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Espido Freire: “Cada uno de mis viajes son espacios de conversación y de apreciación de la belleza” | Viajes | El Viajero

Espido Freire: “Cada uno de mis viajes son espacios de conversación y de apreciación de la belleza” | Viajes | El Viajero
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  • Publishedjunio 3, 2025



¿Necesita muchas presentaciones Espido Freire? Seguramente no: basta quizá decir que es una de las escritoras españolas más internacionales, ya que su obra ha traspasado fronteras y ha sido traducida a muchos otros idiomas. En las postrimerías del siglo XX, fue también la escritora más joven en conseguir un Premio Planeta (en 1999, con 25 años), gracias a la novela Melocotones helados.

Esta bilbaína es, también, un alma viajera, y quizá por eso sea una de las anfitrionas con las que cuenta EL PAÍS Viajes para su proyecto de viajes de autor. Muchos son los viajeros que han tenido la suerte de descubrir con ella —siempre en clave literaria— la Inglaterra del rey Arturo o de las grandes novelistas como Virginia Woolf, Jane Austen o las hermanas Brontë. En esta entrevista nos habla no solo de estos destinos fascinantes, sino también de su apasionada vida, donde no han faltado las letras y la música.

Pregunta. Con 25 años ganas el Premio Planeta, siendo la escritora más joven en conseguirlo. ¿Cómo ves el recorrido con esta perspectiva? ¿Cuántas cosas en lo profesional te han ocurrido que no esperabas?

Respuesta. Muchísimas. Imagínate, es la mitad de mi vida, yo tenía 25 años y han pasado otros 25 desde que lo gané; entonces toda mi vida, o prácticamente toda mi vida de adulta, ha transcurrido después: la madurez emocional; la literaria; gran parte del conocimiento del mundo… aunque yo había viajado previamente como cantante con mi vinculación con la música y, sobre todo, el proceso afectivo emocional que implica pasar de ser una jovencita a convertirte ya en una mujer adulta.

P. Siempre te ha gustado viajar. ¿A qué escenarios has recurrido en tus novelas que te gusten especialmente?

R. En mis novelas han aparecido varias ciudades imaginarias, hay un universo propio creado; pero también hay otras que sí están situadas en lugares como Noruega, Londres, España, Inglaterra, Rusia… Es decir, gran parte de los viajes literarios, que yo he llevado a cabo luego, recorren esos escenarios de las novelas. Aparte de eso tengo ensayos biográficos que han hablado de las hermanas Brontë, de Jane Austen, de Virginia Woolf, del rey Arturo, de otras mujeres escritoras y otros autores que completan la oferta viajera que yo llevo a cabo con Viajes azulmarino y con EL PAÍS Viajes. Es decir, que hay una correlación muy estrecha entre lo que he escrito y luego lo que invito a mis viajeros a recorrer o a conocer. Ten en cuenta que tengo 40 libros…

P. El norte de Europa siempre te ha interesado mucho. ¿Tienes más predilección por esos paisajes, verdad?

R. Sobre todo cuando era más joven, así es. En los últimos tiempos, gran parte de los reportajes y del interés literario que tengo me lleva ya a otros universos. Por ejemplo, he escrito y he viajado en varias ocasiones a la Patagonia chilena, en el canal Beagle, también sobre Hong Kong, también sobre toda la zona de la Ruta de la Seda, por ejemplo, y el Transiberiano. También es que soy filóloga inglesa, mi materia de estudio son los autores ingleses, pero, fuera de eso, cada vez mi red se extiende más.

P. Cada libro que has escrito señalas que es un viaje. ¿Cómo lo planteas, cómo es ese viaje de creación tan profunda?

R. Cada viaje es una narración. Es el inicio de un relato en el que habrá personajes, en el que habrá paisajes, en el que habrá entornos, en el que habrá aventuras más o menos pintorescas, y cada libro a su vez es un viaje. Mis viajes son espacios de conversación y espacios de apreciación de la belleza, del paisaje, del patrimonio, y las tertulias que mantenemos a lo largo de ellos dan fe de eso. No hace falta haber leído mucho, no hace falta ser un gran intelectual ni tener unos conocimientos muy avanzados, sencillamente es la disposición al diálogo, la disposición a compartir entre todos aquello que estamos viviendo. Muy similar a un club de lectura.

P. ¿De dónde te viene la vena literaria? Porque imagino que de pequeña serías muy creativa, o quizá me equivoco…

R. No, no te equivocas. No recuerdo cuándo empecé a fascinarme por los libros. En mi entorno, yo veía a mi hermana mayor leer y yo también quería hacerlo.

