Cancios
Pasé parte de mi juventud cantando asturianadas. Aunque no eran muy frecuentes en mi tierra occidental, salvo las vaqueiradas, ese virus musical me lo inocularon mis amigos de la zona central. Siempre terminábamos nuestras comidas de cordero en la hoguera cantando "Ecos de Quintana" cualquiera "reunir". O habaneras del tipo "soy de verdicio" y muchos otros temas populares de la región. Lanzar unos rebozuelos era lo más habitual, en el torno e incluso debajo de un castaño. ni a la "repugnantes" Eso les molestaba, a menos que desafinaran. Algunos incluso se sumaron al coro espontáneo, proponiendo nuevas canciones y los mayores corrigiendo la entonación o la letra. A nadie se le ocurrió decir en aquella época, allá por los años setenta u ochenta del siglo pasado, qué se debía cantar o cómo hacerlo. De ninguna manera fue insinuado desde el poder. Los periódicos solían incluir suplementos sobre canciones como la promocionada por "Tomasín" Vázquez-Prada, o con el paso del tiempo concursos dignos como el que organiza Carlos Jeannot. Pero no me queda claro que estas loables iniciativas tuvieran mucha influencia en el impulso cantor de esa sociedad y ciertamente de nuestra generación, ni en la posterior proliferación de grupos folclóricos que utilizaron esa herencia colectiva más bien para explorar objetivos de naturaleza política.
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