El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, despegó este domingo, primer día de la semana israelí, desde una lluviosa Tel Aviv hacia Florida, Estados Unidos, donde se reunirá el lunes con el presidente estadounidense, Donald Trump, previsiblemente en su finca de Mar-a-Lago, concretamente en su campo de golf, según especulan los medios locales israelíes.

Se espera que las conversaciones se centren principalmente en los esfuerzos de la administración Trump para avanzar en la segunda fase del plan Trump para Gaza, las crecientes tensiones entre el Líbano y Siria y la preocupación de Israel por los intentos de Irán de reconstruir sus capacidades de misiles.

Lo que se sabe es que, como Trump dijo a los periodistas a principios de este mes, Netanyahu tuvo la iniciativa para esta reunión, «quiere verme», dijo.

En una decisión inusual, según el portavoz del presidente israelí, vuela en el avión oficial Zion Wing sin periodistas y tampoco ofreció la habitual declaración antes de su partida.

Los analistas israelíes se dividen entre los que auguran tensiones entre ambos políticos y los que señalan que ambos se llevan bien y que Netanyahu sabrá ceder y también pedir a cambio.

En medio de los emotivos chismes políticos, Axios publicó un informe el viernes señalando que los principales asesores y miembros de la administración Trump, incluidos Marcos Rubio y JD Vance, el máximo diplomático y vicepresidente, han perdido la paciencia con Netanyahu porque creen que está saboteando el proceso de paz y que la próxima reunión será una prueba clave para determinar si Trump está con ellos o no.

Según el medio, Trump planea hacer varios anuncios importantes sobre Gaza a principios de enero, por lo que esta reunión es clave.

La visita se produce en un momento en que Estados Unidos tiene prisa por impulsar la segunda fase del alto el fuego en Gaza, cuyo objetivo es establecer una nueva estructura de gobierno en Gaza e impulsar la reconstrucción del territorio. Además de exigir el desarme de Hamás, la destrucción de los túneles restantes y la desmilitarización completa de Gaza, se espera que Trump presente la composición de los futuros órganos de gobierno de Gaza.

Estos incluyen una Junta de Paz, un organismo administrativo internacional que operaría bajo supervisión estadounidense, un gobierno tecnocrático encargado de gestionar la vida cotidiana en el territorio cuyos miembros no estarían afiliados a Hamas, así como el despliegue de una Fuerza Internacional de Estabilización (FSI) a medida que se reduce gradualmente la presencia del ejército israelí en el enclave palestino.

Pero la verdad es que Israel y Hamás no han firmado formalmente la segunda fase del acuerdo, y ambas partes se acusan mutuamente de violar los términos de la primera: Hamás aún no ha devuelto el cuerpo de un rehén, Ran Gvili, mientras que Israel se ha negado a abrir el cruce de Rafah en ambas direcciones, aceptando únicamente permitir la salida de Gaza.

Por ahora, el gobierno tecnocrático palestino es un punto de conflicto entre las partes, la estructura de la Junta de Paz no avanza y el reclutamiento de los países que forman parte de la FIE parece complicado por los numerosos rechazos ocurridos hasta ahora.

También se espera que Trump y Netanyahu hablen sobre Irán. En los últimos días, funcionarios israelíes han expresado la intención de Netanyahu de presentar a Trump evaluaciones de inteligencia que indican que Irán está reconstruyendo sus sistemas de defensa aérea destruidos por la Fuerza Aérea de Israel en junio, reponiendo su arsenal de misiles balísticos y continuando sus esfuerzos para adquirir armas nucleares.

La organización libanesa pro-Irán también es un problema, ya que Israel amenaza con reanudar la guerra detenida por un alto el fuego de noviembre de 2024 si el gobierno libanés no cumple el plazo de Año Nuevo impuesto por Estados Unidos para el desarme del grupo terrorista.

También se espera que Trump exprese preocupaciones sobre Cisjordania, incluidos temores de una posible caída de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), la violencia de los colonos israelíes y la retención de los ingresos fiscales palestinos.

El plan de Trump exige que la Autoridad Palestina complete un «programa de reformas» y afirma que se le podría transferir la gobernanza de Gaza, mientras que Israel se ha opuesto sistemáticamente a cualquier papel de la Autoridad Palestina en la Gaza de la posguerra.