hombres, mujeres y topos ibéricos
Rara vez a los asturianos nos da por remar hacia una misma dirección. Es difícil ponernos de acuerdo, sincronizarnos para llegar a un objetivo coincidente, aunque sea beneficioso para todos (ya saben, aquello que el marketing denominó como el «Ganar-Ganar»). Supongo que ese es parte del mal endémico que reiteradamente colapsa nuestra región: solemos optar por la parálisis antes de quizás arremangarnos junto al vecino. Pero en estos días, como si de un banco de peces se tratase, muchos conocidos y amigos, relacionados de un modo u otro con los temas memorialistas y con el activismo cultural, nos estamos moviendo en una misma dirección. Hemos establecido un objetivo común, activar el lobby asturiano para que una película tenga recorrido más allá de la Cordillera Cantábrica. Así, poco a poco, vamos estableciendo una red de contactos en una autodenominada «Operación Goya», Goya de los Premios Goya.
[–>[–>[–>Una alfombra roja siempre es un aspiracional. Pero sueños individuales cenicientos al margen, de verdad pensamos que sería un acicate para esa Asturias que se postula a ser meca cultural y que pretende tener sueños universales, poder, por una vez, pensar en que le crezcan las alas. Porque lo cierto es que a día hoy es prácticamente imposible que un producto hecho desde la periferia pueda llegar a competir a nivel nacional con opciones reales, muy lejos del eje Madrid- Barcelona, de sus influencias y de sus contactos. Por ello sería casi estratosférico que un largometraje en sumo modesto, hecho de forma artesanal, sin apenas recursos, consiguiese llegar a ser una de las últimas finalistas en alguna de las cuatro categorías en las que compite: Mejor Dirección Novel, Mejor Canción Original (interpretada por Anabel Santiago), Mejor Montaje y Mejor Película Documental.
[–> [–>[–>Los directores Asur Fuente y Sergio Montero (Monty para los amigos), han emprendido una tarea titánica, una de otra liga, una liga en la que un pequeño David hecho de Las Cuencas se las va a ver con el Goliat de las grandes plataformas mediáticas. Por cierto, la peli lleva por título «Tres hombres no pueden ocultarse bajo la tapa de un puchero», vamos, lo que viene a ser una pota. Y aunque va de tres hombres, de tres republicanos que se convierten en topos, va sobre todo de mujeres, de mujeres valientes y va de Asturias y de nuestra triste historia colectiva.
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Cuando yo aún vivía en una casa en Siero y tenía un poco de prau, bien recuerdo cuando llegaban los días de frío. Las moscas hacía semanas que habían dejado de fastidiar, pero los topos continuaban haciendo de las suyas. Ver no se les veía, aunque de vez en cuando aparecían montoncillos de tierra esparcidos. Era de suponer que fueran obra suya, o incluso de algún raposu intentando pillarlos. Parece ser que los topos ibéricos no hibernan, que permanecen durante todo el año activos, que son así de resilientes. Me meto en la wiki y leo que los «talpa occidentalis», son bastante abundantes en nuestra región. Aunque hubo tiempos en los que lo fueron más, en el sentido real y también en el figurado. Con el figurado me refiero a los topos que proliferaron aquí tras la guerra, tras la caída del Frente Norte.
[–>[–>[–>Los tres hombres de Monty y Asur fueron los hermanos Paulino y Herminio Rodríguez y Lino Oviaño. Hombres que se ocultaron durante casi tres años en un recoveco de una casa de aldea situada en el concejo de San Martín del Rey Aurelio. Creo que no es la primera vez que cuento por aquí que mi propio abuelo Gil también estuvo escondido durante varios años en una especie de madriguera a la vera derecha del río Nora, muy cerca del puente romano de Colloto, a unos cien metros río arriba de donde estuvo la planta de la Coca-Cola. Por eso, quizás, desde que se estrenó esta peli, su temática me tocó el corazón. Y aunque en ella se narra la historia de unos hombres, sobre todo, cuenta la historia de una de mujer, una de aquellas de posguerra que les escondieron y que sacaron fuerzas de la flaqueza para superar el miedo utilizando su máximo ingenio, para ocultarlos. En el caso concreto de ese relato, esa misión corre a cargo de Honorina, Honorina Rodríguez. Una de tantas mujeres que callaron y que se las apañaron para intentar salvaguardarlos. Mujeres que en ocasiones soportaron también un cruel, sangriento y doloroso peso. Asturias está sembrada de historias similares. Son casos tan potentes que cada uno de ellos merecería un largometraje. Familia tras familia, valle tras valle, esas mujeres estaban ahí tirando, haciendo imposibles, en muchas ocasiones, apretando los labios, bajando la mirada, pero con una mentalidad terca, la de que, a pesar de los pesares, se desvivirían para que los suyos pudieran sobrevivir. Por ello, creo que la gran virtud de «Tres hombres …» es haber sabido trasladar a través de esa historia individual, una gran historia colectiva, la gran historia colectiva de la represión en Asturias y también haber sabido captar la tensión, el miedo y la desgracia de aquellos días. Otro gran acierto considero también es haber plasmado como era y espero siga siendo, el carácter tantas mujeres asturianas, con sus preocupaciones, con su amargura, pero también con sus alegrías y su resuelta valentía.
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El día que la peli se estrenó en el Festival de Cine de Gijón, en noviembre del 24, recuerdo a todo el Teatro Jovellanos puesto en pie y aplaudiendo a rabiar Supongo que todos y cada uno de nosotros nos estábamos acordábamos entonces de nuestras abuelas, de su tesón, de su gran dignidad, de su capacidad de trabajo, de su sabiduría y de su sentido del humor. Y claro, cuando esa veneración que hacia ellas sentíamos, se veía traspasada, por la magia del cine, a una gran pantalla, era inevitable que sufriéramos una especie de colapso emocional.
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[–>Tal vez los asturianos para volver a creer en nosotros mismos, necesitamos historias y relatos como ésta, historias que sepan contar nuestra gran épica, nuestro dolor punzante, un dolor expandido por Asturias y por sus gentes, y que sepan contar también su trágica epopeya. Ojalá este largometraje tenga una divulgación y un recorrido algo más universal, empezando por los Goya. En la era de la IA, de los boots, de Trump, de las grandes plataformas, de los intocables multimillonarios, en esta era en la que nos han convencido que solo con dinero se consiguen las cosas, yo aún –llámenme utópica–, sigo creyendo en el factor humano. Sigo creyendo en eso y en la conexión «Soy de Asturias».
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