de Gesto Sociedad Cultural, en la Escuela de Comercio, su último libro, «Nostalgia del cielo», acompañada por el escritor Juan Ignacio González. En este nuevo poemario, que pertenece a la Colección Prúa de Poesía y que edita Difácil, la autora ofrece una reflexión íntima de la vida de fondo filosófico dando lugar a esas «epifanías» que, entre el «gozo de vivir» y la «conciencia del absurdo», definen la forma de estar en el mundo.
[–>[–>[–>¿Cómo nace este poemario?
[–> [–>[–>Es el libro de las preguntas que no tienen respuesta en el territorio de la razón, pero que dan significado de manera radical a nuestra forma de ser y estar en el mundo. Somos un puñado de polvo muy raro, porque soñamos y estamos perdidos en un fragmento invisible de un universo que pasa de nosotros. Entonces, la sensación de absurdo, la falta de sentido, se une al gozo de vivir y a las epifanías de la vida.
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Muy filosófico.
[–>[–>[–>Es una reflexión intimista, pero como todo libro tiene muchas lecturas. Una de ellas, esa reflexión intimista de la vida. Y de carácter filosófico sin ser filósofos, es decir, desde una poeta que escribe sintiendo el pensamiento y pensando el sentimiento.
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¿Y por qué ese título?
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[–>Fray Luis de León tenía nostalgia del cielo, en el sentido religioso. A mí me pareció una idea muy poderosa, porque realmente esas epifanías o esas búsquedas de plenitud, o esos encuentros de la plenitud que tenemos a veces en la vida, no deja de ser una forma de búsqueda del cielo. Me gustó su expresión. Hubo personas intentando convencerme de que cambiase de título, pero yo implacable, porque responde a la esencia del libro. Otro título estafaría al lector.
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Epifanías. ¿Esta obra lo es?
[–>[–>[–>Los poetas reflexionamos, analizamos la vida, los sentimientos, el paso del tiempo. Hay ideas que tuviste hace años y en un momento determinado aparece la manera de desarrollarla y trabajarla mejor. No sabes exactamente cuándo empiezas ni casi ni cuándo terminas, porque a veces terminas el libro y hay poemas que quitaste o cosas que quedaron fuera. Todo libro es susceptible de no acabarse nunca, de ser infinito.
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¿Qué diferencia a «Nostalgia del cielo de trabajos anteriores?
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Quizá, desde el punto de vista estilístico y demás, está más depurado que otros, que en otros libros, donde me dejaba divagar más. Yo no sé si eso tiene por qué ser bueno o malo, aunque generalmente se considera que es bueno, es como alcanzar un cierto nivel. Pero bueno, yo creo que siempre depende de cada poema. Y, luego, este paso de la reflexión vital, que en poesía es lo que haces básicamente siempre. Como decía Francisco Umbral, «la literatura o escribir es una afirmación del yo». De alguna manera es hilvanarnos a nosotros mismos. Esto que somos, que es tan fugaz todo, los cambios, la vida, el mundo se nos escapa de las manos, incluso nosotros mismos nos escapamos de nuestras manos. Escribir, hasta cierto punto, es encontrarse, atarse, sujetarse y decir: tengo una continuidad, no soy una fuga de identidades sucesivas, sino que hay algo en mí que perdura. Y eso perdura a través de la reflexión de la vida y a través de los poemas.
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¿Qué idea le gustaría que se quedase el lector cuando cerrase el libro después de terminarlo?
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Pues que, de alguna manera, de algún poema, de dos, de los que sean, identificase alguna de sus propias epifanías. Que fuese capaz de comprender un poco o de compartir, a través de los poemas, también sus propios sentimientos o sus propias ideas. Que se encontrase a sí mismo en el libro.
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Es decir, que el poemario actúe como un espejo de sus vivencias.
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Claro, que no sea algo ajeno, que no vean a otra persona que habla, sino a un yo que cuenta su historia. Aunque a lo mejor se parta de una anécdota personal, conseguir traspasar esa coyuntura hacia un sentimiento, una sensación, una idea, que sean universales y que estén dentro de todos.
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