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El año sin Nadal en el que Alcaraz ocupó definitivamente su hueco y se cerró con la inquietante ruptura con Ferrero

El año sin Nadal en el que Alcaraz ocupó definitivamente su hueco y se cerró con la inquietante ruptura con Ferrero
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  • Publisheddiciembre 25, 2025



El vacío era inmenso, casi tangible, cuando el calendario marcó el inicio de 2025. Por primera vez en más de dos décadas, el gira ATP Comenzó sin la sombra de una larga sombra ni la esperanza de un regreso de Rafael Nadal, Definitivamente retirado después de esta emoción. Copa Davis En málaga finales de 2024.

El tenis español, huérfano de su mayor leyenda, ha vuelto su mirada unánime y casi asfixiante hacia Murcia. Carlos Alcaraz, Con sólo 21 años a principios de año, tenía la misión no sólo de competir, sino también de llenar un espacio que parecía reservado para la eternidad.

La temporada, sin embargo, no sería una simple sucesión de partidos, sino un viaje de madurez acelerada que culminaría de la forma más inesperada posible: rompiendo el último eslabón que le unía a su etapa formativa.

El año 2025 de Alcaraz será recordado como el año de su coronación definitiva, el año en el que dejó de ser “heredero” para convertirse en monarca absoluto, cerrando el año como número uno mundial y marcando récords intimidantes: 72 victorias en 80 partidos y ocho títulos -dos gran golpe– en sus ventanas. Pero bajo el resplandor de los trofeos y las estadísticas impecables, se estaba gestando una tormenta interna.

La temporada, que había servido para curar la ausencia de Nadal con victorias sobre la arcilla de París y cemento Nueva York, terminó con un fuerte golpe fuera de la pista: adiós a Juan Carlos Ferrero. La ruptura con su entrenador, mentor y segundo padre deportivo ha dejado al tenis mundial tambaleándose, planteando preguntas preocupantes.

Un comienzo con dudas

El año empezó con la resaca emotiva de la despedida de Nadal aún presente. Adentro Abierto de AustraliaPrimera gran etapa sin Manacorí, Alcaraz llegaba con la presión de ser la única referencia. Las expectativas eran altas, pero la realidad en Melbourne fue una ducha fría.

Carlos Alcaraz y Novak Djokovic, tras su último duelo en el Open de Australia

Carlos Alcaraz y Novak Djokovic, tras su último duelo en el Open de Australia

Reuters

Su derrota en cuartos de final ante un incombustible Novak Djokovic -que parecía resistirse a la rendición de la Guardia Pretoriana del ‘tres grandes‘- sembró las primeras dudas. Alcaraz parecía errático, ansioso, como si la responsabilidad de llevar en solitario la bandera pesara sobre sus piernas.

La prensa internacional cuestionó que el murciano estuviera preparado para liderar sin red de seguridad. Este revés, sin embargo, sería el combustible necesario para la reacción.

Lejos de ser oscuro, febrero trajo calma. Alcaraz optó por protegerse en el trabajo y los resultados no se hicieron esperar. Su victoria en ATP 500 Róterdam Fue balsámico, un título bajo techo que demostró su polivalencia y calmó las aguas.

Pero fue con la llegada de la gira sobre tierra batida que la historia del año sin Nadal cobró todo su significado. Alcaraz entendió que la mejor manera de honrar el patrimonio no era imitarlo, sino dominar su territorio.

La primavera de la confirmación

La temporada en tierra batida fue un monólogo. Con la ausencia de Rafa, la ‘Copa Mosqueteros’ buscaba dueño y Alcaraz presentó su candidatura con arrolladora autoridad. Primero conquistó Montecarlo, un torneo que se le había escapado, y llegó a ganar el título en Roma, enviar un aviso a los marineros antes de su llegada a París.

Pero fue en Roland Garros donde la historia le ha reservado su capítulo más épico. La final no fue un partido, fue una guerra de trincheras contra su gran enemigo generacional, Jannik pecador. Durante cinco horas y 42 minutos -la final más larga de la historia del torneo-, españoles e italianos llevaron el tenis a una nueva dimensión física y mental. Alcaraz sobrevivió a dos puntos de partido en el cuarto set para finalmente ganar en un quinto set angustioso.

