“El ciclismo no está limpio, sería ingenuo creerlo”
marcel Kittel volvió a poner el dedo en la llaga en un discurso sin filtros en el Podcast nacional de Hotseat. El exciclista alemán, uno de los grandes referentes del sprint de la última década, contó cómo vivió el colapso del ciclismo en su juventud tras los escándalos de los años 90 y 2000, reflexionó sobre el estado actual del deporte y lanzó una advertencia que no deja dudas: «No, la bicicleta no está limpia. Creer lo contrario sería mirar para otro lado».
Kittel creció en medio de la resaca del dopaje sistemático que sacudió al pelotón. «Cuando me hice profesional, todas estas revelaciones ya habían salido a la luz. Todo el mundo sabía lo que había pasado», recuerda. En Alemania el ambiente era especialmente hostil. «Había fanáticos decepcionados que nos gritaban o incluso nos escupían. Yo era un niño y pensaba: ‘¿Qué tiene eso que ver conmigo?'»
Este terremoto, asegura, fue un golpe mucho más grave de lo que nadie quería admitir. «No fue sólo un hematoma. Fue como perder una pierna. Este problema nunca desaparecerá». Pero también cree que esta crisis nos ha permitido por fin afrontar la realidad. «Era necesario. Nos obligó a hablar, a analizar de dónde venía todo».
Sin embargo, Kittel rechaza cualquier tentación de pensar que el problema ha quedado enterrado. «No creo que el ciclismo sea limpio hoy en día. En absoluto. Eso sería ignorar la realidad». » declaró enfáticamente. Para él, el objetivo no debería ser fantasear con un deporte inmaculado, sino impedir el regreso de estructuras de dopaje organizadas como las del pasado. «Siempre habrá quien intente hacer trampa. Lo importante es proteger lo conseguido y que los casos sean aislados».
El alemán también destacó el contexto actual: presupuestos más altos, salarios más altos y tentaciones que pueden empujar a algunos ciclistas a cruzar las líneas rojas. «Muchos lo ven como una oportunidad, no para engañar a nadie, sino para tener una vida mejor. Y también es un factor humano».
No cree que los fans deban convertirse en detectives.
Kittel no cree que los aficionados deban convertirse en detectives, pero defiende su derecho a dudar. «No es su trabajo operar el sistema. Otros tienen esa responsabilidad. Pero si un fan o periodista siente que no puede confiar en algo, es legítimo que lo exprese. Eso debería ser una señal para investigarlo y verificarlo».
Por supuesto, esto requiere un equilibrio: no hacer de cada exposición un juicio sumario. «A veces subestimamos de dónde provienen estas increíbles actuaciones. La preparación, la planificación, la innovación… todo se junta para crear un día perfecto». Celebrar el talento, insiste, no debería ser incompatible con mantenerse en guardia. “No debemos ser ingenuos, pero tampoco debemos negar que hay deportistas capaces de algo extraordinario”.
Kittel habla con la autoridad de alguien que vivió el fin de una era oscura y el nacimiento de un nuevo ciclismo, más científico y controlado. Su mensaje final es un recordatorio para un deporte que nunca puede relajarse: el ciclismo es mejor hoy que antes, pero no es inmune a repetir errores. Y sólo seguirás avanzando si sigues mirándote al espejo sin miedo.
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