El curso que triunfa en Llanera y cuyas plazas se agotan en apenas 24 horas: «Es una satisfacción personal»
La Casa Participa de Llanera acoge una nueva edición del curso de lengua de signos que permite a los participantes obtener el certificado A1.1, reconocido por la Red Estatal de Lenguas de Signos Española. El taller, organizado por el Ayuntamiento de Llanera, en colaboración con la Federación de Personas Sordas del Principado de Asturias (Fesopras), tiene lugar los lunes y miércoles, en sesiones de tres horas. Yasmín Fernández, la encargada de impartir la formación, explica que «esta es la segunda vez que damos este curso en el concejo y las plazas, al igual que en la primera ocasión, se agotaron en apenas 24 horas».
[–>[–>[–>[–>Tanto es así que Lucía de la Torre y María del Mar Janeiro, que se quedaron sin plaza la primera vez, no quisieron perder esta nueva oportunidad. Ambas explican que realizan el curso «por propia satisfacción personal». De la Torre indica que «siempre he sentido curiosidad y me ha llamado mucho la atención el lenguaje de signos. Recuerdo que, en su día, en el instituto nos dieron alguna charla sobre el tema». Janeiro, por su parte, destaca que le parece muy importante «obtener estos conocimientos para una mejor inclusión de las personas con discapacidad auditiva en la sociedad».
[–>En este sentido, la profesora del curso destaca que, en muchas ocasiones, es la sociedad la que les hace sentir discapacitados, «porque no está preparada para nuestras necesidades». Explica que, en su casa, donde toda su familia es sorda, «no me siento una persona discapacitada, porque todo está acondicionado para nosotros». Timbres o despertadores con señales lumínicas o videoporteros son algunos de los elementos de los que dispone en su domicilio y que le permiten llevar una vida totalmente normal. «Yo tengo un trabajo, conduzco o utilizo el transporte público como el resto de personas». Sin embargo, el principal problema que se encuentran las personas sordas es «el acceso a la información».
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Esto lo sabe muy bien Carmen Roldán, que acude al curso acompañada de su hermana Oliva. Carmen sufre una enfermedad degenerativa que le hace perder cada vez más audición y es consciente de que «llegará un momento en el que no me podré comunicar de otra manera que no sea por signos». Añade, además, que no es candidata al implante coclear, un dispositivo electrónico que permite transformar las señales acústicas en estímulos eléctricos, «debido a que tengo el nervio óptico dañado». Su hermana la acompaña para «poder comunicarme con ella cuando ya no sea capaz de oír», sentencia.
[–>[–>[–>[–>Daniela de los Santos y Desiré Miguel decidieron solicitar su plaza por motivos profesionales. La primera de ellas explica que «soy quiromasajista y tengo pacientes sordos con los que me cuesta mucho comunicarme». Miguel, por su parte, es estudiante de segundo de Magisterio. «Creo que esto me va a servir en un futuro para tener más oportunidades laborales y poder comunicarme con posibles alumnos con discapacidad auditiva».
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El objetivo de este curso es, precisamente, que las personas con sordera, ya sea de nacimiento o adquirida, tengan acceso a la información igual que el resto. «Desde Fesopras llevamos años luchando para que las personas sordas tengan esa accesibilidad y todo ello se consigue gracias a formaciones específicas como esta». En este primer nivel, los participantes comienzan a adquirir conocimientos para una comunicación muy básica. «Empezamos un poco con el diálogo, expresar cómo te sientes, entender cómo se siente otra persona y también descripciones», explica Yasmín Fernández. El entorno, las distintas profesiones o ubicaciones como pueblos, lugares de interés cultural, colegio, estación de tren o autobús, medios de transporte, son otros de los conceptos trabajados. «Son vocabularios muy básicos, pero que van a permitir que la persona pueda mantener una conversación del día a día».
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La metodología docente empleada es la más práctica. «Intentamos también dar una teoría muy sencilla, pero sin meternos demasiado, porque la estructura de la lengua de signos no es la misma que la del castellano». De manera que «preferimos que adquieran en primer lugar el vocabulario para que puedan comunicarse sin necesidad de aprender la organización de la lengua de signos», indica la docente.
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En total, ya se han formado diez personas, «de las que siete han resultado aptas». Con los que superen este segundo curso, que cuenta con quince inscritos, «la idea es poder organizar un nuevo curso, en el que se imparta la segunda parte para la obtención del certificado del nivel A1 en su totalidad», concluye Yasmín Fernández.
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