“El hecho de pensar que tu pareja pueda ser narcisista es un síntoma de que la relación no es sana en algún punto”






En una época en la que las relaciones personales se ven atravesadas por dinámicas de poder, validación constante y vínculos cada vez más frágiles, el narcisismo ha dejado de ser un término clínico ajeno para convertirse en una palabra habitual en nuestras conversaciones. No somos pocos quienes nos preguntamos si esa persona que nos genera tanta confusión, desgaste emocional o culpa podría tener a sus espaldas un trastorno narcisista de la personalidad. Pero ¿sabemos realmente lo que implica convivir con alguien así? ¿Dónde trazamos la frontera entre el vínculo tóxico y la personalidad narcisista?
El psicólogo y experto en el trastorno narcisista de la personalidad, Omar Rueda, arroja luz sobre este tema tan complejo en esta entrevista que nos concede con motivo de la publicación de su último libro, Los narcisistas nos rodean. Vivimos en un mundo que da rienda suelta a la psicopatía y el narcisismo, por lo que miradas como la de Omar, lúcidas y directas, son cada vez más importantes si queremos identificarlos y protegernos. Porque más allá del diagnóstico, lo verdaderamente importante es aprender a detectar cuándo un vínculo deja de ser sano, aunque no sepamos que nombre ponerle.
-¿Existe alguna diferencia entre el narcisismo y la psicopatía?
El psicópata siempre es narcisista en su personalidad. Pero el narcisista no es psicópata o no tiene por qué serlo. Puede tener conductas psicopáticas, pero no es un psicópata como tal.
Entonces, la principal diferencia para mí sería el motor que lo lleva a abusar de la víctima o a depredar a una persona. El narcisismo es un trastorno de personalidad egosintónico. Es decir, que la persona es consciente de lo que hace, pero no lo ve como un problema. El problema siempre lo tiene el otro. Pero no hay un sadismo como tal, no hay un disfrute. Es más bien, su forma de escapar a su trastorno, parasitando, proyectando su distorsión en la otra persona, generando conflictos. Busca el control de su víctima.
El psicópata, sin embargo, no es tanto un movimiento de control, sino de búsqueda de poder. Es sádico en su forma de depredar, disfruta haciendo daño. Y para mí esa es la principal diferencia que hay. La conciencia que hay en el abuso y el sadismo emocional.


-En tu libro nos hablas también del psicópata encubierto, que entiendo que es un perfil aún más difícil de identificar.
Yo en el libro sumo este perfil porque me parece que las sociedades están yendo hacia ese lugar, hacia la psicopatía integrada. Hemos pasado el umbral del narcisismo social y estamos entrando ya en psicopatía. Solo tienes que ver cómo está el mundo y las aberraciones de narrativas que se están compartiendo con total naturalidad.
El psicópata encubierto se diferencia del clásico en que es mucho más inteligente. O sea, un psicópata clásico es una persona que tiene un IQ por debajo de la media. Son manipuladores, egocéntricos, egoístas, narcisistas en su personalidad. Tienen maquiavelismo en su forma de operar y son sádicos, pero son muy impulsivos. Entonces, acaban en prisión normalmente.
El encubierto no acaba en prisión porque tiene una inteligencia que le permite trasladar el alimento narcisista. Es decir, mentalmente generan microacciones de abuso y su nutriente sádico no es tanto en el momento de acabar con la persona, sino el durante. Todo ese proceso hasta que la persona decide acabar consigo misma. Porque al final el psicópata encubierto consigue que tú te creas merecedor de la autodestrucción y de la destrucción que estás viviendo. Ese es el objetivo más sádico, y se llama la muerte invisible. Es cuando tú decides acabar con tu vida porque hay un nivel muy alto de confusión mental.
-Si alguien sospecha que su pareja, alguien de su familia o su entorno, es narcisista, ¿cómo puede comprobarlo?
El hecho de pensar que esa persona pueda tener el trastorno es un síntoma de que la relación ya de por sí no es sana en algún punto. Creo que eso es lo más importante, más allá del diagnóstico o la etiqueta que podamos establecer. Porque que tenga o no un trastorno, tampoco nos puede servir para justificar según qué tipo de conductas.
