El presidente del Líbano nombra a un tecnócrata como primer ministro
Soplan vientos de cambio en el Líbano. Tras más de dos años y medio con un Gobierno interino, el recién elegido presidente del país de los cedros, Joseph Aoun, ha nombrado a un nuevo primer ministro para que forme gabinete. Nawaf Salam, presidente de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), ha ganado la mayoría absoluta de los votos con 85 nominaciones. El hasta ahora primer ministro interino, Najib Mikati, solo ha recibido nueve apoyos, sumados a los 34 votos en blanco.
Con Aoun en la presidencia y Salam en el Gobierno, el Líbano entra en una nueva era política. El juez y actual presidente de la CIJ cuenta con una larga carrera en el extranjero como embajador ante las Naciones Unidas durante una década, pero se le considera un recién llegado a la escena política libanesa. Es conocido por su mentalidad reformista, tan necesaria en un país sumido en el bloqueo político desde hace dos años y una brutal crisis económica que ya dura un lustro.
La política libanesa empieza a mostrar signos de dejar atrás el viejo orden político, representado en la figura de Mikati. El hombre más rico del Líbano lleva en el puesto de primer ministro desde el 2021, aunque, tras las elecciones de mayo de 2022, lo pasó a ocupar de forma interina hasta ahora. Es visto como el candidato de la alianza liderada por Hizbulá, que, tras la derrota militar en la reciente guerra contra Israel, ve cómo va perdiendo su preponderancia en la política libanesa.
Lucha contra la corrupción
Ahora, Salam tiene un primer encargo: formar Gobierno. Este proceso, que incluye negociaciones con todos los partidos políticos presentes en el Parlamento, puede durar meses, como es común en el Líbano. Pero quedan pocos días para un momento clave. A finales de este enero, expiran los 60 días de alto el fuego entre Israel y Hizbulá acordado en noviembre. Durante este mes y medio, el Ejército israelí ha violado de forma repetida el acuerdo de tregua en hasta 470 ocasiones, provocando la muerte de 32 personas.
Más allá de los retos de seguridad, Salam se enfrenta a la ardua tarea de formar un gabinete. La comunidad internacional aboga porque esté integrado por tecnócratas como él para desbloquear paquetes millonarios de ayuda económica que el país necesita desesperadamente. Además, el nuevo primer ministro debe elaborar un plan económico que permita luchar contra la corrupción. Su predecesor prometió hacerlo al jurar el cargo, pero nunca lo cumplió. A diferencia de Mikati, Salam no pertenece a la clase política que lleva décadas gobernando el país y cuya mala gestión y corrupción llevaron al colapso económico.
Golpe a Hizbulá
Por su parte, Salam simboliza el cambio. La mayoría de los 84 votos han sido de miembros de la oposición y diputados independientes, que presionan por un nuevo orden político. Aunque esté a punto de cumplir 72 años, fue elegido como el candidato demandado por el pueblo libanés durante las protestas de octubre del 2019 que exigían el fin del sistema sectario y de la endémica corrupción. El nuevo primer ministro ha recibido la noticia este lunes mientras se encontraba en La Haya, donde está la corte que preside, y el martes viajará al Líbano para reunirse con Aoun.
Acostumbrados a imponer sus preferencias, los diputados de Hizbulá esta vez no han nombrado a ningún candidato cuando se han reunido con el recién elegido presidente. En anteriores ocasiones, ya habían bloqueado el nombramiento de Salam, que es visto como un personaje más neutral en la política libanesa. Tras el nombramiento de Joseph Aoun como presidente hace cuatro días, la elección de Salam supone otro golpe para la milicia y partido político chií.
Esperanza entre los libaneses
Estos dos grandes avances en menos de una semana después de dos años y medio de bloqueo político han insuflado de esperanza al pueblo libanés. La sociedad ve a Salam como alguien ajeno a los poderes políticos que han engullido al Estado libanés. Dos de sus familiares ya se desempeñaron como primer ministro, por lo que es considerado un cambio dentro de la continuidad. En el sistema sectario libanés, el presidente del país debe ser un cristiano maronita, el primer ministro un musulmán suní, y el presidente del Parlamento un musulmán chií.
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Tras dos meses de brutal ofensiva militar israelí, que ha matado a 3.000 personas y ha arrasado con el sur y el este del Líbano, y los suburbios sureños de Beirut, cualquier cambio parece bueno. A nivel regional, Salam es celebrado como un profesional serio y objetivo que conoce el derecho internacional. Bajo su supervisión, la Corte Internacional de Justicia dictaminó que era plausible que Israel estuviera cometiendo genocidio en Gaza y emitió medidas provisionales contra el Estado hebreo, aunque no llegó a exigir un alto el fuego.
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