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cómo los ‘microgolpes’ están cambiando la política en Europa y América Latina

cómo los ‘microgolpes’ están cambiando la política en Europa y América Latina
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  • Publisheddiciembre 25, 2025



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Los ‘microgolpes’ son procesos sutiles mediante los cuales los gobiernos democráticos erosionan la democracia utilizando reformas legales y control institucional sin recurrir a la fuerza.

Países como Polonia, Hungría, Venezuela, Nicaragua y El Salvador han experimentado microgolpes, donde el Ejecutivo amplía su poder y reduce la independencia judicial y mediática.

El fenómeno se caracteriza por reformas graduales, captura de organismos de control y campañas de desinformación en las redes sociales, lo que dificulta la reacción ciudadana e institucional.

Los organismos internacionales están desarrollando nuevos indicadores para detectar esta degradación democrática, que no siempre se refleja en la mera celebración de elecciones.

En los últimos años ha habido un aumento en fenómeno político Difícil encajar en las categorías clásicas: los llamados «microgolpes». No se basan en el uso de la fuerza con tanques en las calles o reuniones militares, sino Procesos más sutiles en los que gobiernos, parlamentos o tribunales superan los límites de la ley. para acumular poder.

Lo hemos visto en los últimos años en territorio europeo en Polonia cualquiera Hungríadonde gobiernos elegidos democráticamente como Libertad y Justicia o Víctor Orban Han llevado a cabo reformas que les permiten influir decisivamente en los tribunales, los órganos de gobierno de los jueces y los medios de comunicación públicos.

Un fenómeno cada vez más común también en América Latina con la Venezuela de Nicolás Maduro, El Salvador de Nayib Bukele o el de Nicaragua daniel ortega como máximos exponentes de estas guerras silenciosas.

En PoloniaLos cambios en las reglas de nombramiento, jubilación y disciplina judicial han reducido la independencia de los jueces, mientras que los jueces críticos están públicamente desacreditados.

En Hungríala combinación de rediseño de distritos electorales, control de los medios y reformas institucionales mantiene elecciones competitivas en apariencia, pero cada vez menos justas en la práctica.

En América LatinaVarios casos muestran esta lenta erosión de la democracia: en Venezuelala captura de la Corte Suprema, el uso prolongado del estado de emergencia y la práctica anulación de la Asamblea Nacional fueron vaciando el sistema desde adentro hasta consolidar un régimen casi plenamente autoritario, todo ello a través de decisiones «legales» encadenadas.

En Nicaraguael control del poder judicial y del organismo electoral, la ilegalización de partidos de oposición y el cierre de medios críticos también se hicieron paso a paso, utilizando leyes y sentencias para dar apariencia de normalidad institucional.

En Salvadorla destitución de magistrados constitucionales y del fiscal general por una mayoría progubernamental, seguida del respaldo judicial a la reelección presidencial y reformas para prolongar el poder, ejemplifican un microgolpe respaldado por votos y normas, no por tanques.

Una erosión de la democracia

Todos estos ejemplos comparten varias características: el uso estratégico de reformas constitucionales y legales para ampliar el poder del Ejecutivo, la captura gradual de instituciones de control como tribunales y órganos electorales, y la creciente presión sobre la prensa, las ONG y la oposición a través de leyes sobre «extremismo», «noticias falsas» o seguridad.

La democracia no se suspende de repente, sino que se erosiona y vaciamiento de contenido, hasta que todavía sea posible votar, pero en realidad cambiar el gobierno se vuelve cada vez más difícil.

Estos microtrazos Suelen combinar tres ingredientes: reformas legales adaptadas a sus necesidades, captura de las instituciones de control y campañas de desinformación para deslegitimar a la oposición. El resultado es que, sin suspender formalmente la democracia, su funcionamiento real queda vaciado de contenido.

La clave de estos procesos es que avanzan paso a paso, lo suficientemente pequeños como para no provocar una reacción inmediata, pero acumulativos en el tiempo. Cada cambio se presenta como técnico o necesario, lo que dificulta que los ciudadanos perciban el conjunto como un giro autoritario.

El papel de las redes sociales

la rLas redes sociales se han convertido en un arma central de esta nueva forma de erosión democrática. Sirven tanto para atacar a periodistas y jueces incómodos como para construir una narrativa de victimismo permanente, donde cualquier crítica se presenta como parte de una conspiración o un intento de «golpe blando» por parte de los adversarios.

Al mismo tiempo, Las oposiciones en estos países se enfrentan a un dilema: Si denuncian con demasiada fuerza estos microgolpes, pueden parecer alarmistas; Si reaccionan tarde, se encontrarán con un tablero ya inclinado contra ellos. Esta tensión explica por qué la respuesta política e institucional suele llegar cuando el daño ya es difícil de revertir.

Las organizaciones internacionales y las ONG de derechos humanos han comenzado a desarrollar indicadores específicos para medir esta lenta degradación democrática. Ya no basta con contar las elecciones; También debemos considerar la independencia judicial, la libertad de prensa, la presión sobre las minorías y la transparencia en el uso del poder.

Comprender los microgolpes es clave para no reducir la política a una lucha entre bandos. Nos permite ver que la batalla central no siempre es entre izquierda y derecha, sino entre quienes aceptan las reglas del juego democrático y quienes intentan configurarlas a su favor sin reconocerlo abiertamente.



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