China anuncia un centro de operaciones internacional para el yuan digital en Shanghái para mitigar el protagonismo del dólar
China trabaja por establecer un nuevo sistema de divisas múltiple en la economía que le permita arrinconar la hegemonía estadounidense, internacionalizar el yuan y promover un sistema monetario global multipolar. Para ofrecer esta alternativa y en un contexto de tensiones comerciales y creciente competencia tecnológica, el Banco Popular de China (BPC, central) ha anunciado la creación de un centro de operaciones internacional para el yuan digital en Shanghái. No se ha concretado todavía cuando empezará a operar ni algunas de sus funciones específicas pero sí ha quedado claro que busca mitigar el protagonismo del dólar en los intercambios internacionales.
Pan Gongsheng, gobernador del Banco Central, ha avanzado que la nueva arquitectura “fortalecerá el sistema y protegerá mejor la estabilidad financiera global”. Gongsheng ha argumentado la necesidad del nuevo centro por los riesgos de que las turbulencias económicas del único país que maneja la manivela del dólar se contagien al resto. El viento sopla a favor del plan chino. La credibilidad estadounidense sufre con los impredecibles vaivenes de Donald Trump. Tanto aliados como rivales padecen los mismos castigos arancelarios, su política de “América lo primero” supone la retirada de las instituciones globales y el dólar se ha devaluado un 10% en el primer semestre.
En la seguridad del dólar ha descansado su éxito durante décadas y muchos ahora temen que las tensiones geopolíticas disuelvan sus reservas. En palabras de Pan: «es inevitable que el emisor de la divisa hegemónica sienta la irrefrenable tentación de utilizarlo como arma». Rusia, Irán o Corea del Norte han sufrido sanciones comerciales que Pekín ha criticado con fuerza. Esa estrategia alcanzó su cima cuando Washington congeló 300.000 millones de dólares de reservas rusas tras la invasión de Ucrania e incluso coqueteó con la idea de confiscarlas para destinarlas a su reconstrucción. Marcos Rubio, secretario de Estado estadounidense, ya alertó años atrás de que si la desdolarización continúa, en unos años Washington “no podrá sancionar a nadie”.
“Veremos un repunte en la desdolarización durante el mandato de Trump pero será marginal. La tendencia ha sido gradual en los últimos años y solo se acentuó tras la invasión a Ucrania y la congelación de las reservas en dólares de Rusia. Eso fue una advertencia para China de que el dólar puede ser usado como arma”, señala Leah Fahy, experta en China de Capital Economics. “Ha habido claramente una pequeña pérdida de confianza en Estados Unidos como refugio seguro pero las cosas parecen estabilizarse. Podremos ver un incremento del comercio entre China y los mercados emergentes en yuanes pero ninguna divisa amenazará la hegemonía del dólar”, continúa.
La divisa dominante es un fiel termómetro geopolítico. La libra inglesa relevó en el siglo XIX al florín holandés y el dólar se impuso tras la Segunda Guerra Mundial. En este siglo es razonable que China reclame un hueco para su divisa. En 2015 ya inauguró su esperadísimo Sistema de Pagos Internacionales o CIPS que permite a las instituciones financieras ofrecer servicios transfronterizos de entrada y salida a China en yuanes. No le faltan armas. Su comercio internacional superó los seis billones de dólares el pasado año y es el principal socio de 150 países. En los últimos años, ha fortalecido el yuan en varias industrias (energía, infraestructuras…) y regiones. China anunció en febrero que ha firmado ya tratados bilaterales de pase de divisas (SWAP) con 40 bancos centrales de todo el mundo y ha permitido el uso del yuan en 31 bancos de 33 países. Renovó su acuerdo SWAP con Argentina de 5.000 millones de dólares a pesar de la presión estadounidense y ha pactado el yuan en su comercio con Brasil. En las compras de gas ruso o petróleo iraní participan pequeños bancos chinos ajenos a la divisa estadounidense. Y así ha profundizado el yuan su huella. En 2019 era usado en el 2,2% de los pagos globales y cinco años después se ha doblado al 4,33%.
El popular Bank of China (PBOC) ha anunciado el establecimiento de un Centro de Operaciones Internacionales para Yuan Digital en Shanghai / EFE
Regular entradas y salidas
Desbancar al dólar es quimérico, y por eso le basta a Pekín con mitigar su omnipresencia. A China le falta la liquidez y profundidad del mercado estadounidense y contra su expansión confabula el férreo control gubernamental de sus flujos. La entrada o salida de yuanes está fuertemente regulada para evitar la masiva fuga de capitales y otras amenazas a la estabilidad interna.
“China tendría que avanzar hacia un mercado con libertad de movimientos de capital para que el yuan avanzara más rápido en el mundo y eso les impedirá ir mucho más lejos. Ese tipo de mercado conduciría a un éxodo de capitales de China que está estrictamente controlado aunque no siempre con éxito”, asegura Stanley Rosen, profesor de Ciencia Política en el Instituto Estados Unidos-China de la Universidad de Carolina del Sur. “Los chinos no quieren hacer del yuan lo que ha sido el dólar en la economía global, así que trabajarán en los márgenes, con países individuales con los que comercian, y reduciendo gradualmente sus reservas del Tesoro estadounidense”, termina.
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