Es la antesala al desarrollo de dolencias psicológicas severas
Rosa si eres niña y azul en caso de nacer varón. Una asignación binaria que tiene lugar cada vez que un bebé llega a este mundo. Con menos frecuencia conforme pasan los años, pero todavía arraigada en la mayoría de hogares, especialmente en fechas señaladas en el calendario. Durante la Navidad, televisiones, radios y catálogos promocionan sin cesar la que será la carta a los Reyes Magos de los niños más afortunados. “Esa es solo la punta del iceberg”, explica Ismael Cerón, psicólogo y autor de Psicoterapia Queer. Una problemática que comienza cada 6 de enero, pero que puede desencadenar consecuencias para toda la vida. “Solo hay que darse un paseo por los centros comerciales para comprobar hasta qué punto se sigue normalizando la división de juguetes en función del género asignado al nacer”, añade. Labores de sostén emocional para ellas y juegos competitivos y mecánicos para ellos. Dos únicas maneras de concebir la infancia que ponen en el punto de mira a la industria española.
Padres, educadores y fabricantes se reparten la culpa como si de un artefacto explosivo se tratase, cuando, en realidad, los expertos hablan de ‘adultocentrismo’. “Desde nuestro mundo, establecemos ideas estereotipadas y simples de lo que es la infancia”, señala. Él mismo alerta de que esta problemática también se encuentra presente en otros movimientos reivindicativos en los que se tiende a invisibilizar la infancia. “Sus necesidades nunca han sido una prioridad real por parte de los gobiernos encargados de la igualdad o la educación”, relata. Una lucha relegada a la comunidad feminista y LGTBIQ+ que ya comienza a colarse en otros espacios y realidades. Es ahora cuando empiezan a aparecer niños en los comerciales de muñecas o cuando ellas pueden jugar al fútbol con la misma libertad que lo hacen sus compañeros. Los clichés y roles de género comienzan a desmontarse y la lucha social parece haber llegado a oídos de la industria juguetera encargada de abastecer a las nuevas generaciones.
Un ejemplo de ello es el fútbol femenino. Su esfuerzo por convertirse en campeonas mundiales hizo que miles de niños y niñas de toda España sintieran admiración por este grupo de deportistas. Meses más tarde, tal ha sido su impacto que el Grupo Educa Borrás y Liga F han creado el primer juego de mesa oficial de futbol en el que las protagonistas son ellas. “Un paso más cerca de abarcar sectores de la sociedad a través de productos de ocio. Junto al videojuego y al álbum de cromos que ya hemos puesto en marcha, el juego de mesa nos permite llegar a los aficionados de los juegos tradicionales”, dice Beatriz Álvarez, presidenta de Liga F. Su intención no es otra que potenciar la difusión del deporte femenino. De igual forma, Educa Borrás, manifiesta su orgullo a la hora de participar en una iniciativa pionera. “Es apasionante poder formar parte de un proyecto como este, dando notoriedad a las mujeres en el deporte”, añade Catalina Rodríguez, Senior Product Manager de la compañía.
Una educación sexista
“La infancia es queer y no binaria”, dice Cerón, quien asegura que no nacemos con gustos definidos, sino que es el mundo que nos rodea el que preestablece unos cauces “binarios y cerrados” de forma canónica. En otras palabras, este moldeamiento inconsciente “taladra en nuestro psiquismo las cualidades psicológicas que debemos desarrollar para no recibir rechazo”, añade. La flexibilidad por parte de las familias se va reduciendo conforme pasan los años, obligando a los más pequeños a identificarse con una serie de juegos: “Ellos interiorizan que hay algo malo en ti si te gustan otros juguetes. Es el caldo de cultivo perfecto para empezar a sentir vergüenza y culpa por ser como eres”. Al hablar de representación, las industrias del cine, la televisión y los catálogos tienen la capacidad de hacer que cada infancia se vea representada en el imaginario colectivo. Sin embargo, han de hacerlo de la mano del sistema educativo, que a día de hoy todavía genera un debate moral con respecto a las líneas de enseñanza. “La educación sexista patologiza a quienes no cumplen los estereotipos y desencadena en problemas psicológicos graves”, añade.
El debate del que algunos hablan hace referencia al adoctrinamiento a la hora de regalar juguetes a los niños y niñas. Hay quien cree, que permitir la exposición de los pequeños a los gustos correspondientes al género opuesto, es una forma de adiestramiento. “El ser humano siempre ha sido homosexual, heterosexual y transexual. Eso está en la historia de la humanidad. Antes se ocultaba, pero ya existía”, manifiesta Javer Urra, psicólogo en excedencia voluntaria de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y de los Juzgados de Menores de Madrid. “Por hacer a un varón jugar a cocinar o regalarle una muñeca, no le orientas a la homosexualidad. Y si le regalas tanques, no vas a generar patrones heterosexuales, salvo que haya un mensaje cautivo por parte de los progenitores”, añade. En esta línea, la igualdad solo se alcanza de forma colectiva entre padres y madres: “El machismo también se hereda desde pautas de la propia madre. Se trata de ser iguales sabiendo que somos distintos en lo físico, lo biológico y los planteamientos. Son la cultura y la igualdad lo que nos hace similares”.
