el apasionante viaje por su obra en Asturias
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La destrucción del chalet de Tumballobos, que se llevó por delante la gran riada de septiembre 1921, es una historia muy conocida en Grado. Pero probablemente no tantos sepan de la magnitud de la figura del arquitecto que diseñó la vivienda, levantada por encargo del indiano Valentín Sarasola. Fue una obra de Emilio Fernández-Peña, moscón de nacimiento que de niño marchó a Oviedo y de adulto fue prolífico autor de decenas de proyectos que se reparten por toda la región. Indagar en quién fue y qué hizo puede ser un apasionante viaje que lleva a muy distintos puntos del Principado y descubre la maravilla del trabajo del que fue uno de los grandes arquitectos modernistas de Asturias.
Fallecido en Madrid en 1955 (se cumplen ahora 70 años de su muerte), en la capital asturiana tiene varias obras destacadas, todas de principios del siglo XX. Una es el edificio de viviendas de Marqués de Santa Cruz que hace esquina con Cabo Noval, hoy sede del Colegio de Aparejadores. Suyo es también el inmueble residencial de azulejo amarillo de la calle Covadonga, el que se levantó para acoger la Banca Caicoya en la plaza del Ayuntamiento de Oviedo, o, entre otros, dos edificios contiguos de la calle Uría, uno muy llamativo por su hermosa y singular cúpula, su azulejado verde de la fachada y que es de 1911.
Los proyectos ovetenses de viviendas los hacía para su madre, Constanza Villa. «Eran rentistas, alquilaban las casas», ha explicado el historiador e investigador José Manuel Rodríguez Hevia, tal vez la persona que más ha estudiado la obra de este arquitecto que, pese a la importancia de su trabajo, no adquirió la fama de otros contemporáneos. La familia materna de Fernández-Peña era toda de Grado, motivo por el que nació en la villa moscona, donde el padre, de Oviedo, debió conocer a la madre durante una etapa en la que su destino laboral le llevó a tierras mosconas, ha apuntado en alguna de sus conferencias Hevia.
Nacido en 1873, Fernández-Peña se formó en la Escuela de Arquitectura de Madrid y obtuvo el título en 1904, según las biografías disponibles sobre un arquitecto que colaboró en ocasiones con García Nava, de ahí que en algunas obras se hayan producido confusiones en la atribución de los proyectos. Sería el caso del panteón de Gabino Álvarez, en Somao (Pravia), obra de Fernández- Peña que Rodríguez Hevia ha confirmado como tal. Villa Radis (Somao), Casa Cueto (Pravia) o la rula y la iglesia de La Arena (Soto del Barco) son proyectos de este mismo arquitecto, indican Rogelio Ruiz y Macario Luis González en el documento en el que explican cómo se abordó la restauración de fachadas de la Casa Rectoral en Mieres, asimismo de Fernández-Peña.
Arquitecto diocesano en sustitución de Luis Bellido en 1907, fue además arquitecto municipal de Siero hasta 1910. Su huella en el concejo sierense es notable. Fernández Peña firma el edificio modernista de la calle polesa de Florencio Rodríguez cuyos bajos acogen hoy el Café Biloba, el de viviendas de azulejo amarillo en la fachada próximo al Ayuntamiento, haciendo esquina entre las calles Celleruelo y Pedro Vigil, o el llamado «Palacete de Colegial», a un lado de la estación de tren de El Berrón y hoy restaurado y en uso tras años de abandono. Este trabajo lo fecha en 1905 Alejandro Braña, que, como otros autores, reconoce la sopresa que le causó descubrir la figura de Fernández-Peña y la cantidad de obra diseminada por la región sin que se haya tratado nunca de darla a conocer como conjunto. «Y es una pena porque probablemente sea el principal exponente que tuvo Asturias de la corriente modernista a comienzos del siglo XX», llegó a escribir Braña.
En Siero firma varios proyectos para escuelas (por ejemplo las rurales de Anes, Hevia, Vigil, Feleches) y otras que contaron con mayor presupuesto, como las de Valdesoto y Lugones. En esta última, restaurada y en uso, destacan los relieves en la zona del acceso principal, en el exterior, que representan las figuras de los docentes enseñando a sus alumnos. Es una clase de geografía con el globo terráqueo y sus protagonistas muestras rostro, ropajes y cabellos que se identifican plenamente con el modernismo, ha dicho Rodríguez Hevia sobre estas escuelas en las que también destaca la singular decoración que remata la parte alta del tejado. Este autor destaca asimismo la obra que habría llevado a cabo en 1913 en la iglesia de Valdesoto por encargo de los marqueses locales para un panteón funerario.
En Noreña se apunta como obra de Fernández-Peña la fábrica de embutidos La Luz, y en distintas zonas del occidente y el Bajo Nalón se le atribuyen iglesias y otras edificaciones. Algunos proyectos no llegaron a realizarse por falta de dinero para su ejecución, como un templo en Trubia, apunta Rodríguez Hevia, que cifra en más de un centenar los edificios de distinto tipo del llamado «arquitecto efímero» por la mala suerte que corrió su obra en casos como el chalet de Tumballobos que se tragó la riada de 1921 en Grado, o por la poca fama adquirida pese a la gran relevancia de su trabajo en Asturias. Influyó también el hecho de que en 1917 fue nombrado arquitecto de Hacienda y dos años después se va a vivir a Madrid, dedicándose a otras facetas de su profesión y desvinculándose de proyectos como los que en sus primeros años como arquitecto fue dejando por toda Asturias.
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