Hipócrates amordazado
No he tenido oportunidad de comprobar el alcance de la huelga médica porque afortunadamente no he precisado atención sanitaria. Si la cita para una consulta presencial en atención primaria es ya a semana vista, imagino lo que estará sucediendo estos días. Se me encoge el estómago por nuestros mayores, con la gripe en su pico. Pero no he prestado tanta atención al seguimiento del paro como a las alertas rojas que se encienden en nuestro sistema de salud. Al final, resolver desacuerdos en una negociación colectiva es cuestión de diálogo y recursos. Pero neutralizar amenazas de fondo es otra cosa.
[–>[–>[–>El ministerio de Sanidad quiere sacar adelante un estatuto básico estatal para las y los profesionales sanitarios y se le está haciendo bola. Tiene buenas intenciones. Por ejemplo, al regular jornadas laborales y guardias. Pero la transferencia de competencias sanitarias a las comunidades autónomas impide fijar aspectos de gran calado, como las retribuciones. Tampoco están sobre la mesa mejoras en las condiciones de jubilación. Así que la iniciativa, ambiciosa de entrada, se ha ido achicando.
[–> [–>[–>Por si esto fuera poco, en este diálogo a varias bandas, los profesionales de la medicina miran de reojo a los de enfermería por si, en el nuevo esquema de categorías, amplían competencias. De hecho, los sindicatos médicos han terminado por reclamar un estatuto exclusivo para la profesión médica. De ahí la huelga. De hecho, el resto de profesionales sanitarios está convocado a otra en enero. Afilan uñas ante eventuales negociaciones paralelas.
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Puedo imaginar el encaje de bolillos que el equipo negociador del ministerio lleva haciendo, con la sensación de que el borrador de estatuto básico que acaba de hacer público es ya papel mojado, torpedeado desde todas las trincheras. Pero de eso va hacer política. Toca seguir en el diálogo y encontrar una senda común posible. Ha de haberla.
[–>[–>[–>Confieso mi inquietud por si estas coyunturas abren nuevas grietas en nuestro ya recalentado sistema sanitario público. La salud es hoy un negocio floreciente, con la ciudadanía abocada como nunca a contratar un seguro privado complementario, con doctores y doctoras en la pública ganando en un mes lo que sus colegas una semana en la privada, con ejemplos de privatización en la gestión sanitaria -véase el hospital de Torrejón- que son un escándalo de mala praxis, además de evidenciar que hay quien está dispuesto a imponer que se prime el beneficio sobre la curación.
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En Torrejón no hubo estatuto básico que salvase del despido a los doctores que, al parecer, se rebelaron al imperio de la ganancia. Les enseñaron la puerta de salida. Con ellos, su juramento hipocrático. Decía Hipócrates que la enfermedad es una suma de pequeños atentados contra nuestra naturaleza. Seguro que el griego, astuto, no sólo hablaba de las personas, también de las sociedades.
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