Su victoria en la final de París no fue sólo un triunfo deportivo; Fue un acto simbólico que cimentó la rivalidad que definiría la próxima década. Al levantar su segunda Copa de Mosqueteros consecutiva, Alcaraz ocupa definitivamente su puesto. Ya no era el príncipe que guardaba el trono, sino el rey que reinaba sobre la tierra roja.

Carlos Alcaraz celebra su victoria en Roland Garros.

Carlos Alcaraz celebra su victoria en Roland Garros.

La imagen de Carlos celebrando en el Philippe Chatrier, Sin la sombra de Nadal sobre el torneo por primera vez, marcó el verdadero comienzo de su era.

Un verano de contrastes

Después de la gloria de París y de un breve paso triunfal sobre la hierba de ReinaEl destino se cruza nuevamente con Sinner en la catedral del tenis. Wimbledon Fue el escenario de la revancha del italiano, que, aprendiendo de la lección parisina, ofreció un final táctico y cerebral que desarmó al murciano en cuatro sets. Esta derrota en Londres Dolió, impidiendo el doblete canal-tierra, pero sirvió para reavivar el fuego competitivo de Carlos contra el cemento.

La gira norteamericana de pista dura trajo de vuelta al mejor Alcaraz. La victoria en Masters 1000 de Cincinnati Sirvió de aperitivo del plato principal: Abierto de Estados Unidos. En Nueva York, bajo las luces de Arturo Ashé, Alcaraz hizo gala de un tenis total. Su triunfo en Cerca de Flushingel segundo de su cuenta privada en la Gran Manzana, ha cerrado el círculo gran slam de 2025.

Con Roland Garros y el US Open en la mano, un total de seis mayores En su carrera y logrando el número uno del año, el debate sobre la sucesión quedó cerrado. Alcaraz tuvo la temporada más consistente y dominante de su carrera, ganando en superficies contrarias y demostrando una madurez competitiva inapropiada para su edad.

El desgaste de una relación

Pero si bien todo estaba claro en el camino, se abrían grietas en las sombras. El otoño trajo consigo un Alcaraz más serio e introspectivo. A pesar de la adición del título en Tokio y cumplir con las expectativas durante la gira asiática, algo no fluía con la naturalidad de antaño en su vestuario.

Los rumores explotaron en noviembre, durante la Finales ATP en Turíndonde, a pesar de su condición de favorito, se le vio mentalmente agotado. Y luego llegó diciembre. Lo que se suponía sería un mes de celebración y planificación para 2026 se convirtió en el escenario de la noticia más impactante del año.

Carlos Alcaraz, celebrando con su equipo, sin Ferrero, tras ganar el torneo de Tokio

Carlos Alcaraz, celebrando con su equipo, sin Ferrero, tras ganar el torneo de Tokio

EFE

Sólo 48 horas después del fracaso de las negociaciones contractuales, estalló la bomba: Alcaraz y Ferrero se separaron.

Los motivos mezclan lo económico y lo personal en un cóctel amargo. Se habla de discrepancias en la renovación del contrato del técnico, con exigencias económicas que el entorno del jugador consideró excesivas tras un año de ingresos récord. Pero más allá del dinero, hay un motivo vital: la necesidad de Alcaraz de «volar solo».

El jugador, ya hombre, reclamó mayor autonomía en el manejo de su agenda y de sus entrenamientos, chocándose con la férrea disciplina -casi paternal- que Ferrero impuso desde sus inicios en la cantera de Villena.

“Me hubiera gustado continuar”, dijo Ferrero, una frase escueta que deja claro que la decisión no fue mutua. La ruptura deja a Alcaraz ante un nuevo abismo. Conquistó el circuito con ocho títulos en una sola campaña, superó el primer año sin Nadal, pero ahora afrontará el reto más duro: mantenerse en lo más alto sin la brújula que le guió hasta allí.

2025 termina como empezó, con una ausencia dolorosa, pero esta vez es la soledad en la cima la elegida.



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