José María Aznar, un hombre de orden
Los lectores aficionados a los libros personales, confesionales o memorias no van a dar abasto: coinciden las de Mar Flores, las de la Preysler, la del Rey emérito Juan Carlos y ahora las de Aznar, segunda parte. Los libreros se frotan las manos y los famosos se frotan los recuerdos con ayuda de un negro literario para dar a imprenta unos centenares de páginas en las que ajustar cuentas. Cuentas corrientes también.
[–>[–>[–>[–>[–>[–>[–>[–>[–>Estas navidades hay memorias que regalar para todos los gustos. Que no nos distraiga Juan del Val. Políticas, de cotilleo, reales, de todo tipo. Estaría bien cotejar cuántos personajes desfilan o aparecen a la vez en esas cuatro memorias. Alguien que ha estado muy en el cogollo, sin duda. Tal vez el emérito haga un cameo en las de Aznar o Aznar salga de refilón en las de la Preysler, en algún evento con Vargas Llosa sí que coincidieron.
[–> [–>[–>[–>[–>[–>[–>[–>[–>La obra de Aznar se titula Orden y libertad y llevan como subtítulo Principios y tareas fundamentales en defensa de la democracia liberal. Aznar es un hombre de orden y un hombre de orden ha de poner en orden sus ideas y la palabra orden en el título de su libro, que en cierta medida es la continuación del que publicó en noviembre de 2012, en el que relataba su trayectoria política como presidente del Gobierno de España entre 1996 y 2004. En esta ocasión, y según la editorial La esfera de los libros, «José María Aznar ofrece una brillante interpretación de las amenazas y las oportunidades de las democracias liberales en el siglo XXI. Con sentido histórico y en una oportuna síntesis del pensamiento liberal-conservador». Un párrafo tan atrayente para algunos como rechazable por otros. Aznar irrumpe en el debate político actual, un expresidente que no se resiste a dejar de influir. Genio y bigote hasta la sepultura. Aznar va perfilando su físico para dar facilidades a los caricaturistas al tiempo que va afilando su pensamiento. A lo mejor el texto que ha dado a la luz no son memorias. Da igual. Dudo que este hombre hable sólo de futuro, estando como está aún tratando de justificar el pasado: que no dijo la verdad el 11-M (entre otras acciones caben destacar aquellas famosas llamadas a directores de periódicos para asegurarles que sí o sí la autoría de la masacre fue de ETA) y que creyó y difundió la patraña de las armas de destrucción pasiva.
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En este libro, y en su presentación hace unas semanas, Aznar alertó sobre «el desgarro de España». El desgarro de España se viene produciendo, según los profetas de tal cosa o antidesgarristas, desde tiempo inmemorial. Ha de ser dura España que por fortuna no se desgarra pero va desgarrando caudillos y deglutiendo liderazgos, ya sean apocalípticos, integrados o cantonalistas. Pasa la vida. El propio Aznar, para advertir de este desgarro, España se rompe, citó a Antonio Maura, que le dijo una vez al rey Alfonso XIII: «España tendrá arreglo si los españoles dejan de ser espectadores de su propio suicidio». Esa cita prueba que España no ha muerto ni se suicidó ni se parte, dado el tiempo que ha pasado ya. Más que demostrar que España se desgarra, lo de Maura demuestra que la idea es antigua y el desgarro, poco. O ya veremos, no vaya a ser que España se desgarre dentro de cien años y al año ciento uno alguien lea esto y diga: mira, no lo vio venir. A la derecha, lo que la desgarra es no tener el poder. Si le enrabieta esta frase, saboree esta: le pasa a la izquierda también, claro. No poco desgarro es también que te salga un partido a la derecha potente que aspire no a ser tu muleta, y sí tu sustituto. Con todo, Aznar arremete contra Vox y los llama xenófobos. Él, al menos, sí tiene claro cómo han de ser las relaciones con los de Abascal. Su partido, el PP, no lo sabe. Y los torea, trata, tolera, aborrece, ama, según el territorio y la época y el momento en el que estén o no cociéndose los Presupuestos en las autonomías.
[–>[–>[–>[–>[–>[–>[–>[–>[–>Aznar cree que el Gobierno de España es fan de la «dictadura» venezolana, que «si Israel es derrotado será derrotado Occidente». Al menos admite que «Trump tiene unos modales mejorables». Y es que, para Aznar, las formas son muy importantes. Las suyas se las ha autoimpuesto con disciplina de joven atleta, algo así como que se ha de ir por la vida delgado, sonriente, impoluto, sobriamente elegante. Saludando a todos. Siendo muy duro si la ocasión lo requiere, que lo requiere a menudo. Y así, todo en orden.
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