El Panathinaikos castiga la falta de acierto del Real Madrid

El Real Madrid cosechó un nuevo tropiezo a domicilio en la Euroliga, este en la cancha del Panathinaikos, tras un enfrentamiento en el que a la postre le penalizó su nefasto registro en el lanzamiento perimetral, acabando la noche con un 3 de 26 en triples.
Jugaba el conjunto blanco una nueva final ante el bando heleno, pero esta bien distinta y mucho menos glamourosa que la de mayo pasado, cuando ambos pugnaron por el título en Berlín. Porque, hoy día, pensar en levantar el trofeo es más una esperanza que una realidad en el caso de los de Chus Mateo, cuya pelea en el tramo decisivo de la fase regular es por seguir en competición cuando acabe la misma.
Facundo Campazzo, antes de los Panathinaikos. / EFE
No va a ser sencillo, pero contar en plantilla con gente tan competitiva como Mario Hezonja puede ayudar. El croata, en la visita a un equipo y a una cancha que fueron suyos y donde el Real Madrid había ganado en siete de sus últimas ocho visitas, no tuvo miramientos en el arranque del choque y transformó los primeros siete puntos visitantes.
Pero a esa altura el Panathinaikos ya llevaba el doble, catorce, gracias a Juancho Hernangómez y a los primeros trazos del retrato que suele hacerle Kendrick Nunn a todos los equipos de la Euroliga. Esta vez, además, se recreó por momentos en su obra, dedicando incluso a sus oponentes un mate de concurso para el 11-6.
No paró de comer aparte el estadounidense durante algunos minutos, castigando a un Real Madrid que, a pesar de todo, dominó claramente el rebote ofensivo -sin darle lustre con puntos posteriores- y que acabó aupándose en Walter Tavares. El caboverdiano fue pieza clave en un parcial de 0-8 que insufló vida al descanso (40-33, m.30).
Pese a ello salió el equipo foráneo frío de los vestuarios, recibiendo otros ocho sin respuesta en un buen tramo de Wenyen Gabriel que dieron a los de verde quince puntos de renta favorable. Y entonces llegó, salvador, un triple. No uno cualquiera sino el que, a los dos minutos de la segunda parte, inauguraba el casillero de los españoles tras doce fallos consecutivos desde el pitido inicial.
Fue un alivio, quitarse una pesada mochila. Sin ella el Real Madrid, ligero y cómodo, empezó a fluir. Tanto fue así que dio continuidad a esa canasta lejana con un 2-10 que le acercó a cuatro: un esfuerzo titánico que no pudo prolongarse en el tiempo, pues cuando vislumbró la orilla quiso alcanzarla lo más pronto posible.
Una imagen de Panathinaikos – Real Madrid. / EFE
Esas ansias dieron alas al Panathinaikos, que despertó con un 2+1 de Jerian Grant y volvió a crecer con un 11-2 favorable, en el que la única canasta del rival fue un mate excelente de Hezonja, respondido con otro no menos vistoso de Nunn. Con todo, la diferencia entre unos y otros a la media hora era de diez puntos (63-53, m.30).
El cuarto decisivo lo encaró mejor el Real Madrid, con Bruno Fernando aportando en la pintura. Un triple muy liberado de Konstantinos Mitroglou, un contraataque finalizado por Kostas Sloukas, y un aro pasado de Nunn tras tiempo muerto templaron al anfitrión y le pusieron de nuevo en la buena órbita ante los últimos cinco minutos.
Dado el panorama no le quedaba más remedio a los blancos que intentar recortar la desventaja con intentos de tres. Pero el día, definitivamente, no estaba para ello. Negados en el lanzamiento exterior, los triples que no habían entrado antes no lo hicieron tampoco después.