el loro que se escapó, y al volver comparte custodia con el Estado
Dori Cabra Tiene a Kiko, su loro gris de cola roja, desde hace 23 años. Desde su adopción, el animal se convirtió en un miembro más de la familia, hasta que un mal día de septiembre, su vida dio un giro. Mientras limpiaban la jaula de su casa del madrileño barrio de Barajas, Kiko se escapó por la ventana.algo que nunca antes había sucedido.
Durante días, Dori y su marido lo buscaron incansablemente. Colocaron carteles en el barrio y pidieron ayuda a los vecinos. Una semana después, recibieron una llamada: «Entró en mi casa y lo entregué a la policía»..
El vecino que lo encontró lo llevó a la comisaría y de allí fue trasladado al Centro de Recuperación de Animales Salvajes (CRAS) de Tres Cantos, en Madrid. Aliviada, Dori acudió inmediatamente al centro, pensando que por fin podría volver a estar en paz con su mascota. Pero su pesadilla aún no había terminado: un laberinto burocrático lo esperaba desde hacía más de un mes para recuperar su loro.
El Estado había puesto un microchip a su nombre
Cuando Dori acudió al CRAS con todos los documentos que acreditaban que Kiko era suyo no los devolvieron: «Me dijeron que cualquiera podía hacer los papeles que yo tenía». Ni siquiera confirmaron si estaba vivo o muerto.. Durante 31 días no tuvo noticias del animal. Finalmente, El Ministerio le informó que el loro ya no era de su propiedad.: Había sido registrado y tenía colocado un chip electrónico a nombre del Estado. Dori, de 75 años, mostró fotografías y vídeos de su vida junto a Kiko. pero le exigieron un anillo de identificación el cual no tenía.
Custodia compartida con el Estado
Después de un mes de negociaciones, el Ministerio de Transición Ecológica permitió a Dori recuperar a Kikoaunque sólo en depósito: oficialmente, el loro sigue siendo propiedad del estado. “Recibí un correo del MITECO diciéndome que el loro ya no es mío y que pasó a ser propiedad del Estado”.
Hoy Kiko ha vuelto a su casa de siempre, revoloteando y hablando como si nada. Pero Su dueño todavía se preocupa si alguna vez se lo volverán a llevar.: “Sigo pensando que si algún día me lo quieren quitar, que está a nombre del Estado, que vengan y me lo quiten”. Por ahora, Dori por fin puede dormir tranquila, escuchando una vez más la voz de su inseparable compañero. Sin embargo, sobre el papel, el Estado es el nuevo copropietario.
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