Clasifican un invento que podría comprometer la defensa nuclear de la OTAN, como secreto de Estado
La televisión pública alemana ARD informó esta semana sobre un caso tan extraordinario como insólito: aparentemente, un hombre habría desarrollado en su tiempo libre una idea que, en las manos equivocadas, podría poner en peligro la seguridad nuclear de la OTAN. El individuo, identificado como Baran D., presentó una solicitud de patente en una oficina del Instituto Alemán de Patentes en Renania del Norte-Westfalia y posteriormente recibió una carta informándole que su invención había sido clasificada como secreto de Estado. El caso no tiene precedentes entre las aproximadamente 60.000 patentes que se registran cada año.
No es una novedad que una patente sea clasificada como secreto de Estado, ya que Algunos inventos, especialmente los relacionados con la seguridad y las armas, podrían suponer un riesgo si cayeran en manos de adversarios. Sin embargo, este caso llama mucho la atención porque el inventor no está vinculado a ningún centro de investigación, universidad o empresa del sector armamentístico, como suele ocurrir con las patentes clasificadas relacionadas con el Ministerio de Defensa. Por el contrario, habría desarrollado su creación de forma independiente, utilizando únicamente su ordenador, su curiosidad y leyendo trabajos científicos disponibles en Internet. Un conocido le habría ayudado con algunos cálculos de física e ingeniería para desarrollar su idea.
Según una carta citada por la ARD que el hombre recibió en su buzón, sin certificación, Si el invento se hace público en otro país, podría poner en duda la capacidad de disuasión nuclear de la OTAN. Por este motivo, se requería máxima discreción y se le prohibía compartir la información con cualquier persona o entidad. Más allá de esta comunicación, el inventor no habría recibido apoyo ni protección adicional por parte de las autoridades, ya que cualquier intervención podría revelar su identidad y ponerlo en peligro.
En estos casos, al parecer, cuando una invención se considera de especial relevancia estratégica, las autoridades la custodian y deciden su posible desarrollo, lo que de facto equivale a una expropiación intelectual. Si el Estado decidiera desarrollar la idea, lo haría bajo el más estricto secreto. y el autor podrá recibir una compensación económica.
El caso se hizo público no porque el inventor desobedeciera a las autoridades al contactar con los periodistas, sino por un hecho inesperado durante el proceso de clasificación: la oficina de patentes le preguntó si había utilizado algún tipo de inteligencia artificial en el desarrollo de la invención. Según la respuesta recibida, si la información hubiera sido compartida con una IA ya no podría catalogarse como secreta, ya que haber subido los datos a la nube no podía garantizar la confidencialidad. El contenido de la invención sigue siendo desconocido por razones obvias, ya que su creador desea explotarla comercialmente, Pero aseguró al canal que contempla patentar su producto en Estados Unidos o Canadá, desanimado por la burocracia alemana, que lo mantuvo en vilo durante meses.
Las patentes secretas las gestiona la llamada Oficina 99, con sede en Múnich.. Los proyectos que gestiona son tan sensibles que no existen estadísticas ni registros públicos sobre ellos. En caso de clasificación como secreto de Estado, los inventores pueden recibir una compensación. La oficina existe desde la década de 1950 y se desconoce cuántas personas trabajan allí. Su nombre hace referencia al párrafo 99 de la antigua ley de procedimiento penal, relativo a secretos de Estado y cuestiones que puedan poner en peligro la seguridad nacional.
Si un inventor considera que su idea podría ser peligrosa en manos de otros, la oficina de patentes recomienda, según el periódico «Die Welt», entregar la documentación en un sobre doble cerrado, indicándolo ya en el primero. Los ámbitos más sensibles que suelen verse afectados por esta clasificación como secretos de Estado suelen ser las armas, la energía nuclear y el cifrado de información. El período de protección de estas patentes, que normalmente es de dos décadas, puede ampliarse en el caso de invenciones clasificadas como secretas.
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