El progreso tecnológico no ha ido acompasado con el social
Araceli Luque necesita poner cuatro alarmas en el móvil y dos despertadores analógicos para despertarse. No las oye. Empezó con los problemas para escuchar bien a los 30 años. Le operaron dos veces de otosclerosis, una alteración ósea que afecta al hueso temporal y que puede provocar pérdida de audición. Los depósitos óseos que genera alteran la transmisión del sonido al impedir la vibración de los huesecitos del oído.
Pero, hacia los 50 años, viendo que una de esas operaciones no daba el resultado correcto, le realizaron una resonancia. Los profesionales sanitarios vieron entonces que padecía un tumor benigno que le provocaba la pérdida audición. «Me ha dejado con una sordera severa que se suma a la propia de la edad», explica. Tiene 79 años y es usuaria de audífonos. Por eso, sabe hasta qué punto ha evolucionado la tecnología en los últimos años para hacerle la vida más fácil.
Hablamos por teléfono al mismo tono. Nadie que nos escuche en ese momento podría decir quién de las dos es la tiene una discapacidad auditiva. «Mis audífonos tienen bluetooth«, explica. Ahí está la razón. Los puede conectar tanto al móvil como a su televisión.
Mejoras en tren y espectáculos
Como persona viajera, también agradece los cambios hechos en el tren. En el año 2022, en la estación de Cercanías de Sol (Madrid), Renfe instaló un sistema de información dirigido a personas con discapacidad auditiva. Lo lograba a través de un sistema luces y de una aplicación móvil que permite que estas puedan detectar cualquier alerta o anuncio con el sistema Visualfy. Tras el éxito del programa piloto, decidieron ampliarlo a otras 25 estaciones de tren.
También habla de los teatros que, con un bucle magnético, permiten una ayuda auditiva para personas con discapacidad que utilizan prótesis auditivas, ya sean algunos audífonos o implantes cocleares. Así escuchan la obra de forma más nítida. Otros teatros usan pantallas de subtitulado. Además, desde el pasado 30 de septiembre, RTVE lanzó un nuevo servicio pionero de radio para personas sordas: RNE para todos. Se puede sintonizar en TDT por los usuarios que lo deseen. También es accesible a través de RTVE Play. La idea es que la cobertura llegue a más del 99% a medio plazo.
Belén Borroy es mucho más joven que Araceli. Ella nació con una sordera bilateral profunda. «Mis padres se dieron cuenta de que los niños de mi edad ya hablaban y yo no. Había veces que me llamaba y no me giraba. Pensaron que pasaba algo conmigo», explica. A los dos años y medio le pusieron un implante coclear en un oído. A los cinco, en el otro. Gracias a las sesiones de logopedia que le proporcionaba asociación Aspansor, en Zaragoza, ha ido mejorando su discapacidad.
Empezó educación infantil combinando un colegio ordinario con otro de educación especial. En primaria solo iba al primario. Utilizaba un equipo de FM (frecuencia modulada) con sus profesores para escucharles bien. Después fue usándolo solo en las asignaturas que necesitaba, como inglés. Ahora existe otro aparato similar que se llama Mini Mic y que únicamente lo tiene que utilizar el o la docente. Ahora, como graduada en magisterio, sabe lo importante que es que el profesorado sepa que algunos alumnos y alumnas pueden tener problemas auditivos. Cuando hablan de cara a la pizarra, o cuando dicen algún apunte en medio de un examen, ellos no se enteran.
Más de 1,2 millones de personas
En los últimos años, el progreso tecnológico ha ofrecido recursos y productos de apoyo que, o bien no existían, o se han ido perfeccionando en su funcionalidad, adaptándose en el entorno y mejorando la accesibilidad auditiva a la información y a la comunicación.
«En audición, información y comunicación, la tecnología ha avanzado muchísimo en las últimas décadas. Ha sido un proceso progresivo desde finales de los años 80, principios de los 80, hasta la actualidad. ¿Qué pasa? Que este progreso tecnológico no ha ido acompasado siempre con el progreso social. Ahora van un poco más a la par, pero nos queda todavía mucho recorrido para igualarlas», explica Carmen Jaúdenes, directora de la Confederación Española de Familias de Personas Sordas (FIAPAS).
Jaúdenes considera que la sordera es invisible a ojos de las personas que no tienen esta discapacidad, algo que no deja de ser una paradoja cuando en España, a día de hoy, hay más de 1.2000 personas sordas y con algún tipo de discapacidad auditiva. Serían bastantes más, asegura Araceli, si se sumaran más personas mayores.
De hecho, es una de las más prevalentes en España, según la Encuesta de discapacidad, autonomía personal y situaciones de dependencia publicada por el INE, solo por detrás de las dificultades en la realización de las tareas domésticas (63,1%), los problemas de movilidad (62,7%) y el autocuidado (61,9%).
«Sabemos que al año nacen casi 2.000 bebés con una pérdida auditiva de distinto grado. Son cifras de incidencia nada desdeñables. Los medios para eliminar las barreras auditivas y de comunicación existen, solo hay que tomar conciencia de la relevancia que tiene en el día a día de estas personas el hecho de no estar oyendo», añade la directora de FIAPAS.
Queda mucho camino
La falta de conciencia se ve reflejada, por ejemplo, en el precio que tiene oír bien. «Un buen audífono es muy caro. Cuesta alrededor de 4.000 euros. Ese es el primer obstáculo. Además, para las personas mayores tiene que ser todo muy específico. Por lo general, tienen más dificultad para el aprendizaje y la adaptación a él», explica Araceli. Ella sí lo tiene, pero no es la norma general.
Por su parte, cada implante coclear cuesta alrededor de 9.000 euros. «La Seguridad Social te suele cubrir en torno a unos 7.000 de cada uno. Pero tienen que pasar siete años desde que te lo pones. Yo no llevo ni dos con los que tengo ahora y si mañana se me rompen o los pierdo me tocaría pagarlos enteros», añade Belén.
Ella cree que la sociedad en general debería tener más paciencia con las personas con problemas auditivas: que haya gente a la que se necesite repetirle las cosas varias veces por su falta de entendimiento no es un capricho, es una necesidad.
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También Araceli cree que se debería poner más ímpetu en crear espacios y objetos aptos para todos y todas. Necesitan que haya más inhibidores de ruido, más lugares adaptados a su discapacidad y más edificios y establecimientos aislados o con sistemas como los bucles magnéticos para que puedan disfrutarlos. Además de tenerles en cuenta en cualquier momento de alarma o de emergencia, como ocurrió con la DANA. Solo así la adaptación será del todo real.
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