El remedio contra las hemorragias desarrollado con el salvamento de heridos en la guerra de Ucrania
«Si una bala o un pedazo de metralla te alcanza una vena o una arteria de una extremidad, tienes 45 segundos para reaccionar, o te desmayarás y….» explica María en su pequeño puesto, adornado con la bandera bicolor ucraniana como faldón. «Parar la hemorragia es lo primero, lo primero, lo primero», insiste. Y esa es la clave del producto que ella y su equipo de la firma Sich han querido traer a la Feria Internacional de Defensa y Seguridad Feindef que se celebra en Madrid.
No todo en la industria de defensa es armamento. Una cincha de fibra y velcro con unas hebillas metálicas negras y un huso del mismo material forman, entre las 500 innovaciones que se han presentado en la feria, uno de los productos más curiosos y menos conocidos de la exposición. No es un fusil, no es un explosivo, ni tampoco un robot militar, sino un pequeño instrumento crucial para salvar vidas. Tanto, que los soldados ucranianos que combaten contra Rusia llevan cada uno cuatro de estas ataduras en sus equipos, procurando colgar al menos una en el chaleco, en el lado izquierdo del pecho.
Lo que empezó como un proyecto de voluntarios en 2014, en la primera fase de la invasión de Ucrania, ahora es una empresa con un nombre simbólico para los ucranianos. Sich es la marca de los torniquetes que vende la firma Sich Ukraine LLC, pero también es el nombre de una fortaleza de los cosacos de Zaporiya. Los castillos sich son en Ucrania un símbolo histórico de resistencia. Por esa razón le pusieron el nombre a su empresa el fundador, Oleksandr Gadomsky, un empresario de 43 años, y el equipo de voluntarios que en el inicio de la guerra se lanzó a echar una mano a los heridos.
Peligro de muerte
El punto de partida de lo que en su día fue un proyecto es la cruda confirmación en el frente del Donbás de una experiencia anotada ya antes por la OTAN con las intervenciones de ejércitos occidentales en Irak y Afganistán: que siete de cada diez heridos en la guerra no muere por las lesiones en sí, sino por la pérdida de sangre.
Un tiro es un asunto muy complicado si, además de una hemorragia crítica, al herido le acosa la suciedad. Del frente extrajo Gadomsky la lección de que parar la hemorragia de un balazo o de metralla siete centímetros por encima del agujero no es precisamente fácil en medio del barro, nieve sucia, agua, grasa, hollín… todo lo que mancha en un frente de batalla.
Torniquete ucraniano en Feindef 25. / José Luis Roca
Detener la hemorragia pronto permite también lavar la herida con rapidez, una maniobra crucial en la estabilización a un soldado alcanzado. Pero el Sich que diseñó Gadomsky tiene además la particularidad de que ya viene premontado en un lazo corredizo, de forma que un herido, en esos 45 segundos cruciales, puede colocarse él mismo la ligadura, tirar de la correa, fijarla con el velcro, retorcer la varilla para atornillar y apresarla en las hebillas.
Un pedazo de tela blanca cosido en la cinta sirve para anotar con cualquier medio -no hace falta bolígrafo, vale con un clavo, una piedra, la punta de una bala…- la hora en que se puso el torniquete, dato importante cuando el herido llega al quirófano, y más si ha perdido la consciencia y no puede contar por sí mismo si han pasado dos horas desde que se detuvo la circulación sanguínea. Es el límite temporal para evitar la necrosis de los tejidos por falta de riego.
El torniquete tiene otra singularidad que, explican en Feindef, lo hace «mejor que los demás»: su fibra repele la suciedad. Y el velcro no va en una tira continua, sino discontinua, para que su mordida imponga al barro, la tierra o la paja que se hayan quedado adheridos a la tela, y esta cierre mojada o seca. «Las hebillas son de duralumino, una aleación ligera y resistente, que impide que el cierre salte con el movimiento«, cuenta la portavoz.
Vidas salvadas
Esta «herramienta hemostática», como lo llaman en la empresa, se ha salido de los campos de batalla para entrar en los mercados online. Diversas plataformas lo venden para botiquines tácticos a entre 30 y 40 euros por pieza.
Dice la portavoz de Sich que no saben cuántas vidas ha podido salvar este elemento. «Miles, decenas de miles…», calcula. Sï sabe con algo más de certeza que en 2024 superaron el millón de unidades entregadas.
El gobierno ucraniano ha implementado este torniquete para uso no solo de los soldados, también de los policías y voluntarios en emergencias, incluso en accidentes de tráfico. El producto no es solo objeto de consumo estatal, es también el centro de campañas caritativas TekMed. Así llaman sus promotores en Ucrania a cuestaciones de dinero o elementos para surtir a las tropas de productos de medicina táctica, o sea, primeros auxilios o atención prehospitalaria en zona de combate.
Sich no ha dejado de producir durante la invasión a gran escala de Ucrania, ni siquiera bajo los bombardeos que tratan de someter al país a un apagón permanente. Tiene además trasladada parte de su producción fuera, en Lituania, donde fundaron una factoría, Sich Europe, en 2015.
Auto -colocación de un torniquete por parte de un ejército ucraniano. / Sich
El desarrollo de este humilde instrumento hasta convertirlo en una pieza hipertecnificada habla de la evolución a la que obliga la guerra en Ucrania. Cuando comenzó el conflicto, los soldados ucranianos acudían al frente con equipamiento sanitario al modo de hace 50 años. Ahora, del frente ucraniano salen novedades y constataciones de las que se toma nota en todo el mundo. Las de la sanidad militar son las menos famosas.
A la investigación ayudaron, en 2018, voluntarios de la fundación benéfica Free UA que estudiaron hasta qué punto servían los distintos tipos de torniquetes en uso en Ucrania y cómo aguantaban la exposición al sol, el roce, la humedad, la corrosión de sustancias como el gasoil…
Hace una afirmación curiosa la firma Sich en uno de sus textos de presentación, cuando cuenta que, históricamente, tras el torniquete «hay un componente ideológico: los estados democráticos, miembros de la OTAN, que declaran que la vida humana es el valor más alto, no podían soportar semejante falta de herramientas en el botiquín de primeros auxilios de un soldado». De ahí que se haya generalizado, colgado del chaleco o metido en la mochila de cualquier soldado de un ejército moderno.
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