Así ha funcionado la propaganda de Israel durante dos años de guerra en Gaza
El ejército israelí bombardeó el pasado 25 de agosto el hospital Nasser de Gaza, por enésima vez en dos años. Lanzó una misil, acudieron sanitarios y periodistas al lugar afectado, y en ese momento descargaron contra ellos un segundo proyectil. Murió una veintena de personas, entre ellas cinco periodistas de televisiones y agencias internacionales como AP y Reuters. Esos fueron los hechos, que pudieron seguirse en directo en todo el mundo porque había una cámara apuntando hacia el lugar del ataque. El relato de Israel, sin embargo, resultó en un vaivén de versiones contradictorias a medida que aumentaba la ira internacional.
Primero, el portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés), Effie Defrin, lamentó los hechos y apuntó a que se trataba de daños colaterales. “Israel no dispara intencionadamente contra civiles. Informar desde una zona de guerra supone riesgos enormes, especialmente cuando una organización terrorista como Hamás se esconde cínicamente tras la población civil”.
Pero la presión internacional siguió creciendo. El momento del asesinato aparecía en bucle en las cadenas de televisión de todo el mundo. El presidente estadounidense Donald Trump dijo que “no estaba contento” con el ataque. Israel cambió de táctica. Intervino el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y dijo que se había tratado de un “percance” que lamentaba.
A los pocos días, en un nuevo giro de guion, las FDI presentaron una presunta investigación interna en la que aseguraban que el ataque había sido en realidad intencionado y dirigido contra “una cámara de Hamás” que grababa los movimientos de sus tropas. Tres versiones para intentar contrarrestar las quejas de sus aliados, de Washington a Berlín.
Así funciona la Hasbará o «explicación»
Aquello fue un fallo de comunicación de una maquinaria de propaganda normalmente muy bien engrasada, la llamada Hasbará, “explicación” en hebreo. Un entramado de miembros del Gobierno, portavoces, lobbies en los distintos países y una legión de “amigos de Israel” que ahora operan especialmente en redes sociales, amplificando el mensaje de Tel Aviv.
Un sistema alimentado con centenares de millones de euros en Israel y Estados Unidos que ha sido vital en la historia de este pequeño país de Oriente Próximo, rodeado de enemigos y cuya existencia, consideran, depende en gran medida del apoyo de las grandes potencias, especialmente Estados Unidos y Alemania. Si pierden su favor, los miles de millones en ayuda militar y los miles de bombas Made in USA, su continuidad peligra. Por ello, no escatiman esfuerzos para defender su versión de los hechos, recurriendo a menudo a mentiras palmarias y desacreditadas por decenas de organizaciones humanitarias, testigos sobre el terreno e investigaciones periodísticas.
“Israel gasta más que ningún otro país del mundo en propaganda. Este año 2025, ha aumentado en 150 millones de dólares el presupuesto para Hasbará. Están enviando a influencers proisraelíes a Israel, pagan más anuncios en Google… Según filtraciones a la prensa, las FDI han lanzado una campaña de difamación relacionando a los periodistas palestinos con Hamás para “vender la legitimidad de su asesinato”, explica Antony Loewenstein, ex corresponsal en Jerusalén, periodista independiente, cineasta y autor de ‘El laboratorio palestino’. “El objetivo es conseguir más apoyo de los evangélicos estadounidenses, por ejemplo. Los amigos de Israel (judíos, algunos trumpistas, conservadores o los propios evangélicos) usan el material contra sus oponentes políticos. También tienen la esperanza de que los más sensibles a la causa palestina cambien su posición. Pero no está funcionando: la opinión pública en Europa, Estados Unidos, Latinoamérica o Australia ha girado de forma sustancial desde el 7 de octubre hasta una oposición frontal a las políticas israelíes y un apoyo más fuerte hacia Palestina, según las encuestas”.
