El plan de Trump para Ucrania expuesto por Witkoff y Kushner no convence a un Putin que no ve más cerca el final de la guerra
En punto muerto. Yuri UshakovEl asesor judicial de Vladimir Putin, reconoció en la madrugada del miércoles que la reunión de cinco horas que acababa de mantener el presidente ruso con los emisarios de donald triunfo no se había traducido en avances significativos hacia la resolución de la guerra. «No estamos más cerca de resolver la crisis en Ucrania y hay mucho trabajo por hacer», afirmó en declaraciones recogidas por la prensa rusa.
El hombre de confianza de Putin reconoció también que las partes tampoco lograron encontrar «una solución de compromiso sobre la cuestión territorial». Es decir, no hubo acuerdo sobre las cesiones territoriales que las partes deben reclamar a Kiev. Ushakov aclaró en este punto que los enviados de Trump habían presentado sus propias propuestas sobre el reparto de territorios.
A falta de conocer los detalles exactos de su largo encuentro con la delegación estadounidense encabezada por Steve Witkoff y Jared Kushnerel presidente ruso, Vladímir PutinQuería dejar claro el marco del conflicto y la amenaza a la que se enfrenta Occidente. Unas horas antes del inicio de la reunión, Putin afirmó ante los medios de comunicación que Europa era el gran obstáculo no sólo para la paz o para sus propias aspiraciones… sino para las de Trump y Estados Unidos.
Según el autócrata, son las propuestas de paz «inaceptables» de los europeos las que impiden alcanzar un acuerdo. Es un mensaje que debe sonar maravilloso en los oídos de los miembros de la Administración del MAGA, quienes, al fin y al cabo, han repetido esa misma idea varias veces. Europa es el enemigo común de ambos y todo podría resolverse fácilmente: obligando a Ucrania a ceder territorio y soberanía para luego compartir parte de sus recursos y retomar acuerdos comerciales lo antes posible.
De hecho, no es casualidad que los dos enviados por Trump a la reunión en la que se podrá decidir el futuro de la estabilidad europea sean dos empresarios: Steve Witkoff, inversor inmobiliario y frecuente compañero de golf del presidente en su resort de Mar-a-Lago, y Jared Kushner, yerno del líder republicano, mediador imprescindible en los Acuerdos de Abraham entre Emiratos Árabes Unidos e Israel… y director general de Affinity Partners, empresa que fundó tras su trabajo para la administración pública y que se dedica, Precisamente, a buscar inversores en Oriente Medio.
Si el antieuropeísmo es una marca definitoria del movimiento MAGA y del vicepresidente JD Vancela necesidad de hacer negocios con todo y la visión del mundo como un enorme mercado es propia de Trump y su entorno más cercano. Putin tiene toda la razón al presentar a la Casa Blanca como víctima de la intransigencia de sus aliados. Tienes razón, bueno, si lo que quieres es ganarte aún más la simpatía de Trump y complicar mucho la existencia diplomática de Volodímir Zelenski.
Una nueva amenaza nuclear
La imagen de Europa como un conglomerado belicista que sólo entiende la guerra y la destrucción estuvo acompañada de amenazas militares tradicionales. Rusia quiere la paz y nunca soñaría con atacar a la Unión Europea o la OTAN. Puede que un dron se cuele en el espacio aéreo de Rumanía o Polonia y sus cazas sobrevuelen de vez en cuando Estonia, pero es pura casualidad.
Marcos RutteEl secretario general de la Alianza, afirmó en su momento que era absurdo responder a estas provocaciones porque la diferencia entre ambos partidos era demasiado grande. Otra cosa es lo que entendió Putin, claro. Para alguien que busca constantemente las debilidades de otras personas y un sentido de la realidad un tanto difuso, tal vez el efecto sea el contrario.
El líder ruso subió la apuesta afirmando que no sólo Rusia estaba preparada para una guerra con Europa, sino que una escalada bélica podría llegar al momento en el que «no hubiera nadie con quien negociar», en clara referencia a un apocalipsis nuclear. Es un truco que Putin conoce de la era soviética y que, en general, ha funcionado bastante bien: venderle a cierto público occidental que Rusia tal vez «no tenga otra opción» que acabar con la humanidad. Será más fácil ponerse de su lado y darle lo que pide, un escenario muy similar al de 1939.
La extraña coincidencia china
La intención rusa, en cualquier caso, es convertir la invasión imperialista de un país soberano vecino en una guerra mundial de cualquier intensidad. Cree que así podrá encubrir su fracaso y, de alguna manera, su imagen. Si el conflicto va más allá de una ensoñación nacionalista y puede disfrazarse de parte de una disputa entre ejes globales, la solución acaba siendo tan complicada que, de puro aburrimiento, muchos se cansarán de buscarla.
Tampoco puede ser una coincidencia que, el mismo día que Witkoff y Kushner visitaran Moscú, también lo hiciera el Ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yireunirse con su homólogo ruso Serguéi Lavrov. El objetivo es sumar actores a la negociación para que Europa y, sobre todo, Ucrania, queden cada vez más aisladas, abriendo una brecha en el bloque occidental no vista desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Una brecha que la gran mayoría del pueblo estadounidense, incluido el ala más tradicionalista del Partido Republicano, no apoya.
Sea como fuere, Witkoff y Kushner tenían previsto reunirse personalmente con Zelensky este miércoles para trasladarle la propuesta rusa. Una propuesta que, incluso si Zelensky la aceptara, Putin pronto rechazaría. Está convencido de que puede conseguir sus objetivos en el campo de batalla o que, de lo contrario, el propio Gobierno de Kiev acabará implosionando por los casos de corrupción que lo amenazan. Ahí es donde Putin entiende que puede llegar su gran oportunidad… sin tener que lanzar misiles nucleares contra ninguna capital europea.
Sin embargo, el mismo martes por la noche, el presidente ucraniano advirtió que esta reunión sólo tendría lugar si las señales enviadas por los estadounidenses eran positivas. De lo contrario, se entiende que no habrá reunión y que todo seguirá como hasta ahora, es decir, con un plan de paz que ni Europa ni Ucrania ni Rusia aceptan y que da la impresión de que el presidente Trump ni siquiera ha leído.
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