Después de leer quería completar esas historias y empecé también a escribir. Se me daba bien, recibía elogios, mis primeros premios, y eso hizo que escribiera más y mejor. Fue lo que llaman un círculo virtuoso en el que mi fascinación por la lectura y por contar historias encontró una acogida. Y luego también tiene mucho que ver con la vocación: para mí ha completado mi forma de ver la vida y se ha convertido en mi oficio. Y yo quería que fuera mi oficio desde que tenía 12 o 13 años. Fantaseaba con ello, aunque no sabía cómo conseguirlo. De hecho, mis compañeras del colegio —yo estuve en un colegio femenino— daban por hecho que yo me convertiría en escritora.

P. No hubo sorpresa…

R. No, la verdad. Escribía libros donde ellas eran las protagonistas y estaba siempre con un libro en las manos. Tenía un permiso especial de la biblioteca para sacar más libros y un permiso especial de una de las maestras para no atender a la clase y solo leer.

P. Y eso, ¿cómo fue?

R. Un día ella me pilló leyendo a escondidas y me dijo que no volviera a hacer eso. Que cogiera el libro y lo pusiera encima del pupitre. Y que no me preocupara. Entonces todavía era la maestra que daba todas las asignaturas. Y me dijo: “Tú no te avergüences nunca de leer. Lo que vas a aprender leyendo es mejor que lo que yo te voy a enseñar. Lee tranquilamente, y cuando quieras te incorporas a la clase”.

P. Qué maravilla tener la suerte de encontrar profesores así, ¿verdad?

R. Era una monja ya mayor, murió por desgracia. Cuando me dio clases ya era una mujer mayor, no una chica joven con pedagogía moderna. Sencillamente entendió que mi vía de conocimiento era esa. Siempre había sacado muy buenas notas, redactaba bien. Con 12 años comencé con la carrera profesional de Música y Canto. Y se abrió otra oportunidad artística, que era la de mostrarme en un escenario, la de cantar, la de vincularme a una orquesta, a un coro. Fui una niña que tuvo muchas oportunidades.

Espido Freire en la Abadía de Whitby.

P. ¿Dónde te sueles ir cuando necesitas desconectar o inspirarte? Respuesta. Pues lo cierto es que no suelo necesitar desconectar ni inspirarme. Mi inspiración nace del día a día, y también ten en cuenta que es mi trabajo, es algo que yo ejercito sin necesitar, por ejemplo, un retiro. Igualmente me interesa mucho el arte y, por lo tanto, Italia, Francia y Alemania son lugares en los que siempre encuentro un eco.

P. ¿Qué estilo de viajes te gusta hacer cuando no viajas por trabajo?

Respuesta. Me encantaría viajar un día con Paco Nadal, lo tenemos pendiente. Cuando viajo por mi cuenta, la motivación es la curiosidad, acercarme a algo que no conozco. No le doy un gran valor, por ejemplo, a las vacaciones de descanso. Me gusta ver cosas, pero tampoco los viajes de acción. Yo tengo grandes virtudes, pero el amor por el deporte no es una de ellas.

P. Hace poco vimos en un vídeo de una cadena de radio cómo hacías la maleta; me sorprendió ver cómo lo organizabas todo por tonalidades de colores. ¿Qué sueles llevar en la maleta para un viaje?

R. ¡Dios mío, se ha hecho viral! Lo cierto es que sí hay una determinación estética siempre en cómo visto. Y la comodidad es algo perfectamente prescindible. Me aterra el look turista, entiendo que es muy cómodo, pero yo estoy muy fascinada por esa imagen de los viajeros del siglo XIX, de los años diez, veinte, treinta, en que había una actitud respecto al viaje de encontrarte en un entorno social. Incluso de respeto por aquello que visitas o aquello a lo que vas.

P. ¿Cómo debe ser para ti un viaje literario? ¿Cuáles son los ingredientes que no deben faltar?

R. Hay muchos tipos de viajes literarios: los hay que buscan un autor y conocer mejor a un autor; los hay que buscan conocer mejor una obra o el escenario de una obra, y los hay que están influidos por el cine o por las series y lo que buscan es la ubicación de dónde se ha rodado. Entonces, dependiendo de cuál sea el objetivo, o incluso combinando los tres, vamos a realizar un viaje diferente.

En muchos casos, los autores, sobre todo si son autores anteriores al siglo XIX, no vamos a tener muchas huellas de ellos, pero podemos evocar esos lugares como ocurre con los viajes de Jane Austen y las de hermanas Brontë.

P. Es curioso porque, a pesar de que pasa el tiempo, Jane Austen y las hermanas Brontë siguen generando interés. De hecho, son dos de tus viajes más demandados con EL PAÍS Viajes…

R. Son autoras clásicas, que han consolidado su obra a escala internacional, que tratan del alma humana más que de historias concretas. Y lo que más me llama la atención de ellas no es lo que más llama la atención a los viajeros. A mí lo que me fascina es el proceso creativo que llevaron porque como autora intento entender de qué forma y por qué escribieron lo que escribieron.

