Emvisa frente a la motosierra
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El pasado 12 de febrero, el Pleno rechazó una propuesta que buscaba, en último término, disolver la Empresa Municipal de Vivienda (Emvisa). No parece extraño que el trumpismo gijonés de Vox plantee ocurrencias de esa índole: una fuerza política antisistema y radical, basada en el negacionismo y que aplaude los aranceles de Trump contra los productos europeos, y por tanto también españoles y asturianos; su ADN político está conformado, a fin de cuentas, por el odio a lo público y por su rechazo a la justicia social.
Pero sí que parece sorprendente que una fuerza política como el Partido Popular, que forma parte del gobierno local y con importantes responsabilidades, por tanto, en la política municipal, se haya sumado de manera alegre e irresponsable al discurso más rancio y demagógico de la formación de Santiago Abascal.
Emvisa es una empresa municipal que en este momento tiene que abordar uno de los principales problemas de nuestro país y de nuestra ciudad: la vivienda. Conviene recordar que en su artículo 47, la Constitución Española (tantas veces citada en vano, pero muchas veces ignorada) dice a propósito del derecho a la vivienda: «Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación».
Nuestra Carta Magna, por lo tanto, indica que es imprescindible la intervención de los poderes públicos para garantizar la efectividad del derecho a la vivienda y tiene bien presente que dejar esta cuestión exclusivamente al arbitrio de la «mano invisible» del mercado no sólo es un disparate, como se ha demostrado en la práctica durante décadas en España, sino que además es contrario a los fundamentos del Estado Social.
Para más inri, el actual presidente de Emvisa, Guzmán Pendás, concejal del PP, no sólo ha votado a favor de la surrealista propuesta de disolver la empresa que él mismo dirige, sino que afirmó que lo hacía «en coherencia con su programa electoral». Lo que claramente parece incoherente es la pretensión de eliminar un organismo público por parte de quien lo preside ¿Qué sucedería si el CEO de una empresa privada planteara estudiar la disolución de ésta? ¿Tendría sentido que siguiera en el cargo si los accionistas lo rechazasen de plano?
Esta emulación de la política de la «motosierra» (como la que recientemente el presidente argentino le regaló a Elon Musk) por parte del PP gijonés debería despertar las alarmas en nuestra ciudad. No sólo porque con el precio disparado de la vivienda es imprescindible contar con herramientas públicas como Emvisa, que pueden ser factores clave para minorar la espiral inflacionaria, sino porque parecen diseñadas para socavar la esencia del municipalismo gijonés: la gestión directa de los servicios públicos a través de un sistema de empresas municipales como Emtusa, Emulsa, EMA, Emvisa… Este modelo de gestión de servicios públicos se ha demostrado exitoso y es una seña de identidad de nuestra ciudad. Y un ataque a cualquiera de estas empresas significa poner en cuestión el modelo municipal del que los gijoneses nos hemos dotado durante décadas.
El flamante presidente del PP gijonés, Andrés Ruíz, al que deseamos la mayor de las fortunas en su gestión, debería aclarar, más pronto que tarde, cuál es el proyecto político de su partido para nuestra ciudad. Si está dispuesto a empuñar la motosierra para mutilar el sector público de Gijón, sumándose a la oleada populista y reaccionaria que abanderan los Trump, Milei o Santiago Abascal, o si por el contrario aspira a situarse dentro del sentido común, anteponiendo los intereses de Gijón y los gijoneses al sectarismo y al dogmatismo.
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