Como psicólogo evolutivo, Urra cree que a niños y niñas no les gustan los mismos juguetes debido a las características socialmente adquiridas. “Las conversaciones de hombres y mujeres tienden a temas distintos muchas veces. También hay excepciones. Yo soy partidario de sensibilizar a los varones para que sean cariñosos y aprecien la ternura, pero llegará una edad en la que ambos géneros se diferencien”, admite. En contraposición con Ismael, Javier considera que los hombres tienden a ser más “brutos” que las mujeres a lo largo de la infancia, como consecuencia de la cultura heredada: “Somos seres biológicos. El epigenoma une la herencia con la cultura histórica adquirida y tenemos que ir construyendo una igualdad libre de batallas”. Sin embargo, no es partidario de hacer una diferenciación marcada en cuanto a géneros, ni tampoco de forzarlo. “Si a mí hace 60 años me hubieran regalado una muñeca en el colegio, hubiera sido malinterpretado en casa. Eso está cambiando. Es importante escucharlos y no sesgar sus gustos”, zanja.
Más separaciones en Navidad
Sesgar es limitar, prohibir y acortar las posibilidades de ser de un niño o niña. Sensaciones de miedo al abandono, de fingir algo que no eres o de creer que no puedes ser amado comienzan a aflorar en los primeros años de adolescencia. “Es la antesala al desarrollo de dolencias psicológicas severas. Es un problema estructural que no solo afecta a las infancias del colectivo LGTBIQ+, sino también a muchas personas cisheterosexuales”, relata Cerón. Hoy en día, en los colegios españoles, la educación emocional y diversa es todavía un asunto pendiente que los expertos definen como “repleta de carencias”: “Es más fácil aprender sobre Cervantes o trigonometría. No hay un interés por parte de los gobiernos en cambiar el paradigma. En las familias pasa lo mismo. Como sociedad, estamos lejos de entender la pluralidad humana en toda su extensión”. La cara más oscura de la Navidad la viven quienes no pueden ser ellos mismos de una u otra forma o quienes lidian en comidas y cenas con comentarios que atentan contra su identidad.
“Es una época llena de reglas acerca de cómo comportarnos. Muchos niños sufren al enfrentar la heteronormatividad implícita en los regalos”, cuenta Ismael. Los juguetes suponen solo la punta del iceberg, pues el verdadero problema es la escasez de representación en medios de comunicación y programas educativos, especialmente en estas fechas. Colores de piel, cuerpos variados, expresiones de género, personas con capacidades diversas… un sinfín de realidades ocultas para gran parte de la infancia española: “Pedirle a las empresas que trabajen con una mirada inclusiva parece un chiste. Ellas lo que buscan es aumentar sus beneficios. Si producen artículos sexistas y binarios es porque se venden. Es lo que la sociedad demanda”. Por el contrario, la experiencia personal de Javier revela que las cosas han empezado a cambiar: “El colegio de mi nieto ha dado a todos los alumnos una muñeca, similar a las de Famosa. Él la lleva, la cuida y la viste. A mi me parece genial, ya que siempre había sido algo exclusivo del género femenino”.
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Galardonado con la Pajarita de Oro por parte del sector juguetero, Urra reconoce que España es uno de los países con mejores juegos del mundo en términos de calidad: “Los que hemos ido a las fábricas lo sabemos”, confiesa. Su experiencia como psicólogo revela que, tras las fiestas, habrá más separaciones por problemas que “vienen de antes y las familias creen tener dominados”, en los que el alcohol figura como uno de los principales detonadores. Así mismo, se decanta por juegos y productos que conecten la infancia con la naturaleza, la cultura y el deporte: “Los que escriben la carta a los Reyes Magos deben pensar que no todo ha de ser pantallas. Animo a que cada casa done uno o dos regalos a los que no tienen nada”. La lucha continúa y, pese a no vivir como lo hicieron las generaciones previas, los niños y niñas de nuestro país siguen perpetrando roles de género, incluso los más concienciados en este tipo de cuestiones. “Nos sorprendemos a nosotros mismos con nuestros prejuicios. Es imposible escapar de eso. Ahora bien, siempre hay margen de mejora”, concluye Cerón. La construcción de uno mismo no termina nunca y ahí habita la clave para desarmar clichés y salvar la infancia de los que hoy esperan con ansia los regalos bajo el árbol de Navidad.
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