Pero para responder a tu pregunta, al final te das cuenta de que estás con una persona así cuando la persona es incapaz de asumir la responsabilidad de nada. En una relación que está toxificada o es insana ves que la otra persona siente culpa, remordimientos, intenta hacerlo mejor, pero no puede. Hay relaciones así, intensas, insanas. Pero ves que en la otra persona hay un anhelo de poder mejorar o de asumir responsabilidades.
Con un perfil narcisista es imposible. Nunca es responsable, siempre eres tú, incluso en la infidelidad. Si el narcisista es infiel, culpa a su pareja: “no me das amor, no me das afecto, no me tocas. Entonces, ¿qué esperas de mí? Pues he tenido que buscarme la vida, es tu culpa, haberme cuidado más. Te lo ganaste”. Esto se llama inversión de culpa, y lo utilizan muchísimo en su manipulación.
También hay otros puntos muy flagrantes para diferenciar entre alguien tóxico y un narcisista, y es que estos perfiles intentan aislarte de tu red de apoyo. Cuanto más aislado te tienen, más pueden manipularte, menos feedback externo puedes tener de personas sanas que te pueden orientar a que te des cuenta de que estás en algo muy negativo para tu vida. Van haciendo que tú cortes con tu red de apoyo, van induciendo a que tengas creencias y narrativas negativas sobre tus padres o tus amistades, para quedarte cada vez más solo. Y ahí, claro, es más complicado que puedas salir de ahí.
Ellos te meten en algo que se llama indefensión aprendida, que es la creencia de que hagas lo que hagas, no puedes salir de ahí. Ese es su objetivo.
-Una vez identificados a este tipo de perfiles, imagino que puede ser muy complicado romper la relación. ¿Hay alguna forma segura de ponerle límites a este tipo de personas?
Es un tema importante, porque hay mucha crítica al respecto. En redes sociales ves muchas personas que dicen: “si te está agrediendo, sal de ahí. Si te quedas, es tu responsabilidad que te quedes”. Y esto es muy invalidante y traumatizante.
Porque sí, en casos normalizados es verdad, ¿qué haces en un lugar que te hacen daño? Pero con estos perfiles tú vas perdiendo la identidad poco a poco. Entras en una confusión cognitiva a muchos niveles. Una desviación cognitiva donde incluso la propia interpretación de la realidad se ve tocada. A nivel cerebral, tanto estructural como funcionalmente, se dan cambios. Y son cambios muy fuertes, ligados al trauma. Hay mucho miedo, hay un síndrome de Estocolmo en muchas ocasiones.
Entonces, el alejarte de ahí, no se hace por una vía de “lo hago porque decido”. Tiene que haber un apoyo social, tiene que haber un respaldo económico. Tiene que haber también una base tuya previa. Eligen a personas que no tienen esa base previa precisamente por esto.
-Cuando la persona en particular es alguien a quien no podemos dejar de ver, como un compañero de trabajo, un vecino o un familiar, ¿cómo podemos convivir con un narcisista sin que nos afecte?
Con un narcisista es más fácil que con un psicópata. Porque el narcisista al final busca ser el centro de atención, busca disparar tus heridas, busca que la gente hable mal de ti, crea chismes. Entonces, si tú te ves afectado por esto y lo expresas, alimentas ese ego frágil del narcisista y entras en su juego. El momento en que tú no entras en ese juego, que no respondes delante de sus críticas, que no intentas justificarte, que no intentas demostrar tu inocencia en lo que sea, automáticamente el narcisista se queda sin nutriente y se descoloca. Se llama la piedra gris. Es como ignorar.
Con un psicópata es diferente. Porque ya esas técnicas no sirven con un perfil así. Es un perfil más peligroso. Si es clásico es más peligroso porque es impulsivo. Y si es encubierto… Bueno, hay casos muy extremos, ahí es más complicado. Ahí tienes que ir con cámara de seguridad para que todo quede bien reflejado. También en tu puerta tener una cámara. Ya tienes que ir a algo más pragmático en la defensa.
-En tu libro también mencionas que hay un perfil específico que atrae a este tipo de personas. Por hacer un repaso rápido, ¿cómo es este perfil?
Son personas que no proyectan maldad. O que han normalizado el abuso o las relaciones disfuncionales, porque vienen de una familia así.
Personas también con tendencia a la amnesia como estructura disociativa de la realidad. Y cada vez somos más amnésicos, así que ahora el narcisista y el psicópata lo tienen más fácil. No te acuerdas del vídeo que viste ayer, por ejemplo. Hay tanta información que el cerebro ya lo hace por sí solo esto de olvidar.
