Europa supera a Rusia en poder militar convencional pero sufre carencias severas sin la ayuda de EEUU

Ahora que en este lado del Atlántico nadie sabe a qué atenerse con Washington, cuando Europa se plantea su rearme, todas las sumas que se hacen en el papel dan como resultado un poder militar convencional europeo superior al ruso, pero la realidad de la guerra de Ucrania ha evidenciado también importantes agujeros en una Europa que se plantee una autonomía con respecto a su gran aliado atlántico.
“Nadie puede hacer apuestas sobre una guerra convencional de Europa contra Rusia si Estados Unidos nos negara sistemas de mando y control, o sea, nos dejara ciegos”, explica gráficamente un general de división retirado, con importantes responsabilidades en Tierra en el pasado y hoy activo en la industria de defensa.
Se refiere a la ayuda que ha sido clave, más allá de lo material, para que Ucrania haya aguantado tres años completos de embate ruso: cuando se dispara una oleada de cohetes o de drones, saber dónde enviar cada uno, poder guiarlos hasta allí y comprobar qué efecto ha tenido.
La carencia
Los militares de la OTAN lo llaman con una sigla simple: C2. Hace referencia a las dos letras C de Command and Control. Es, en materia de defensa, la decisión y autoridad de una operación militar, pero también el sistema satelital, electrónico y de comunicaciones que asiste para conocer la situación del campo de batalla y dirigir los recursos a sus objetivos.
En Europa, C2 tiene además otro acuciante significado: carencia.
Esta debilidad de la defensa europea es la necesidad que, con las patadas de Donald Trump a la mesa, apremia a los gobernantes de la UE tanto como la falta de munición. Europa no es militarmente autónoma de EEUU en numerosos aspectos materiales, pero especialmente en cuestión de inteligencia y sistemas de comando y control, la espina dorsal tecnológica de la OTAN.
Los soldados de los nuevos países europeos entrenan en un ejercicio de la fuerza de reacción aliada en Rumania el 27 de febrero. / OTAN
“Trump podría amenazar con retirar ese tipo de ayuda, pero es improbable que llegara al extremo de cegar a Europa ante Rusia”, matiza, no obstante, la referida fuente.
Poder convencional
Descontando pues ese problema del tablero, los 27 países de la UE -excluyendo Hungría y Eslovaquia, díscolos en la actual tensión con Rusia, y sin contar tampoco con Turquía-, reúnen una potencia militar convencional muy superior a la del Kremlin, que podría detener al ejército ruso en el suelo de Ucrania, en el mar y en el aire… antes de que se planteara una guerra nuclear.
Ese es ya otro escenario, que Europa no se puede plantear sin EEUU: 515 ojivas francesas y británicas frente a 5.580 de Rusia. Durante estos tres años de tensión por la invasión de Ucrania, Vladimir Putin ha advertido repetidamente que “no se puede vencer a una potencia nuclear”.
Pero en una guerra que no llegara a ese extremo, una Europa no cegada electrónicamente es superior. Lo es desde luego en el aire: de un total de 6.203 aeronaves militares, la aviación de combate europea oscila, según las estimaciones más extendidas, entre 1.800 y 2.000 cazas Eurofighter, Gripen, Rafale, Mirage 2000, F-16, F-18, F-35 y exsoviéticos Mig29, contra no más de 1.200 operativos en Rusia.
En militares en activo, la UE más el Reino Unido reúnen poco más de millón y medio, la misma cantidad que se plantea como objetivo el último plan de reclutamiento del Kremlin, pero la población de la UE, 449 millones, multiplica casi por cuatro los 143 millones de habitantes de la Federación Rusa.
En carros de combate no hay estimaciones rigurosas porque Rusia almacena millares de ellos sin que se conozca su grado de operatividad. Hay no obstante cifras publicadas en diversas fuentes abiertas: 4.416 disponibles en la UE contra 2.400, de unos 12.000, en manos del Kremlin.
En materia de misiles la balanza se inclina por Rusia: a Europa se le estiman 2.000 misiles de crucero, sin contar balísticos, de los que no se dispone de datos. Rusia reunía entre 7.000 y 10.000 antes de empezar la invasión de Ucrania. Igualmente, en drones con cámara no hay un dato disponible europeo. Rusia se plantea el objetivo de fabricar 100.000 al mes.
Y en PIB, dato muy determinante en la guerra, Europa, con 17 billones de euros, supera a los 2,02 de Rusia.
El otro amigo americano
Con estas sumas, y sacando de la ecuación lo nuclear, Europa es militarmente más potente, si bien es opinión extendida entre los militares que no cuenta con el grado de coordinación suficiente para defenderse con eficacia, y que, acostumbrado cada país a diseñar su propia defensa, muchas fuerzas están duplicadas y aún hay hasta 12 tipos de blindados diferentes.
Hay además, otro escalón que diferencia decisivamente a Estados Unidos de Europa, y está en el espacio. Desde ahí se dirigen armas, se conducen comunicaciones entre unidades, se mira el campo de batalla… Cuando, el pasado 29 de enero, la empresa española Hisdesat puso en órbita al SpainSat NG1, se dotaban España y sus aliados del más moderno sistema de comunicaciones encriptadas militares de Europa.
De hecho, el satélite español es el centro de un contrato de suministro a la OTAN. Ahora bien, hay un detalle no menor: el sistema SpainSat NG consta de dos satélites. El segundo tiene previsto su lanzamiento en septiembre, desde la base espacial norteamericana de Cabo Cañaveral, y en un cohete Falcon IX propiedad… de Elon Musk, el principal oligarca del trumpismo.
Se veía venir
No se puede decir que en el mundo militar pilla por sorpresa la nueva actitud geoestratégica de Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump. En las cúpulas militares de Europa ya se lleva meses viendo aproximarse al meteorito. En octubre pasado, cuatro meses antes de la humillación del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en el despacho oval, el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN), ente de reflexión y análisis de las Fuerzas Armadas, publicó un artículo sobre las posibilidades de la defensa europea.
El texto -‘Autonomía de la defensa europea. De lo deseable a lo posible’, se titula- hace recomendaciones para “el caso, que va tomando visos de posible, de que EE.UU., el principal aliado con gran diferencia, decidiera abandonar la OTAN o de algún modo reducir la garantía que su dominante pertenencia ofrece”. Lo firmaba Fernando del Pozo, almirante retirado, excomandante de la fuerza naval permanente de la OTAN en el Mediterráneo y exdirector del Estado Mayor Internacional de la OTAN.
Entre los consejos que da Del Pozo hay uno que no se ha adoptado aún en lustros y lustros de existencia de la OTAN y la UE: la “multinacionalidad de los Estados Mayores nacionales europeos, intercambiando de manera permanente oficiales, no como oficiales de enlace, sino como miembros de pleno derecho de ese Estado Mayor”. Aún no se ha visto que un coronel belga o alemán actúe en un órgano de mando militar del Reino Unido, España o Francia. Puede que a partir de este terremoto geopolítico se empiece a ver.
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