Trabajadores humanitarios ejecutados y enterrados
En abril de este año, el ejército israelí asesinó a 15 trabajadores humanitarios en el sur de Gaza. Luego, los enterró con excavadoras. Al principio, Israel dijo que sus soldados dispararon porque el convoy se acercaba “sospechosamente” con las luces apagadas y que no habían avisado de su presencia a las FDI. Pero afloraron vídeos que contradecían esta versión. Se veían claramente las luces de las ambulancias de la Media Luna Roja palestina y los coches de Naciones Unidas eran perfectamente identificables. Luego dijeron que media docena de los muertos eran miembros de Hamás, sin prueba alguna. ¿Por qué los habían enterrado? Para protegerlos de los animales salvajes, añadieron. Versiones similares fueron utilizadas para justificar el asesinato de varios trabajadores de la organización humanitaria internacional World Central Kitchen.
Con ese esfuerzo de despiste, Israel ha conseguido al menos ganar tiempo. 700 días de guerra contra Hamás en los que ha borrado Gaza de la faz de la tierra (el grueso de los edificios de la Franja han sido pulverizados o dañados), gracias a la mayor campaña de bombardeos sobre una ciudad de la historia moderna. La respuesta a la matanza perpetrada por el grupo islamista el 7 de octubre de 2023, en la que murieron 1.139 personas (en su mayoría civiles) y 250 fueron secuestradas, está siendo investigada ahora por presunto genocidio en la Corte Internacional de Justicia. Hay más de 62.000 palestinos muertos; ocho de cada diez, civiles, según informes israelíes.
Ni la embajada de Israel ni conocidos actores de la diplomacia pública israelí en España, como Roni Kaplan, asesor del ministerio de Exteriores y ex portavoz de las IDF, han querido hablar sobre el asunto con este periódico.
“Discurso legitimador”
“La Hasbará ha sido históricamente para Israel una pieza clave, porque sirvió para instalar en la opinión pública mundial un discurso legitimador del país como Estado-nación para un pueblo judío perseguido”, explica a EL PERIÓDICO Isaías Barreñada, profesor en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. “Se trata de vender un relato fuera del país y cultivar unas relaciones favorables a Israel que pueden desempeñar un papel muy importante en un momento tenso o crítico como el actual. El problema es que el enorme esfuerzo invertido en Hasbará desde la independencia de Israel se está viniendo abajo, tanto por el genocidio en Gaza que está siendo investigado en La Haya (especialmente grave para un país que justificó su existencia por haber sufrido un genocidio) como por el hooliganismo de algunos oficiales, como el embajador ante Naciones Unidas que trituró la carta de la ONU en la Asamblea General”.
Un niño huye de un bombardeo en Gaza. / Omar Ashtawy/APA Images via ZUMA / DPA
Durante esta guerra, la Hasbará ha conseguido a menudo colocar su mensaje, especialmente al comienzo. Distribuyó un bulo sobre la presunta decapitación de 40 niños por parte de los milicianos palestinos, que fue replicado millones de veces. En España, fue distribuido en redes por la organización proisraelí ACOM, publicado en medios de comunicación y compartido por autoridades políticas como Isabel Díaz Ayuso o Borja Sémper. Parecía creíble en medio del torrente de imágenes de asesinatos por los milicianos de Hamás en un festival de música y en los kibutzim hebreos. Pero resultó una información falsa.
Bombardeo israelí en un edificio alto en la tira de Gaza / Europa Press/Contacto/Omar Ashtawy
“La Hasbará funcionó bien también, por ejemplo, cuando dijo que los misiles que habían provocado una matanza en un hospital gazatí al principio de la guerra no eran misiles israelíes sino cohetes desviados de Hamás. Sirvió para sembrar la duda y para fijar el discurso de que Israel había sido agredida por un acto terrorista y tenía derecho a defenderse”, recuerda el profesor Barreñada.
Poco importa al primer ministro israelí. Benjamín Netanyahu ha asegurado este mismo lunes que si tiene que elegir entre vencer a sus enemigos y la buena imagen de Israel, elige lo primero. Pero las encuestas apuntan a un problema serio de apoyo entre sus principales aliados. Ocho de cada diez alemanes se oponen a la ofensiva de Israel en Gaza y seis de cada diez jóvenes demócratas estadouniedenses están más del lado de Hamás que del de Israel en esta guerra.
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