El Sabadell planta cara al BBVA con su última junta de accionistas antes del desenlace de la opa
La aguerrida estrategia de defensa con que la cúpula del Sabadell lleva más de un año tratando de hacer fracasar la oferta de compra (opa) del BBVA vivirá este miércoles un nuevo hito. El banco catalán ha convocado dos juntas de accionistas sucesivas (a las 10 horas y a las 13 horas en la Fira de Sabadell) para aprobar la venta de su filial inglesa TSB al Santander y, condicionado a esta operación, el pago de un dividendo extraordinario en efectivo de unos 2.500 millones de euros (0,5 céntimos por acción) cuando se culmine la transacción en el primer trimestre del año que viene. El objetivo es convencer a sus accionistas de que el Sabadell les generará más valor en solitario que integrado en el grupo rival. O lo que es lo mismo, lograr que las dos juntas de este miércoles no sean las últimas como entidad independiente desde su fundación en 1881.
La aprobación de la venta y el dividendo son más que probables y no implican por sí mismas que la opa tenga más o menos probabilidades de éxito. Los accionistas contrarios a la oferta del BBVA -entre los que se presume que hay un elevado porcentaje de minoritarios- apoyarán previsiblemente los puntos del orden del día. También es esperable que lo hagan los inversores institucionales, como los grandes fondos: tengan o no pensado acudir a la opa, les interesa que salga adelante la remuneración extraordinaria propuesta por el banco por si la compra por parte del BBVA no sale adelante. De hecho, los dos grandes asesores de voto mundiales (ISS y Glass Lewis) les han recomendado el voto afirmativo, porque consideran que el precio de venta de TSB es beneficioso para el Sabadell.
Así las cosas, la duda que queda por despejar es si el BBVA hará uso de su opción legal a desistir de la opa si, como es previsible, la junta del Sabadell aprueba mañana la desinversión y el dividendo. En principio, podría parecer lógico pensar que no se echará atrás: cuando anunció que mantenía la operación pese a la condición que le impuso el Gobierno (las dos entidades deberán mantener una gestión separada durante tres años, ampliables en otros dos), el banco ya era consciente de que era altamente probable que la entidad catalana llegase a un acuerdo para traspasar el TSB. De hecho, esa operación se anunció el día siguiente, a un precio de unos 3.100 millones de euros, que el Sabadell calcula que ascenderá a unos 3.400 millones cuando se cierre (se le añadirán los beneficios generados por TSB hasta entonces).
Incertidumbre
Con todo, el hecho de que el BBVA no conociera el precio ni la cuantía del dividendo extraordinario hace que nada sea descartable, y menos en una operación que le está resultando tan imprevisible como la opa. El propio consejero delegado del BBVA, Onur Genç, dejó la semana pasada la puerta abierta a desistir. Está por ver si se trataba o no de un mero movimiento estratégico para reducir la actual prima negativa de la operación (el Sabadell vale hoy en bolsa más de lo que ofrece su rival). El banco, en este sentido, anunció que prevé repartir un récord de 36.000 millones de euros a sus accionistas hasta 2028 si la opa no sale adelante. «Es una gran operación para ambos, pero tenemos un gran plan por delante y, si la operación no tiene lugar, no pasa nada, seguimos adelante», afirmó el banquero.
La otra gran duda, si el BBVA sigue adelante, es si finalmente mejorará su oferta, como espera el mercado. Lo ha negado hasta la saciedad, lo cual puede ser verdad o no, porque en este tipo de operaciones nadie anticipa ese tipo de mejoras. Varios elementos le presionan a ello, además de la prima negativa. El Sabadell pagará un dividendo de 0,07 euros por acción el 29 de agosto como anticipo del reparto de los beneficios del año. Este pago hará que la participación máxima de sus accionistas en el BBVA si aceptan su oferta baje al 13,73%, con lo que les correspondería un porcentaje menor de la remuneración futura que ofrezca el banco a sus propietarios. Además, volverá a empeorar automáticamente la prima, al provocar que el BBVA ofrezca menos acciones propias por las del Sabadell.
Otro elemento que presiona a la entidad de origen vasco a mejorar su propuesta es que, más allá de las grandes cifras, los dos bancos han prometido a sus accionistas un retorno muy similar en los próximos ejercicios, de en torno al 15% anual. El BBVA, en este sentido, cuenta con un exceso de capital para mejorar la oferta. Lo que no es tan evidente es qué margen tiene para pagar más sin que se vea afectado su valor en bolsa: una mejora del precio iría en contra de los beneficios económicos que espera obtener con la compra, a su vez ya reducidos por las condiciones fijadas a la opa por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y el Gobierno.
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