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Hay que hacer algo que te guste, pero hay que tropezarse para aprender

Hay que hacer algo que te guste, pero hay que tropezarse para aprender
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  • Publisheddiciembre 24, 2025



Cuando Alfonso Pérez Se puso los zapatos blancos en 1998, nadie más en el fútbol lo había hecho. Los detractores no se hicieron esperar. el seleccionador Javier Clemente En tono de broma le dijo que los defensores lo vieron «de un vistazo» cuando atrapó el balón. Los periodistas lo criticaron. La innovación siempre duele.

Pero Jesús Martínezresponsable de joma En ese momento, vio oportunidades donde otros temían. Hizo una apuesta con Alfonso: le dijo que no tenía «el coraje de ponérselos». Alfonso los aceptó. «Eran de piel de canguro, súper cómodas. Sólo variaba el color», recuerda con el tiempo.

El efecto fue instantáneo. Sus abuelas, que veían sus partidos por televisión, «lo vieron enseguida» en el campo porque era el único que llevaba botas blancas.

“En el 98, 99 y 2000 fue una explosión, fue una locura”, dijo hace un tiempo en el podcast la bolsa de deporte de MAPFRÉ.

“En aquel momento y hasta 2003 éramos la primera o segunda marca que más botas vendía en España”. No fue un éxito pequeño: de fábrica Toledo Se producían 120.000 prendas diariamente. El color ha revolucionado la industria del fútbol mundial.

Alfonso Pérez, en una imagen extraída de sus redes sociales

Alfonso Pérez, en una imagen extraída de sus redes sociales

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Lo extraordinario es que Alfonso hubiera podido ganar cifras asombrosas. “Después, con el paso de los años, tuve varias ofertas de otras marcas”, confesó. Podría haberse sumado al tren multinacional cuando llegaron Zidane, Beckham, Ronaldinho, Ronaldo Y higo con presupuestos publicitarios agresivos acaparando el mercado en 2003-2004.

Rechazó todas las ofertas. “Creo que esta empresa es una familia que siempre me ha tratado muy bien”, afirma de Joma.

Esta lealtad se extendió más allá de su carrera deportiva. Hoy en día, Joma te garantiza la equipación que necesitas – «8 o 10 pares por temporada» – sin que tengas que pedir nada.

Como inversor, Alfonso diversificó en lo que conocía: restaurantes, hoteles, cámaras de fútbol innovadoras, criptomonedas. Tu mejor inversión fue Servitel, una empresa de menaje de cocina y catering que puso en marcha con dos amigos con poco capital inicial y de la que ahora es socio Mahou.

el vino de Casa del lobo Fue un fracaso. Las banderas con cámaras en las esquinas tardaron años en quitarse, aunque funcionan.

Su lección es clara: «Hay que hacer algo que amas, pero hay que aprender. A veces es bueno tropezar para aprender. » Casi todos sus activos están en propiedades alquiladas, todas ya pagadas.

Aconseja a los jóvenes: «En lugar de comprar buenos coches a los 20, compren un buen apartamento o alojamiento y alquilenlo».

Ironía de su historia: podría haberse convertido en multimillonario copiando a Nike, pero eligió el camino de la lealtad y la diversificación prudente.



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