P. ¿Y qué les interesa conocer a los viajeros?

R. Sobre todo la biografía, los amoríos, el salseo [señala, entre risas].

P. ¿Qué crees que tienen sus obras que conectan con el momento presente?

R. En el caso de las Brontë, la pasión. Estamos en un momento en el que la gente se entrega a la autenticidad, y busca que esa autenticidad esté vinculada a la emoción, a la pasión, al entusiasmo. Y en el caso de Jane Austen, la armonía, el equilibrio. Y un cierto entorno, ambiente o atmósfera que se ha generado por lo audiovisual.

P. ¿Cuáles son los próximos viajes que harás con EL PAÍS Viajes?

R. Este año incorporamos dos nuevos. El año pasado añadimos el del rey Arturo, que es un viaje maravilloso en el que hablamos de Agatha Christie y hablamos de muchos otros autores que veraneaban por esa zona, en Inglaterra. Y este año hemos incorporado uno de Uzbekistán, que es uno de los destinos de moda ahora mismo. En mi caso, está muy vinculado a la Ruta de la Seda, a Marco Polo, a todo lo evocador del cruce entre Oriente y Occidente. Y el de Rumania tendrá lugar en diciembre y unirá la parte más conocida y popular, con los mercadillos de esa zona, y la historia siempre fascinante de Drácula, de Vlad Tepes; de las crónicas vampíricas, de cómo se origina esa idea del amor y la muerte vinculada al vampiro que surge en Inglaterra, precisamente.

Espido Freire realiza desde hace más de 10 años los viajes de Azulmarino y EL PAÍS Viajes.

P. Es curioso porque Stoker nunca estuvo en ese castillo.

R. Ni en ese castillo ni en Rumania. Era esa manera de narrar muy del siglo XIX en el que la evoca. Fíjate en Julio Verne, por ejemplo, o en el propio Edgar Allan Poe. Era un siglo en el que se viajaba sin viajar. Se viajaba a través de los atlas y, sobre todo, a través de la imaginación. Y como los lectores tampoco habían viajado, se evocaba un mundo propio. Ahora eso sería muy complicado de llevar a cabo. Tenemos una exigencia de veracidad.

P. ¿Qué parte del viaje de Jane Austen y de las hermanas Brontë es tu favorita?

R. Hay muchas, yo más que el paisaje voy mirando a los viajeros. A mí lo que de verdad me gusta de esos viajes es el entusiasmo y lo mucho que se conmueven. Sobre todo el de Jane Austen es un viaje muy curativo, un viaje muy iniciático. Cuando estamos, por ejemplo, en la casa museo Jane Austen, que la dejamos para el último día, se remueve mucho cuando ven dónde escribió y dónde vivió. Es fascinante. A mí me gusta mucho también ir a visitar la tumba de su hermana y de su madre, que ya con el tiempo son casi como de mi familia… ¡después de tres libros dedicados!

Hay otro momento muy triste en Winchester, porque recorremos el paso entre la casa en que ella murió y la catedral donde está enterrada. De las Brontë siempre destaco que es un viaje de emoción a flor de piel. En estos viajes honramos la cultura y la civilización humana, la música, el cine, el arte, la literatura, el estudio de la razón humana, del ser humano, la medicina, hablamos de filosofía, pero también hablamos de higiene y de cómo vivían en ese momento.

P. ¿Sigues volviendo a las bibliotecas tanto como cuando eras pequeña?

R. Bueno, no tanto, porque ahora yo tengo mi propia biblioteca, que es lo que me faltaba cuando era pequeña, pero siempre visito alguna librería, intento también parar en algunas de las bibliotecas, por ejemplo, de las mansiones inglesas que visitamos, que son absolutamente espectaculares.

P. ¿Qué veis allí?

R. Aprovechamos para explicar, por ejemplo, por qué esa biblioteca está distribuida de una determinada manera, cómo se diseñaron los muebles para contener los planos y los mapas, por qué lo que preside es un retrato determinado y no otro, en qué lugar de la casa se ha colocado la biblioteca, en qué época y según a qué se dedicara el señor, porque señoras había pocas, la verdad.

P. ¿Qué destacarías de tus viajes?

R. Sobre todo, que hay un afán por descubrir y por disfrutar. Y quiero insistir en que no hace falta ser un experto ni haber leído todas las novelas. Además, cada uno también puede organizar su propio viaje dentro del viaje. Es decir, si en un momento determinado viene una pareja, que está de aniversario y le apetece irse de cena por su cuenta, pues siempre hay libertad de hacerlo. Todo perfil de viajero es bienvenido siempre que sea una persona educada y respetuosa, que es lo que necesitamos en todos los viajes.

*Descubre todos los viajes que tenemos planificados con Espido Freire en EL PAÍS Viajes.

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