El cáncer no solo afecta al cuerpo… también a las emociones (y desde Asturias se coordina una investigación para ayudar a los pacientes más vulnerables)
Paula Jiménez Fonseca, médica oncóloga del HUCA especializada en tumores digestivos, recibió el Premio de Salud LA NUEVA ESPAÑA en 2023
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He centrado mi labor investigadora en los últimos años en coordinar varios registros de cáncer. Entre ellos destacan los de cáncer esofagogástrico (AGAMENON) y cáncer de páncreas avanzado (PANTHEIA), del grupo de Evaluación de Resultados de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), y tres estudios pioneros en España que han analizado cómo viven el cáncer miles de pacientes: NEOcoping (neo=neoplasia, coping=afrontamiento), NEOetic y NEOpsico de la sección de Bioética de la SEOM.
[–>[–>[–>Estos últimos tres proyectos han incluido ya a más de 3.300 pacientes de 15 hospitales españoles, incluido el HUCA, que conforman el equipo de investigación NEOteam. A través de ellos, se ha generado un conocimiento único sobre emociones, decisiones, calidad de vida, forma de afrontar la enfermedad, percepción del pronóstico y bienestar psicológico en pacientes con cáncer, con el objetivo de que los oncólogos puedan ayudarles en todas las dimensiones, médicas, emocionales y sociales, de la enfermedad.
[–> [–>[–>Las conclusiones de estos estudios se resumen a continuación y permiten comprender mejor el impacto real del cáncer en quienes lo padecen, además de ofrecer claves para mejorar la atención sanitaria desde una perspectiva más humana.
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El diagnóstico de cáncer supone un choque vital que afecta mucho más que al cuerpo. Muchas personas experimentan ansiedad, tristeza, temor al futuro e incertidumbre. Las mujeres y los pacientes más jóvenes suelen mostrar mayor angustia emocional y, en quienes conviven con un cáncer avanzado, la incertidumbre sobre la evolución es uno de los factores que más malestar genera. Detectar estos síntomas desde el inicio ayuda a prevenir el sufrimiento psicológico y a ofrecer el apoyo adecuado. También se ha visto que, al finalizar la quimioterapia tras una cirugía con intención curativa, muchos pacientes sienten especial ansiedad: todavía no se encuentran recuperados para retomar su vida previa y, al mismo tiempo, temen dejar atrás el tratamiento y las visitas frecuentes con su oncólogo, que vivían como una red de seguridad.
[–>[–>[–>Cada persona afronta el cáncer de forma distinta. Mantener una esperanza realista, apoyarse en familia y amigos, adoptar una actitud activa y pedir ayuda cuando hace falta facilita la adaptación. En cambio, evitar la realidad, sentir impotencia o preocuparse en exceso empeora el estado de ánimo. En cáncer avanzado, la desesperanza y la incertidumbre aumentan el riesgo de ansiedad y depresión, mientras que encontrar sentido o propósito, incluso en los momentos difíciles, actúa como un «amortiguador» emocional. La actitud estoica, entendida como sufrir en silencio y más frecuente en varones, incrementa el sufrimiento. Por su parte, preservar la percepción de dignidad, sentir respetado y valorado, y la espiritualidad, entendida como la búsqueda de fe, sentido, valores o paz interior, reducen el malestar psicológico.
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La calidad de vida no depende solo del tumor. Edad, enfermedades previas, fragilidad y entorno social también influyen. La fatiga, el insomnio, el dolor o los efectos secundarios pueden tener más impacto que el propio diagnóstico, y la obesidad, el sedentarismo y las dietas poco saludables se asocian a peor afrontamiento y más complicaciones físicas. Conocer estos factores permite anticiparse y adaptar los cuidados para preservar la calidad de vida, incluso si el cáncer progresa.
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[–>La información y la forma de comunicarla son otro punto clave. La mayoría de los pacientes y oncólogos refieren sentirse escuchados y satisfechos con las decisiones compartidas, aunque los pacientes jóvenes y muchas mujeres, sobre todo con cáncer de mama, tienden a percibir el cáncer como más agresivo y a sobrestimar el riesgo de recaída, lo que aumenta la ansiedad. En enfermedad avanzada, la confianza con el oncólogo es esencial para hablar del pronóstico con serenidad y alinear expectativas. Los pacientes desean, a la vez, información clara y sensibilidad emocional para construir una «verdad tolerable» que les ayude a seguir adelante.
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Por último, la experiencia emocional no es igual en todos los tumores. Las pacientes con cáncer de mama suelen presentar mayor ansiedad y percepción de agresividad de la enfermedad, mientras que los pacientes con cáncer de colon suelen sentirse más satisfechos con la atención recibida. Conocer estas variaciones ayuda a personalizar el acompañamiento.
[–>[–>[–>Como resumen, los registros NEOcoping y NEOetic (ya finalizados) y NEOpsico-SEOM (actualmente en marcha) han permitido entender que el cáncer no es solo una enfermedad del cuerpo, sino también de la biografía, las emociones y las relaciones con el entorno y con el oncólogo. Este conocimiento ayuda a identificar a tiempo a los pacientes más vulnerables en lo emocional, mejorar la comunicación, ajustar expectativas, integrar el apoyo psicológico y espiritual y ofrecer una atención centrada en la persona.
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Esta investigación, coordinada desde Asturias, confirma que la calidad del cuidado influye tanto como el tratamiento médico en la vida del paciente. Los resultados de todos los subestudios, de nueve tesis doctorales, de más de 70 artículos –62 de ellos reunidos en el libro «Bioética y Cáncer: lecciones aprendidas con los estudios NEOcoping y NEOetic-SEOM» (disponible en
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https://www.seom.org /images / Libro_BIOETICA_y_CANCER_2025.pdf)– muestran que es posible ofrecer una medicina no solo más eficaz y llevadera, sino, sobre todo, más humana.
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