Personas que tienen este arquetipo de infancia del niño o la niña buena, que intentan ser útiles complaciendo, sensibles al sistema de deuda, de culpa. Para ellos es muy fácil activar el sistema este de complacer.
Y también hay un perfil que está dentro de las neurodivergencias, que son personas con altas capacidades, más sensibles, que tienen como una mirada muy específica del mundo y de cómo interpretan al ser humano. Estas personas, cuando están ante un perfil así, no ven a alguien malo, ven a alguien roto, como ellos o como ellas, y entran en complicidad. Llega un momento en que ya no es tanto eso, ya ven que hay maquiavelismo y maldad, pero se quedan para comprender qué está pasando en el otro. Y también suelen elegir este tipo de perfiles porque aguantan bastante, toleran bastante el abuso por esa necesidad de comprender y porque son muy resilientes.
-¿Podemos pasar por un proceso de crecimiento personal que nos ayude a no ser el tipo de personas que atrae al narcisista?
Más que el hecho de que tú la atraigas, debemos entender que ellos se sienten atraídos por ti. Entonces la responsabilidad aquí hay que trazarla con ternura. Porque al final el sistema actual tiene tendencia a jugar con la autoculpabilidad, porque así consumes más.
Lo bueno es poder decir, esta persona me está eligiendo porque tengo unos atributos, unos que son interesantes y otros que a lo mejor son factores de vulnerabilidad que tengo que reconocer. Algunos los podré cambiar, otros forman parte de mí y no voy a mutilarme a mí mismo para que no me elija este perfil. Lo que voy a hacer es, dentro de la medida, ser más selectivo, dar más espacio, reconocer patrones y saber que incluso los expertos en esto somos carne de cañón para la estafa emocional.
No se salva ni Dios de ser estafado. Porque tú no vas proyectando por ahí que te van a engañar todo el rato ni que la gente es mala. Entonces, para no vivir siempre en la alerta, lo primero es aceptarse, reconocerse en lo que uno es.
-¿Cuál sería entonces esa parte de vulnerabilidad que sí podemos trabajar?
La parte de responsabilidad más terapéutica tiene que ver con las heridas emocionales, con las heridas traumáticas. La sensibilidad al rechazo, la sensibilidad al abandono, la sensibilidad a la humillación, la dependencia emocional. ¿Cómo idealizo las relaciones? ¿Qué tan sensible soy al romanticismo? Ahí, cuando veo una persona que me hace love bombing, ya empiezo a decir: “¿esto qué es? Esto es demasiado perfecto” Y ya te vas situando en un lugar de precaución. No de malpensar, pero sí de precaución. Ahí sí que se puede hacer mucho.
-¿Se puede ayudar a un narcisista a dejar de serlo?
No. Y soy muy tajante con esto. Genera mucha confusión los discursos donde se habla de grados, espectros y se responde con un “depende”. La respuesta es no.
¿Se puede ayudar a alguien con heridas narcisistas? Evidentemente, porque todos tenemos heridas narcisistas. Y al ser heridas, y no un trastorno, nos afecta porque nos impiden conectar con plenitud, tener relaciones sanas. Entonces uno mismo ya se hace responsable de eso y lo cambia.
Pero una persona con el trastorno no es así, porque es egosintónico. Es decir, no ve problema en su conducta. Y como no ve problema en su conducta, no la va a cambiar, no hay ningún motor ni necesidad de hacerlo. De hecho, en terapia van a peor, porque aprenden a hacer mejor sus personajes, a vender mejor su narrativa, y empeoran.
-Si alguien que nos lee cree que está atrapada en una relación con un perfil narcisista, ¿cuál sería tu primer consejo para salir de ahí?
Le recomendaría que le explique a una persona que considere sana emocionalmente, y no partidista, lo que está viviendo, para que le pueda dar un feedback y escucha activa. Es decir, un feedback sin juzgar, sin invalidar. Y si no lo tienes en tu entorno, busca un profesional que te lo pueda ofrecer.
Ese feedback es clave porque rompe con la narrativa construida por un perfil así. Por eso te quieren aislar, para que no entre ningún feedback diferente, para que no haya narrativas alternativas a las que te puedas acoger.
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