así es la principal causa de muerte de recién nacidos y el caso de una condena real
Sacudir a un bebé solo durante unos segundos puede tener consecuencias fatales: desde lesiones neurológicas graves a dejarle ciego o incluso provocarle la muerte. Es lo que se conoce como síndrome del bebé zarandeado, la principal causa de muerte en recién nacidos. De hecho, uno cada cuatro niños que sufre este tipo de violencia acaba falleciendo. Y de los que sobreviven, entre un 65 y un 80% presentan secuelas neurológicas, como deterioro motor, cognitivo o retraso mental. En España, de los 450.000 niños que nacen al año, unos 100 pueden padecer este síndrome.
En Asturias, hubo un caso reciente: el de un niño de poco más de dos años en 2021. La pareja sentimental de la madre, un gijonés de 33 años, fue condenado por ello en 2023. Le cayó un año y medio de cárcel por zaranedar al pequeño, cuando se quedó a solas con él en su domicilio de Ceares. El condenado, sin embargo, siempre negó los hechos.
La fragilidad de un bebé
La Asociación Española de Pediatría explica que la cabeza de los bebés es mucho más grande respecto a su cuerpo, de hecho «supone casi el 25% de su peso». Además, los músculos del cuello son débiles e incapaces de sujetar bien la cabeza y su cerebro, el cual es más blando y con vasos sanguíneos más frágiles. De forma que al zarandear al bebé, «el cerebro golpea contra las paredes del cráneo produciendo inflamación o sangrado en el cerebro y sus envolturas, sangrado en la retina (parte posterior del ojo) y lesiones en la médula espinal a nivel del cuello».
Con todo, menos de cinco segundos de zarandeo son suficientes para provocar un daño de esta gravedad, que será mayor si termina con un golpe contra el colchón de la cuna o el sofá, advierten los expertos. Inicialmente, el bebé puede estar adormilado o poco reactivo o, por el contrario, puede estar irritable. También puede tener vómitos o convulsiones, dice la Asociación Española de Pediatría.
¿Por qué se produce?
El motivo más frecuente es un llanto inconsolable y prolongado que provoca la frustración y el enfado del cuidador, que finalmente zarandea al niño. Otra causa es el intento de reanimarlo ante una situación que el cuidador entiende como amenazante para su vida. Por ejemplo, un espasmo del sollozo, un atragantamiento o un ataque de tos. Lanzar al bebé al aire jugando no conlleva riesgo de daño cerebral, siempre y cuando el juego no sea muy violento.
“Sacudir a los bebés no es la violencia física más frecuente que se ejerce contra los niños, pero sí la que causa más muertes y más secuelas”, resume la doctora Anna Fàbregas, adjunta del Servicio de Pediatría y coordinadora del equipo EMMA-Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia del Hospital Vall d’Hebron. “Es un maltrato muy grave, es necesario que la población sea consciente del daño que puede provocar a sus hijos al sacudirlos”, subraya la doctora.
Más incidencia entre los dos y ocho meses de edad
En los casos de los lactantes que padecen el síndrome del bebé sacudido se ha observado que el desencadenante principal es el llanto continuado inconsolable del bebé. Aunque también influyen otros factores como las expectativas no realistas sobre el desarrollo del bebé, el estrés, las situaciones familiares de vulnerabilidad, violencia machista, uso de alcohol u otras sustancias, haber sido víctima de violencia en la infancia… Habitualmente, los hombres ejercen más ese tipo de violencia que las mujeres.
Los picos de incidencia se registran en niños de dos y ocho meses. “Es importante que como adultos ajustamos nuestras expectativas y sepamos que los llantos forman parte de una etapa normal en el desarrollo y que existe una gran variabilidad entre bebés en el temperamento, el patrón de llanto y los niveles de actividad”, indica la doctora Anna Fàbregas.
Cómo mantener el control ante el llanto
El equipo del Hospital Vall d’Hebrón ha detectado un aumento del número de bebés atendidos debido a traumatismo craneal abusivo. Por eso, los profesionales han elaborado un tríptico informativo donde se incluyen consejos para padres y cuidadores del bebé, con el fin de evitar el síndrome del bebé zarandeado.
- Lo primero que hay que tener en cuenta es que un bebé sano puede llorar, y mucho. Una media de dos o tres horas al día. Incluso a veces puede llorar muchas horas seguidas, sobre todo por la noche y durante los primeros meses de vida.
- Las razones de este lloro pueden ser varias: hambre, cansancio, que el pañal esté sucio o que no se encuentran a gusto por alguna otra razón.
- Hay que intentar calmar este llanto sosteniéndolos en brazos, acunarlos con suavidad, acariciarlos, darles el pecho o biberón o cambiarles el pañal.
- Si esto no funciona los especialistas recomiendan a los cuidadores “hacer relevos con otras personas que traten de calmarlos”.
- En el caso de que solo haya una persona a cargo del bebé y nota que está perdiendo los nervios, “se recomienda que lo deje en su cuna, de lado o boca arriba».
“Los primeros meses de crianza pueden ser duros porque si un bebé llora mucho o está intranquilo es posible que los padres, madres o cuidadores no puedan descansar lo suficiente y las dificultades a la hora de consolar al bebé les generen frustración”, explica el doctor César Ruiz, jefe de Sección de Neonatología de Vall d’Hebron.
A lo anterior la Asociación Española de Pediatría añade lo siguiente: «En caso de que el niño se quede sin respiración hay que cogerlo en brazos colocándolo boca abajo o manteniéndolo sentado, inclinado hacia delante y sujetando la cabeza; se le puede frotar la espalda o darle golpes suaves con la mano abierta». Pero, rematan, «nunca se debe agitar al niño.
¿Se curan los niños zarandeados?
El síndrome del niño zarandeado produce con frecuencia secuelas a largo plazo. Uno de cada diez niños que sufren un zarandeo grave, fallece, según señala la Asociación Española de Pediatría. De los supervivientes, la mitad queda con secuelas graves e irreversibles, como parálisis cerebral, retraso mental, ceguera o epilepsia.
Los niños que han sido sacudidos con menos intensidad, pero de manera repetida, pueden desarrollar dificultades para aprender a hablar, tener falta de coordinación motora o problemas de aprendizaje.
Un caso reciente en Asturias
Los hechos ocurrieron el 3 de junio de 2021. El gijonés condenado convivía con su pareja y el niño de ésta, que tenía 23 meses de edad. Por la mañana temprano había llevado a su compañera a trabajar, quedándose luego al cuidado del menor. Poco antes del mediodía, actuando «de forma negligente y sin desplegar las mínimas precauciones exigibles en el cuidado de un menor de tan corta edad», zarandeó al pequeño, según describía en su escrito de acusación de la Fiscalía.
Fueron los abuelos paternos los que al llegar al piso de Ceares se percataron que el menor estaba «con la mirada perdida, abriendo y cerrando los ojos», por lo que avisaron a la madre del niño, que alertó a los servicios sanitarios. El pequeño fue trasladado al Hospital de Cabueñes, donde llegó alrededor de las 13.40 horas. De ahí lo derivaron a la UCI pediátrica del HUCA, sobre las 15.23 horas. Las lesiones que presentaba el menor le produjeron una encefalopatía con daño de tronco cerebral, y falleció. El hombre fue detenido por los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev) de la Policía Nacional. La condena llegó en 2023 con un año y medio de cárcel y el pago de una indemnización de 90.000 euros a cada uno de los padres biológicos del niño.
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