Jabalíes en el Parlamento
Los jabalíes colonizan territorios hasta ahora impensables para una especie salvaje. Piaras completas se han dejado ver ya en mitad de las ciudades, hozando a sus anchas. Alguno incluso se ha instalado en el Parlamento de la nación, como pudimos comprobar esa semana. Cierto que la tragedia de la dana dejó en evidencia que el presidente de Valencia era tan apto para el cargo como un cactus para hacer de esponja. Que a Mazón le viniera el cargo como el traje de primera comunión a un orangután y que debió dimitir en cuanto que amainó la tormenta no es razón suficiente para proferir los insultos gruesos que se escucharon en sede parlamentaria.
[–>[–>[–>El espectáculo indecoroso de convertir una comisión del Congreso en el palo de un gallinero permitió presenciar el intento de batir el récord mundial de denuestos por minuto. Se echó en falta la propuesta de prender una hoguera con la madera de los escaños y quemar a Mazón en medio de un aquelarre de aprendices de brujo. Cierto que el de Valencia es de los que creen que la política es el único oficio donde el fracaso puntúa como mérito, pero de ahí al linchamiento verbal media un abismo.
[–> [–>[–>En este país, la barbarie verbal ya calienta en la banda y la física hace estiramientos. Si esto sigue así, habrá que ir al chigre con casco y al Parlamento con un cura para recibir la extrema unción. Nos está quedando una democracia de lo más insalubre, donde el adversario se ha convertido en una piñata a la que sacudir estopa.
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