China responde a Trump con aranceles del 10% y el 15% a productos agropecuarios de EEUU

Tarifas a los sectores agrícola y ganadero, una veintena de compañías en la lista negra y denuncias en la Organización Mundial del Comercio. La última y anunciada andanada china sigue la senda hacia el choque comercial de las dos grandes potencias económicas. Tan pronto entraron en vigor los aranceles estadounidenses, Pekín aprobó los suyos y ya espera la respuesta de Donald Trump, presidente estadounidense, en una espiral ya conocida.
Había anunciado Trump en la víspera que no esperaba «excesivas represalias». Horas después gravaba Pekín con el 15% importaciones como el pollo, el trigo y el maíz, y con el 10% la soja, el sorgo, la carne de res y cerdo, lácteos, frutas y verduras. El Ministerio de Comercio ha añadido a 15 compañías estadounidenses a una lista que exige un permiso especial para recibir material de doble uso civil y militar. Y otras 10 empresas han recibido la luz roja para cualquier tipo de actividad económica con China por venderle armas a Taiwán. Las medidas estarán vigentes el 10 de marzo y está previsto que le cuesten millones de dólares al sector primario estadounidense.
Trump ya insufló ánimos ante unos tiempos áridos. «A los geniales ganaderos de Estados Unidos: Estad listos para producir un montón de productos que serán vendidos dentro de Estados Unidos. ¡Divertíos!». Es probable que necesiten algo más que ánimos. El mercado chino cuadriplica en consumidores al estadounidense. Es el principal destino de sus exportaciones agrícolas, con el 17% del total, que el pasado año sumaron casi 30.000 millones de dólares. No parece que los «geniales ganaderos» vayan a salir indemnes de las trabas chinas.
«Esta práctica estadounidense desprecia los hechos, las reglas de comercio internacional y las posturas de todas las partes, y es un típico acto de unilateralismo y matonismo», ha denunciado este martes el Ministerio de Comercio chino. En la guerra comercial, tercamente descrita como un ojo por ojo y diente por diente, no juegan China y Estados Unidos el mismo papel.
Guerra al fentanilo
Responsabilizar a la primera equivaldría a culpar a Ucrania por defenderse de Rusia. La guerra, ahora y en su primer mandato, fue declarada por Trump. China responde a cada salva con lo mínimo para no parecer acobardada frente a la opinión global y la propia mientras insiste en la negociación. Si ocho años atrás Trump justificó los embates en el desequilibrio comercial, ahora apunta al fentanilo.
Pekín defiende su eficaz lucha contra esa droga, subraya que Estados Unidos no ha detectado ni un solo alijo proveniente de China en los últimos años y recuerda que Joe Biden aplaudió sus logros antes de abandonar la Casa Blanca. La culpa de la mortandad, apunta Pekín, es de la demanda creada por la industria farmacéutica estadounidense y señalar a otros, añade, no resolverá el problema.
Discrepa Trump y su secretario de Estado, Marco Rubio, acusó a China de someterla a «una guerra del opio a la inversa». Es improbable que Rubio, un halcón antichino, pudiera encontrar un ejemplo más desafortunado. Aquel episodio, que epitomiza el colonialismo atroz, aún atormenta a los chinos casi dos siglos después. Inglaterra, la primera potencia entonces, inundó de opio a China, ahogada en su autocomplacencia, a pesar de la negativa imperial.
Tambores de guerra
La primera guerra comercial terminó con un acuerdo en 2020 por el que China se comprometió a comprar 200.000 millones de dólares adicionales de productos estadounidenses. La irrupción del coronavirus impidió que Pekín lo cumpliera. Tras el paréntesis de Joe Biden, que no retiró ninguno de los aranceles de Trump, vuelven los tambores de guerra.
El fragor arancelario coincide con la apertura de la Asamblea Nacional Popular, el legislativo chino, que dictará las líneas maestras políticas y económicas. Protegerse contra la hostilidad estadounidense ha ocupado a los gerifaltes chinos durante los últimos años. Es seguro que el primer ministro, Li Qiang, insistirá el miércoles en su discurso inaugural en estimular el autoconsumo y la autosuficiencia tecnológica.
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