Alberto II de Mónaco y su oposición al aborto
Cuando estudié Medicina sabía que dentro de las obligaciones del médico -lo he aprendido desde la cuna, ya que soy hijo, nieto, sobrino y bisnieto de médicos- está la defensa de la vida desde la concepción. Nadie tiene derecho a determinar si una vida humana es más larga cuando tiene 7 meses que cuando tiene 7 días. Este concepto básico, que es científico-médico y se basa en la Ley Natural -que es universal e inmutable- y no en la religión, fue ignorado por muchos políticos y legisladores en muchos países de nuestro entorno. Demasiado. El papel lo aguanta todo y también la ignorancia culpable. Aunque el catolicismo es la religión predominante en Mónaco – el 90,7% son católicos – esta cuestión va más allá de cualquier religión ya que la Ley Natural está impresa en cada ser humano.
Ahora, Alberto II de Mónaco, En su vigésimo año de reinado, ha decidido no tramitar una modificación de lo que hasta ahora era, desde 2019, una despenalización del aborto en casos de violación, enfermedad o malformación fetal irreversible. y cuando la vida de la madre esté en peligro. El proyecto consiste en legalizar el aborto hasta las 12 semanas de embarazo -hasta 16 en casos de violación- y reducir la edad de consentimiento parental imprescindible de 18 a 15 años. No es sorprendente que un príncipe ecologista, que, por tanto, ama la vidarechazar algo que vaya en contra de esa vida a la que todos tienen derecho, independientemente del momento en que se encuentre un ser humano en la vida. El príncipe monegasco se ha opuesto a la aprobación de esta ley sobre la interrupción del embarazo, conocida como perífrasis para evitar pronunciar la palabra aborto. Algo que se interrumpe puede continuar. El aborto corta de raíz la posibilidad de que el ser que la mujer lleva dentro, pero que no es la mujer misma sino un ser diferente, continúe su desarrollo por muy débil y dependiente que sea.
Este proyecto fue propuesto por el Consejo Nacional –la Asamblea de Mónaco–, compuesto por 24 miembros elegidos por sufragio universal cada cinco años. Según la Constitución, el texto, una vez aprobado por el Consejo Nacional, lo que ocurrió en mayo pasado, debía pasar al Gobierno para su estudio y, en su caso, aprobación.
Muchos critican a Alberto II por este choque con lo que llaman «soberanía nacional». Viejo dilema entre lo legal y lo lícito. A lo largo de la historia ha habido un buen número de leyes que podrían ser legales, pero ¿lo eran? Las mayorías no pueden cambiar la Ley Natural. Si una mayoría decidiera que es legal robar, esclavizar o matar, eso no lo haría legal.
El arte. El artículo 4 de la Constitución del Principado, promulgada en 1962, establece que el poder legislativo lo ejercen el príncipe y el Consejo Nacional, lo que convierte a Alberto II en colegislador. El príncipe puede convocar dicho Consejo (art. 59). Al mismo tiempo, el Gobierno (art. 43) lo ejerce el actual Ministro de Estado, Christophe Mirmand, que representa al príncipe. Las órdenes soberanas, deliberadas por el Consejo de Gobierno, son presentadas al príncipe por el Ministro de Estado y firmadas por él, lo que les da fuerza ejecutiva (art. 45), y no sólo eso, sino que la iniciativa de las leyes pertenece al príncipe (art. 66), aunque el Consejo Nacional puede hacer propuestas de ley, como en este caso. El príncipe da órdenes para la ejecución de las leyes (art. 68) y, con la opinión del Consejo de la Corona, puede disolver el Consejo Nacional (art. 74). Por tanto, los poderes de Alberto II superan a los de otros monarcas europeos. Se necesita mucho coraje para negarse a firmar algo por razones éticas y sabiendo que vas a ser blanco de todo tipo de críticas despiadadas. No importa. La defensa de las propias convicciones es obligatoria si uno quiere respetarse a sí mismo y ser respetado por los demás, máxime cuando esas convicciones llevan a defender lo más importante que tenemos, la vida, sin la cual nada sería posible.
Ni en el Principado de Andorra ni en el Estado de la Ciudad del Vaticano es legal el aborto. El hecho de que jóvenes monegascas crucen a Francia para abortar no justifica ir en contra del Derecho Natural, en contra de la naturaleza intrínseca del ser humano. El Principado prepara medidas para acompañar a la madre y apoyar a las mujeres con embarazos inesperados. Hay precedentes de esta valiente determinación. El rey Balduino de Bélgica vio suspendidos sus poderes en 1990 para evitar firmar la ley del aborto, que iba contra su conciencia, y su sobrino, el gran duque Enrique de Luxemburgo, se negó en 2008 a firmar la ley que despenalizó la eutanasia. Esto provocó una reforma constitucional en su país que implicaba que el monarca ya no sancionaría las leyes, sino que serían avaladas, reduciendo así los poderes granducales.
Ahora habrá múltiples críticas que, en realidad, honran al príncipe monegasco. Ánimo Su Alteza Serenísima.
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